La eutanasia televisada ya no escandaliza a nadie
Un reportaje sobre un enfermo terminal que se suicid¨® en Suiza levanta cr¨ªticas muy aisladas a la BBC - La opini¨®n p¨²blica ve el derecho a elegir la muerte con menos miedo que sus gobernantes
La BBC se convirti¨® ayer en blanco de todo tipo de cr¨ªticas por su decisi¨®n de emitir un reportaje en el que el autor, sir Terry Pratchett, que sufre alzh¨¦imer, reflexiona sobre la posibilidad de recurrir al suicidio asistido antes de perder el uso de raz¨®n. La pol¨¦mica se debe, sobre todo, a que en el documental Pratchett viaja hasta la cl¨ªnica suiza Dignitas, cerca de Z¨²rich, donde asiste a la muerte voluntaria de Peter Smedley, un acaudalado hombre de negocios de 71 a?os que sufre una enfermedad neuronal degenerativa.
En el programa, realizado por Charlie Russell, Pratchett se entrevista con la viuda de un escritor belga que recurri¨® al suicidio asistido y con un joven de 42 a?os que tambi¨¦n se plantea ir a Dignitas y que as¨ª lo hace, apenas un poco antes de Smedley. Tambi¨¦n se ve la otra cara de la moneda: la de un taxista londinense condenado a la par¨¢lisis que ha preferido la opci¨®n de seguir vivo al cuidado de un hospicio a pesar del car¨¢cter degenerativo de su enfermedad.
El 68% de los encuestados por el 'Daily Mail' aprueba la emisi¨®n
Un obispo acus¨® al programa de "glorificaci¨®n del suicidio"
Derecho a Vivir califica el programa de "lamentable e indigno"
"Los enfermos quieren conocer otra opci¨®n", dice Morir Dignamente
Aunque se ven esas dos caras, los cr¨ªticos del suicidio asistido atacaron ayer a la BBC por entender que el programa era sesgado. Estad¨ªsticamente hablando, seguramente tienen raz¨®n. Aparece m¨¢s gente en defensa del suicidio asistido que de la vida a toda costa. Y apenas se debate uno de los aspectos que m¨¢s subrayan quienes se oponen a ayudar a una persona a morir: el peligro de que muchas personas vulnerables se vean empujadas al suicidio asistido sin estar seguras de que eso es lo que realmente quieren.
Pero, ?significa todo eso que la emisi¨®n de la BBC era sesgada y "mera propaganda f¨¢cil del suicidio asistido", como denunci¨® ayer Alistair Thompson, portavoz de la organizaci¨®n Care Not Killing (Cuidar, No Matar)? ?Era el programa "una glorificaci¨®n del suicidio y desde luego del suicidio asistido", como asegura el reverendo Michael Nazir Ali, obispo anglicano? ?La BBC ha explotado a un escritor con una enfermedad cerebral degenerativa para forzar un cambio en la ley que legalice el suicidio asistido?
Una vez visto el programa, las respuestas a esas preguntas se acercan mucho m¨¢s al no que al s¨ª. El documental no intentaba ser una exposici¨®n fr¨ªa y equilibrada sobre los pros y contras de esa opci¨®n, hoy por hoy, ilegal en casi toda Europa, sino sobre las dudas que embargan a una persona que se plantea que quiz¨¢s pronto tenga que tomar una decisi¨®n tan dram¨¢tica como acabar con su vida.
Es dif¨ªcil decir que glorificaba el suicidio: ver morir a Peter Smedley m¨¢s bien ayuda a comprender la profundidad del dilema que se le plantea a una persona que sabe que m¨¢s tarde o m¨¢s temprano perder¨¢ la capacidad de moverse o la capacidad de razonar. A unos, como al propio Terry Pratchett, les puede ayudar a decidirse por viajar a Dignitas, pero a otros les puede haber influido en sentido contrario.
Quiz¨¢s el enfado de quienes se oponen a legalizar ese derecho en Reino Unido se deba a que lo que s¨ª consigue reforzar el programa es la idea de que esa es una decisi¨®n personal que no deber¨ªa depender de lo que opine una mayor¨ªa o una minor¨ªa de responsables pol¨ªticos o el conjunto de la sociedad. El programa no glorificaba el suicidio, pero s¨ª el derecho individual a decidir.
?Ha causado todo esto un esc¨¢ndalo? De nuevo, las estad¨ªsticas tienden a demostrar que no. Ninguno de los grandes peri¨®dicos londinenses llevaba el tema en primera p¨¢gina. Un total de 898 personas han registrado ante la BBC su desacuerdo con su decisi¨®n de emitir el programa y 162 han presentado quejas tras su emisi¨®n, frente a 82 que se han tomado la molestia de expresar su aprobaci¨®n por el programa. Pero esta desproporci¨®n no es significativa. Siempre los indignados tienen el dedo m¨¢s ¨¢gil a la hora de protestar que quienes no tienen esa reacci¨®n.
?Demuestran esas cifras que el p¨²blico brit¨¢nico se ha escandalizado por el programa? M¨¢s bien no, a tenor de quejas anteriores. "O sea que se han quejado 900 personas a la BBC por este programa. Pongamos las cosas en contexto: ?700 personas se quejaron tambi¨¦n a la BBC porque hab¨ªa cancelado un programa de antig¨¹edades para dar una carrera de coches!", ironizaba ayer un lector en la p¨¢gina web del Daily Mail. En una encuesta realizada por ese diario, el 68% de los que participan en ella defienden la emisi¨®n del programa de la BBC.
M¨¢s comparaciones. M¨¢s de 27.000 personas se quejaron a la corporaci¨®n en 2009 por un programa de radio de dos estrellas de la casa, Russell Brand y Jonathan Ross, por una broma de muy mal gusto al actor Andrew Sachs y su nieta. Y m¨¢s de 55.000 se quejaron en 2005 por la emisi¨®n de un musical de Jerry Springer por su lenguaje obsceno. No parece que la exposici¨®n de un caso real de suicidio asistido escandalice tanto a los brit¨¢nicos de la calle como a quienes se oponen a ¨¦l.
Y si esa ha sido la situaci¨®n en Reino Unido, en Espa?a la informaci¨®n pas¨® casi desapercibida. En la web de EL PA?S ayer a las 20.06 la noticia solo hab¨ªa recibido cuatro votos. No hubo comentarios porque esa posibilidad no se habilita para todos los art¨ªculos. Apenas ten¨ªa 1.435 visitas y solo dos env¨ªos por correo. Para comparar, a esa hora la noticia m¨¢s vista era un reportaje del d¨ªa anterior sobre el nadador Rafa Mu?oz (119.231 visitas, 450 votos, 22 env¨ªos por correo).
Y es que en Espa?a el debate no ha sido nunca sobre si debe informarse de estos casos o no. Colaborar con el suicidio de alguien est¨¢ penado por el C¨®digo Penal, pero no hay constancia de casos en que se haya perseguido a alguien por acompa?ar a un enfermo terminal a Suiza -lo que s¨ª puede suceder en Reino Unido, aunque en ese pa¨ªs la pr¨¢ctica sea legal-. Y los medios han informado de los casos m¨¢s o menos similares que ha habido profusamente, sin cortapisas. Inici¨® esta relaci¨®n con los medios de comunicaci¨®n Ram¨®n Sampedro -pel¨ªcula incluida acaparadora de galardones-, quien consigui¨® por fin quitarse la vida en 1998 despu¨¦s de 20 a?os pidiendo que alguien le ayudara legalmente.
Este fue un caso claro de suicidio asistido -y, por tanto, ilegal-. Pero la falta de pruebas impidi¨® procesar a Ramona Maneiro, la mujer que m¨¢s tarde, cuando ya el delito hab¨ªa prescrito, admiti¨® que hab¨ªa facilitado el cianuro con el que el tetrapl¨¦jico se quit¨® la vida en un acto desesperado (y por un procedimiento terriblemente doloroso).
Como Sampedro, muchos de los que han estado en situaciones l¨ªmite han acudido a la prensa como una manera de presionar para conseguir poner fin a su sufrimiento, como hizo Inmaculada Echevarr¨ªa, quien en 2007 consigui¨® que le desconectaran el respirador que la manten¨ªa con vida.
L¨®gicamente, no ha habido difusi¨®n de los casos de suicidio asistido o eutanasia que haya podido haber, ya que ambas conductas est¨¢n consideradas un delito. Pero s¨ª ha habido reportajes sobre la aplicaci¨®n de la ley en Holanda, el primer pa¨ªs en regularla (lo hizo en 2001) sin que se haya levantado ninguna polvareda. La ausencia de fuertes pol¨¦micas no quiere decir, sin embargo, que estas historias no hayan conmovido conciencias. Tal vez por eso el 69,9% de los encuestados por el CIS en 2008 se manifestaba de acuerdo con una regulaci¨®n de la eutanasia para algunos supuestos.
Que no haya habido un debate no quiere decir que sus contenidos no hayan sido criticados o alentados seg¨²n el perfil ideol¨®gico de quienes opinaran. Para los partidarios de cambiar la ley, se trata de una prueba de visibilidad. Para los contrarios, es una maniobra para dar normalidad a esas pr¨¢cticas.
Este enfrentamiento se ve claramente en lo que opinan las dos asociaciones que m¨¢s se han se?alado a favor y en contra de regular estas pr¨¢cticas -y que est¨¢n especialmente activas al hilo del anunciado proyecto del Gobierno espa?ol de aprobar una ley de muerte digna-. Para G¨¢dor Joya, presidenta de Derecho a Vivir, "este tipo de exhibiciones televisivas son lamentables e indignas". "Estos reportajes solo sirven para alimentar el morbo, no para sacar un debate serio sobre la eutanasia o el suicidio asistido". Para hacer esto, si es que era la intenci¨®n de los autores, "hay otras formas en las que se pueden exponer los puntos de vista a favor y en contra, con rigor y de una manera m¨¢s as¨¦ptica", opina Joya, cuya organizaci¨®n est¨¢ en contra incluso de la ley de muerte digna que prepara el Gobierno. Si no, se queda solo en "televisar c¨®mo muere una persona, no s¨¦ con qu¨¦ intenci¨®n", afirma la m¨¦dica.
En cambio, el presidente de Derecho a Morir Dignamente, Luis Montes, valora este tipo de reportajes como una manera de mostrar a las personas que est¨¢n en situaci¨®n terminal que hay otras opciones. "La cultura del miedo es justo lo contrario de lo que quieren los enfermos en esta situaci¨®n. Ellos, cuando les llega la informaci¨®n y tienen la certeza de la muerte, lo que quieren es la seguridad de que va a ser lo m¨¢s r¨¢pida y confortable posible", dice el m¨¦dico.
En este sentido, sostiene que este tipo de reportaje ayuda. "La ¨²ltima vez fue cuando EL PA?S public¨® el reportaje de Juan Jos¨¦ Mill¨¢s sobre Carlos Santos", un hombre aquejado de un c¨¢ncer terminal que, con la compa?¨ªa de miembros de Derecho a Morir Dignamente, se quit¨® la vida en diciembre de 2010. "Entonces recibimos un aluvi¨®n de llamadas y tuvimos m¨¢s de 250 nuevos socios", relata. "Esto no quiere decir que son personas que se vayan a suicidar. Pero les tranquiliza saber que tienen otra posibilidad", insiste.
T¨¦rminos para un debate
- Suicidio (m¨¦dicamente) asistido. Consiste en que un enfermo terminal se quita la vida tomando una combinaci¨®n de f¨¢rmacos que le facilita un m¨¦dico. Lo habitual es mezclar sedantes (para estar dormido) con antihem¨¦ticos (para no vomitar las pastillas) con f¨¢rmacos que inhiban el sistema cardiorrespiratorio (que son los que causan la muerte). En Espa?a est¨¢ prohibido ayudar a alguien a quitarse la vida (art¨ªculo 143 del C¨®digo Penal), aunque la pena es menor si se trata de colaborar con alguien que lo pide expresamente y si "la v¨ªctima sufriera una enfermedad grave que conducir¨ªa necesariamente a su muerte". En Reino Unido tambi¨¦n est¨¢ prohibido, y el fiscal tiene la obligaci¨®n de actuar contra los acompa?antes, porque se entiende que son cooperadores necesarios con el suicidio. Solo est¨¢ permitido, gracias a un vac¨ªo legal, en Suiza.
- Eutanasia. Aparte de requisitos como que el paciente tiene que haberlo solicitado y que sufra una enfermedad terminal, los f¨¢rmacos pueden ser administrados directamente por el m¨¦dico. Por eso, a diferencia del suicidio, el paciente puede estar inconsciente o incapacitado de alguna manera. En Europa solo lo permiten Holanda, B¨¦lgica y Luxemburgo.
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