Sorber y/o soplar
Mi madre suele decir que no se puede sorber y soplar a la vez. Y tiene raz¨®n. Ya es dif¨ªcil hacer varias cosas al mismo tiempo, pero si estas son antag¨®nicas, es realmente imposible. Esta semana, los l¨ªderes de la Uni¨®n Europea parece que han vuelto a lanzar mensajes contradictorios que pueden conducir a los pol¨ªticos nacionales a un aumento de su inseguridad, e incluso a un principio de esquizofrenia.
Sucedi¨® el lunes y el martes. Mientras Angela Merkel y Barak Obama lanzaban desde Washington un mensaje de preocupaci¨®n sobre la falta de crecimiento econ¨®mico en Europa, Jos¨¦ Manuel Dur?o Barroso insist¨ªa en Estrasburgo sobre la necesidad de seguir con los ajustes fiscales, a pesar de que media Europa est¨¢ todav¨ªa en estado semicomatoso en lo que a crecimiento se refiere. Y todo ello en medio de much¨ªsimo ruido medi¨¢tico por las negociaciones en curso para salvar a Grecia del default. ?Soplar o sorber?
Lo que propone Bruselas es un suced¨¢neo de devaluaci¨®n: reducir costes para exportar m¨¢s
Espa?a no es Grecia, ni Irlanda, ni Portugal. Pero tiene un poquito de cada uno de ellos
La verdad es que ese ha sido uno de los grandes debates en las reuniones del G-20 desde que se inici¨® la crisis. Mientras que Estados Unidos ha elegido una pol¨ªtica m¨¢s expansiva de la econom¨ªa (soplar), a costa de mantener altos el d¨¦ficit y la deuda p¨²blica, la UE ha actuado con firmeza para atajar los desequilibrios fiscales de sus pa¨ªses m¨¢s endeudados (sorber), sabiendo que cortar¨ªa en seco el crecimiento de sus econom¨ªas. El problema (o, por los menos, la diferencia) es que EE UU es un solo pa¨ªs, con una sola pol¨ªtica fiscal y monetaria, y la UE la forman 27 pa¨ªses con unas diferencias enormes en sus cuadros macroecon¨®micos y sus pol¨ªticas econ¨®micas y fiscales. Y eso suele llevar a que decisiones apropiadas para los Estados m¨¢s avanzados en su recuperaci¨®n econ¨®mica (la subida de tipos de inter¨¦s, por ejemplo) pueden ser contraproducentes para los pa¨ªses con bajas tasas de crecimiento y altas cotas de desempleo.
Otro d¨ªa tendremos que hablar de eso que ahora se llama "gobernanza econ¨®mica" en Europa, e incluso de los ¨²ltimos globos sonda enviados desde Alemania para que la UE tenga un ministro de Finanzas con mando en todas las plazas (aunque no lo han dicho, seguro que piensan que ese superministro deber¨ªa ser alem¨¢n). Hoy quiero centrarme en Espa?a.
El presidente de la Comisi¨®n Europea, Dur?o Barroso, nos puso el martes pasado m¨¢s deberes en fiscalidad, reforma laboral, reestructuraci¨®n financiera y control del gasto p¨²blico. En este blog se ha defendido con vehemencia que nuestro pa¨ªs debe afrontar con rapidez y firmeza esas reformas estructurales en las que insiste la UE, y que hay que cumplir los compromisos de recorte del d¨¦ficit y la deuda p¨²blica.
Hasta aqu¨ª, todos de acuerdo. Incluso con las declaraciones que hizo el presidente del Banco Central Europeo, Jean-Claude Trichet, a este peri¨®dico hace tres semanas: "Espa?a ha hecho mucho, pero a¨²n queda mucho por hacer". Tiene raz¨®n. Podr¨ªa incluso haber sido m¨¢s duro, porque el ritmo de avance de las reformas en Espa?a es lent¨ªsimo (probablemente porque el Gobierno no se las cree del todo y arrastra demasiado los pies, y la oposici¨®n sigue pensando m¨¢s en su camino a La Moncloa que en los problemas del pa¨ªs) y porque las cuentas p¨²blicas no cuadrar¨¢n mientras las comunidades aut¨®nomas sigan actuando como si el problema no fuera con ellos y no afronten el tema con seriedad.
En este mismo blog hemos insistido en que Espa?a no es ni Grecia, ni Irlanda, ni Portugal. Pero tenemos un poquito de cada uno de ellos. No hacemos contabilidad p¨²blica creativa como hizo Atenas, pero los Gobiernos regionales est¨¢n muy lejos de la disciplina m¨ªnima requerida. No tenemos los graves problemas de solvencia de la banca irlandesa, pero la reestructuraci¨®n de las cajas de ahorros se est¨¢ eternizando. Y tampoco tenemos una econom¨ªa tan da?ada como la portuguesa, aunque nuestro crecimiento no termina de consolidarse.
Con este panorama, Dur?o Barroso daba un paso m¨¢s y suger¨ªa a Espa?a que rebajara las cotizaciones sociales y compensara este recorte de ingresos con una subida del IVA y de la fiscalidad de la energ¨ªa. La noticia cay¨® como una bomba en la vicepresidencia econ¨®mica del Gobierno, desde donde se limitaron a decir que "no parece razonable", mientras en todos los mentideros econ¨®micos de la capital se empezaban a debatir los pros y los contras de una medida como esa.
Un buen amigo de la banca me daba una interpretaci¨®n que puede servir para resolver el dilema entre sorber y soplar. En su opini¨®n, lo que propone la Comisi¨®n Europea no es m¨¢s que un suced¨¢neo de devaluaci¨®n en Espa?a. Ya que no se puede devaluar la moneda nacional (entre otras cosas, porque no existe), mejoramos la competitividad de las empresas con un recorte de las cotizaciones a la Seguridad Social (o incluso de otras cotizaciones o tasas), lo que redundar¨ªa en un aumento de las exportaciones, que a la postre son las que est¨¢n tirando de nuestra econom¨ªa.
Por el contrario, una nueva subida del IVA o de los impuestos especiales afectar¨ªa de forma negativa al consumo interno. Pero seg¨²n algunos expertos, este efecto negativo ser¨ªa menor que el positivo del aumento de las exportaciones. Todo es opinable, por supuesto.
Sea como fuere, volvemos al dilema que da t¨ªtulo a este art¨ªculo: soplar o sorber. Crecer o ajustar. La ortodoxia dice que hay que ser perseverantes en las reformas y que, antes o despu¨¦s, el ajuste mejorar¨¢ la competitividad, impulsando el crecimiento econ¨®mico y generando el empleo suficiente para empezar a reducir el paro. El ejemplo m¨¢s claro es de Alemania, que empez¨® con sus reformas y ajustes antes que nadie, y ahora destaca sobre todos los dem¨¢s.
La pregunta que surge es qu¨¦ pasa si un pa¨ªs asume que tiene que ajustar sus cuentas p¨²blicas y que tiene que afrontar importantes reformas estructurales, e incluso se compromete a ello; pero a la hora de la ejecuci¨®n, lo hace con mayor lentitud y menor ambici¨®n de lo que se esperaba, retrasando y limitando la secuencia que le podr¨ªa llevar a ese momento en que se deje de destruir empleo.
A veces tengo la impresi¨®n de que en Espa?a hemos renunciado a soplar, pero no sorbemos todo lo que deber¨ªamos.
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