"En la Filarm¨®nica de Viena somos soberanos"
Preside la orquesta de referencia en el mundo y se encarga de guiarla hacia la modernidad. Su meta: que convivan el prestigio de la tradici¨®n y la innovaci¨®n sin perder calidad
Clemens Hellsberg nunca se plante¨® otro destino que no fuera el de ser m¨²sico y pertenecer a la Filarm¨®nica de Viena. Lo cumpli¨®, como ahora hace tambi¨¦n su hijo mayor, que ha entrado en la orquesta. Y en su caso con creces. Hellsberg es el presidente de la formaci¨®n desde 1997, a?o en que fue elegido por los m¨²sicos para representarlos despu¨¦s de haber ingresado en 1980 como violinista y archivista.
Se trata de una orquesta at¨ªpica. De absoluta referencia, pero at¨ªpica. Su historia comienza en 1842 rompiendo moldes. Al principio, Otto Nicolai la constituy¨® como una especie de academia. Pero desde siempre se organiz¨® soberana y democr¨¢ticamente, y as¨ª lo ha hecho hasta hoy. Todo lo que la afecta, a nivel profesional y art¨ªstico, se debate en asambleas. Pero sus primeros pasos pioneros han ido dejando espacio a otros resquicios de pesada tradici¨®n que a finales del siglo pasado hicieron que se encendiesen ciertas se?ales de alarma.
"La orquesta discuti¨® en asamblea el pateo que sufri¨® en Madrid"
"Si reflexion¨¢ramos a fondo sobre el arte, el mundo ser¨ªa diferente"
La orquesta m¨¢s famosa del planeta -la que todo el mundo reconoce por ser la encargada de inaugurar el a?o a ritmo de vals-, y una de las m¨¢s prestigiosas, adolec¨ªa de una urgente puesta al d¨ªa. Acusada con insistencia de racista y sexista, Hellsberg ha sido el encargado de dar paso a m¨¢s mujeres y m¨²sicos de otras razas. Pero lentamente. No quieren perder cierta esencia vienesa y local, aunque el mundo de hoy, tambi¨¦n el de la m¨²sica cl¨¢sica, debe mirar hacia delante. Aunque les pese a algunos.
En el caso de la Filarm¨®nica de Viena, actualmente patrocinada por Rolex, son conscientes de que necesitan cierta urgencia. Hasta 2001 no han admitido un miembro de origen asi¨¢tico y hasta 2005 no les dirigi¨® ninguna mujer. Simone Young fue la pionera, lo mismo que Anna Lelkes fue la primera miembro femenina en 1997, despu¨¦s de 20 a?os colaborando con ellos asiduamente como arpista.
Legendaria en su sonido, con instrumentos fabricados y dise?ados espec¨ªficamente a sus reglas, colch¨®n de directores hist¨®ricos y casa fija de grandes como Gustav Mahler, que la dirigi¨® durante 13 a?os, la Filarm¨®nica sigue invitando hoy a las mejores batutas del mundo, desde los consagrados Valeri Gergiev, Zubin Mehta, Lorin Maazel o Daniele Gatti hasta nuevos valores como Gustavo Dudamel o Daniel Harding.
Hellsberg recala en Espa?a asiduamente con sus colegas. En Madrid llevan una espina clavada que finalmente les ha reconciliado con su p¨²blico. Hace 12 a?os sufrieron un pateo por una desconcertante interpretaci¨®n del Bolero de Ravel que les oblig¨® a debatir a fondo. Hace unos d¨ªas, Hellsberg llegaba de Gaza, donde hab¨ªa ofrecido un concierto m¨¢s que simb¨®lico junto a Daniel Barenboim. Buscaba la paz de una afici¨®n que hace tiempo les hab¨ªa declarado la guerra.
?C¨®mo fue su viaje a Gaza?
Me result¨® una experiencia agradable, intensa y emocionante. Me pareci¨® un mosaico extra?o, con mucha gente en la calle y las playas, nuevas mezquitas, nunca vi a nadie de mal humor, se mostraban curiosos, alegres, ten¨ªamos la sensaci¨®n de que las fuerzas de Naciones Unidas tienen controlada la situaci¨®n. Sent¨ªamos que la gente sab¨ªa la importancia del momento. Hab¨ªa ni?os, fue crucial el gran discurso de Barenboim: valiente, diciendo soy palestino e israel¨ª y puedo vivir con esas dos partes, ustedes tienen derecho a formar su propio pa¨ªs y alcanzar ese objetivo sin violencia.
Qu¨¦ curiosa personalidad la de Daniel Barenboim: jud¨ªo con pasaporte palestino, experto en Wagner... Est¨¢ donde uno no se imagina que va a encontrarle.
Cierto, es verdad.
Como usted, cuando lleg¨® a responsabilizarse de esta orquesta. Deb¨ªa meterla en el siglo XXI, porque en muchos aspectos no es que estuviera en el XX, sino m¨¢s atr¨¢s.
Bueno, las cosas cambian. Se mueven, como las olas. Cuando la Filarm¨®nica de Viena fue fundada era una orquesta avanzada, muy moderna. Sus miembros eran elegidos democr¨¢ticamente, abordaban el repertorio contempor¨¢neo... Era todo muy novedoso. Deb¨ªan conquistar el p¨²blico para la m¨²sica que se hac¨ªa en su ¨¦poca, lo que no era f¨¢cil. Se fund¨® en 1842, seis a?os antes de la revoluci¨®n en nuestro pa¨ªs, y se comprometi¨® pol¨ªticamente, son corrientes.
Pero cuando usted lleg¨®, todo era distinto. Hab¨ªa un fuerte recelo para admitir mujeres y m¨²sicos de otras razas en sus filas. ?C¨®mo pod¨ªa ocurrir eso?
No es una cuesti¨®n pol¨ªtica o racial. Aun as¨ª hemos ido adapt¨¢ndonos. No podemos comparar c¨®mo est¨¢bamos hace 30 a?os y ahora. Los alumnos de otros pa¨ªses en los conservatorios han aumentado. Era muy raro encontrar un chino o un latino aprendiendo. Representaba toda excepci¨®n.
Cierto, pero ahora es habitual y los m¨²sicos de la Filarm¨®nica de Viena no creen que sean aptos todav¨ªa para el club.
No, ya no es as¨ª. Nuestras audiciones se realizan tras una cortina desde hace 40 a?os.
?Por ese y otros prejuicios?
Bueno, no todas las orquestas lo hacen. En aquella ¨¦poca se adopt¨® esa decisi¨®n por eso y por no reconocer a alumnos de uno u otro maestro. Aportaba objetividad. Es mejor no saber qui¨¦n est¨¢ detr¨¢s.
Sorprenderse.
Como quiera verlo. Aunque en lo musical, lo que tampoco queremos son miembros que solo aporten virtuosismo t¨¦cnico.
?Cu¨¢les son entonces las cualidades ideales para un m¨²sico de la Filarm¨®nica?
T¨¦cnica, pero tambi¨¦n colores en el sonido, calidad humana y musical, personalidad. La perfecci¨®n es fr¨ªa y a veces solo eso no encaja en una orquesta. Me interesa mucho m¨¢s la atracci¨®n que un m¨²sico me despierte muchas veces de forma irracional y luego trato de imaginar c¨®mo encajar¨¢ en la orquesta. Obviamente cuenta la relaci¨®n que hayan mantenido previamente con nosotros en sustituciones, as¨ª vas aprendiendo nuestra propia manera de hacer y sentir la m¨²sica. Desarrollar una sensibilidad para afrontar esa manera de interpretar es b¨¢sico. Algunos se adaptan desde el principio; a otros les lleva m¨¢s tiempo.
Hay una especie de cuarentena. Pero muy activa. Usted la pas¨®. ?Conoce los trucos para superarla?
Tenemos una audici¨®n en la ?pera Estatal. Despu¨¦s trabajan en la orquesta, hay una preparaci¨®n de uno o dos a?os y despu¨¦s los miembros opinan sobre sus progresos yvotan. Algunos entran, otros no y despu¨¦s existe la posibilidad de extender el periodo de prueba para un n¨²mero.
Repasemos las cifras. ?Cu¨¢ntos miembros extranjeros tienen?
El 80% son austriacos, y el 20%, extranjeros.
?Y mujeres?
Actualmente siete.
De entre...
148 miembros. Ya, ya s¨¦, es poco.
En fin.
Hay que tener en cuenta que nosotros trabajamos en dos orquestas, la Filarm¨®nica y la ?pera. Cr¨¦ame, si tienes familia... Nuestra profesi¨®n, con tantos viajes, cada noche una actuaci¨®n.
Eso se lo reprochar¨¢ a usted su mujer en los mismos t¨¦rminos. ?Clemens, d¨¦jate de conciertos y ven a casa!
En fin, cuando fui elegido presidente habl¨¦ con ella y reflexionamos mucho. Los ni?os opinaban tambi¨¦n. Ella estaba en contra, pero dijo que no quer¨ªa ser un obst¨¢culo para que lo aceptara.
?Tambi¨¦n ella es m¨²sico?
No, pero le interesa bastante. Mis hijos s¨ª lo son. El mayor ya ha entrado, tiene 29 a?os y lleva cinco en la orquesta como violinista.
La evoluci¨®n de la Filarm¨®nica de Viena siempre es interesante. Empez¨® como una formaci¨®n avanzada y retrocedi¨®. Pero ?es algo propio de la instituci¨®n o es la ciudad en s¨ª, que se deja arrastrar por cierto conservadurismo?
La ciudad es muy tradicional, es cierto.
Pero es que tambi¨¦n ha tenido sucesivos impulsos rompedores: la secesi¨®n, la Escuela de Viena, Freud...
S¨ª, pero tambi¨¦n es la ciudad de Sissi emperatriz, de los valses de Strauss; estoy convencido de que el arte nos aporta valores imperecederos y que la cuesti¨®n no es tanto si Mozart o Beethoven encajan en nuestro mundo sino si nosotros estamos capacitados para entender lo que ellos hac¨ªan en sus ¨¦pocas concretas. Si uno se planta frente a La piedad de Miguel ?ngel y no le cambia por dentro, o como dice Sarastro en La flauta m¨¢gica: quien no se muestra abierto a estas ideas no merece ser humano. Si reflexion¨¢ramos a fondo sobre el arte, el mundo ser¨ªa diferente.
Uno tiende a ser muy esc¨¦ptico con eso. Mire Hitler, conoc¨ªa la m¨²sica a fondo.
Ya, pero no escuchaba el mensaje. La utilizaba para abusar.
La m¨²sica es objetiva, aire sonoro, dice Barenboim. A no ser que usted me diga que es subjetiva. ?Qu¨¦ cree?
Le voy a contar una experiencia interesante. Referente a Wagner. Hace poco, tocando Trist¨¢n e Isolda ca¨ª en un detalle inmenso. Puedes perderte y sentir que est¨¢s metido en mitad de una obra grandiosa capaz de hacerte sentir individuo. Eres t¨² mismo, se recalca tu identidad en mitad de la grandeza. Cruzas una frontera curiosa.
Al pasar esa frontera, ?es f¨¢cil emocionarse? ?Llora usted a menudo o es todo un profesional?
Como m¨²sico debes concentrarte en que funcione, cu¨¢nto debes poner de cabeza y cu¨¢nto de coraz¨®n.
Pero habr¨¢ veces en que una desborde a la otra...
A veces se te eriza la piel, sientes una experiencia f¨ªsica y emotiva. Parecida a la que te da leer un buen libro. Por ejemplo, he tocado la Heroica tres veces el otro d¨ªa. Por la ma?ana, por la tarde y por la noche. Pero en ning¨²n momento sent¨ª que fuera m¨²sica creada hace 200 a?os.
Es que cada vez que se interpreta bien surge como algo nuevo. Es decir, se recrea. ?Ser¨¢ esa la diferencia entre una buena y una mala interpretaci¨®n? ?La capacidad real de recrear?
Imagino que esa es la meta, adem¨¢s de buscar una frescura constante.
No habr¨¢ tenido esa sensaci¨®n la noche que la Filarm¨®nica de Viena fue pateada en Madrid cuando hicieron un 'Bolero' de Ravel desastroso. Puede volver a disculparse ahora. ?Qu¨¦ pas¨®? ?Se acuerda?
Hombre, claro, estuve all¨ª. Fue una experiencia ¨²nica.
Se dar¨ªa cuenta de que el p¨²blico de Madrid no se anda con bromas. No pasan una.
Ya, pero es que nunca hab¨ªamos tenido problemas antes y tampoco despu¨¦s. Puedo tener alguna explicaci¨®n, pero no debo darla.
?Hombre! ?Han pasado 13 a?os!
Creo que fue muy importante para nosotros porque nos dej¨® claro algo en lo que he insistido mucho: si tocamos muy bien es demasiado poco porque la gente espera de nosotros m¨¢s que la excelencia. Debemos ser conscientes de que estamos obligados a sorprender. El problema es que para ello es necesario arriesgar y no siempre salen las cosas bien por eso. Depende del grado de exigencia de los directores. Hace poco hemos hecho el ciclo de Beethoven con Thielemann en Berl¨ªn. Eso supone una enorme exigencia. A ¨¦l no le importan los imprevistos, viene de la ¨®pera y esas cosas pasan constantemente. Sabe controlarlo, superarlo. No le da miedo. Otros s¨ª, algunos se asustan si ocurre algo.
?Lorin Maazel se puso nervioso?
No, tampoco fue eso.
Pero se enfad¨® con ustedes. Y mucho.
Ah, s¨ª, s¨ª. Mucho. Y en la siguiente asamblea importante de la orquesta lo discutimos a fondo y sacamos conclusiones.
?Cu¨¢les? El p¨²blico tiene derecho a enterarse ya que aprendieron algo de aquello.
Bueno, eso que le comentaba del nivel de exigencia. Vivir con esa obligaci¨®n de estar por encima de la excelencia.
En aquella noche la gente lleg¨® a pensar que estaban ustedes borrachos.
?No! Y no fue tampoco un desastre. Recuerdo conciertos peores. El problema con piezas as¨ª es que son demasiado conocidas. No habr¨ªa pasado si se tratara de una sinfon¨ªa de Bruckner. Nadie podr¨ªa controlar bien la salida y entrada de los instrumentos de viento, por ejemplo.
El p¨²blico de aqu¨ª es muy radical. Le viene de los toros. Si te mueves de sitio, te pitan.
Regresamos tres o cuatro meses despu¨¦s con Zubin Mehta y fue un ¨¦xito impresionante. Le preguntaron si cre¨ªa que el p¨²blico se hab¨ªa reconciliado con la orquesta y fue ¨¦l quien respondi¨®: somos nosotros quienes nos hemos reconciliado con el p¨²blico.
La Filarm¨®nica de Viena como observatorio de directores es algo ¨²nico.
Por supuesto, es una ventaja y un privilegio.
Para ellos, supongo.
Bueno, espero. Cuando hablas con otros m¨²sicos con orquestas que tienen titulares, nuestra ventaja es que estamos en contacto permanente con los 15 mejores y que no se quedan mucho tiempo. La prueba de que todo ha ido bien es cuando despu¨¦s de una gira se despiden y lo lamentan. En marzo y febrero hemos estado con Semyon Bychkov en Estados Unidos y Canad¨¢. Tres programas agotadores, pero al final, bien, nos alegr¨¢bamos de volver a casa, pero no habr¨ªa estado mal tocar tres o cuatro noches m¨¢s. Eso es lo mejor.
Me imagino que los directores que trabajan con ustedes llegan en una disposici¨®n muy humilde. ?Lo notan?
Nos tratan de forma diferente, saben que no hay intermediarios, sino que somos soberanos. Tratamos de t¨² a t¨² los programas, los ciclos, las grabaciones, y se esfuerzan por ser aceptados. Yo nunca fuerzo a la orquesta a aceptar un director; si noto que creen que no es el momento, lo dejamos.
?C¨®mo se ponen de acuerdo en los directores que les acompa?an?
Lo discutimos en las asambleas. Los observamos, vamos a conciertos. Muchos act¨²an en Viena y podemos disfrutarlos. Adem¨¢s hablamos con gente de la que nos fiamos por el gusto que tienen, por su visi¨®n musical, como el propio Alfonso Aij¨®n [promotor espa?ol, responsable de Iberm¨²sica].
?Y qui¨¦n ha sido el m¨¢s joven?
Gustavo Dudamel. Y antes, Daniel Harding. Ambos son sorprendentes, pero el caso de Dudamel es excepcional. Nunca sabes de d¨®nde va a brotar el talento. Por ejemplo, ?qui¨¦n pudo sospechar a?os antes que en Osetia surgir¨ªa uno de los m¨²sicos m¨¢s deslumbrantes del presente, como Gergiev? Eso es lo maravilloso. Una vez nos dirigi¨®, nos perdimos en un suspiro y lo agarr¨® inmediatamente. Cuando le pregunt¨¦ la ¨²ltima vez que hab¨ªa hecho la pieza, me contest¨®: "Hace 15 a?os". Incre¨ªble su cabeza.
A?o Mahler. Entre el compositor y la orquesta tuvieron una relaci¨®n intensa y conflictiva.
Fue director de la ?pera, con la orquesta ofreci¨® 44 conciertos en su vida. La relaci¨®n tuvo sus m¨¢s y sus menos. El sistema ten¨ªa sus problemas. Si el director era el encargado de la ?pera, puede funcionar, pero depende mucho de la personalidad y la psicolog¨ªa. Por la ma?ana estaban a sus ¨®rdenes y por la tarde ¨¦l era el invitado.
Algo un poco viciado.
No era lo ideal.
De ah¨ª que otras orquestas hayan pasado a ser las tradicionales reservas de su sonido, como la Concertgebouw. Parece extra?o cuando su lugar era Viena y la Filarm¨®nica. ?Qu¨¦ pas¨®?
Creo que el mismo Mahler lo evit¨®. Estoy convencido de que nuestra orquesta lo toca de forma apropiada. La relaci¨®n fue complicada, pero ¨¦l reconoci¨® que Viena era su casa. Que por m¨¢s que probaba otras a lo largo del mundo, la Filarm¨®nica era la mejor. Y creo que nosotros lo interpretamos de la manera que ¨¦l deseaba, es m¨²sica esencialmente vienesa.
Aun as¨ª, ?no se sinti¨® despreciado?
Mientras estuvo en Viena, ¨¦l fue incre¨ªblemente escrupuloso. Nunca se aprovech¨® de su situaci¨®n para imponer a la orquesta sus composiciones. Estaba absolutamente volcado en la obra de otros, incluso de sus contempor¨¢neos. Estren¨® obras de Bruckner, Dvo?r¨¢k... Cuando se hizo su Segunda sinfon¨ªa fue una proposici¨®n de la orquesta, no suya.
Quiz¨¢, creen muchos, guardaba dentro de s¨ª el deseo de que fuera la orquesta quien se lo pidiera y pocas veces se le hac¨ªa esa invitaci¨®n.
Puede, pero no abusaba nada. Lo hac¨ªa muy rara vez, a lo mejor una al a?o. En una ocasi¨®n, ¨¦l pidi¨® a la orquesta contratarla para ensayar antes de imprimir su Quinta sinfon¨ªa. Accedieron un¨¢nimemente y la orquesta rechaz¨® cobrar nada. Fue en 1905, al a?o siguiente hicieron lo mismo con la Sexta. Y Mahler les escribi¨® una carta emocionante de agradecimiento. Una de las cartas m¨¢s maravillosas recibidas nunca por la orquesta. Expres¨® su gratitud y dijo: "Estoy orgulloso de pertenecer a una comunidad que no solo se re¨²ne por obligaci¨®n, sino para estrechar los lazos comunes del arte, aquellos que conectan a gente completamente distinta".
Acaba de saltar una crisis entre el Festival de Pascua de Salzburgo y la Filarm¨®nica de Berl¨ªn. Su director, Simon Rattle, ha renunciado a seguir haci¨¦ndolo a partir de 2013. Ustedes son la orquesta residente del festival en verano, ?qu¨¦ ha pasado ah¨ª? ?En qu¨¦ les afecta? ?Se har¨¢n cargo ustedes?
Para m¨ª siempre ha estado clara una cosa, no me gustar¨ªa meterme en esto, pero siempre cre¨ª que el Festival de Pascua fue algo centrado exclusivamente en Karajan. No ten¨ªa nada que ver con m¨²sica religiosa ni nada parecido, estaba concebido para mayor gloria suya y de las ¨®peras que programaba. Estaba claro que a su muerte deb¨ªan haber intentado reconducirlo. Tanto Claudio Abbado como ahora Simon Rattle no se pueden comparar con ¨¦l. Son directores distintos. Esa oportunidad se pas¨®.
?No tiene sentido continuar?
Fue un fallo del festival. Era una iniciativa privada en la que entraron la ciudad de Salzburgo y la regi¨®n.
Ahora Rattle dice que no hay presupuesto para lo que pretende.
Las entradas son car¨ªsimas, mucho m¨¢s que en verano. ?Por qu¨¦ pagar 180 euros por un espect¨¢culo cuando en Aix-en-Provence puedes verlo por 108? Los sponsors se han ido retirando porque lo que les interesaba era apoyar a Karajan. La gente iba a verlo a ¨¦l. Cuando desapareci¨® deb¨ªan haberlo reinventado. Hace dos a?os nos plantearon si quer¨ªamos hacernos cargo. Pero pedimos que nos dejaran hablarlo entre nosotros y con la ?pera Estatal. Creo que nos utilizaron para presionar a la Filarm¨®nica de Berl¨ªn a alcanzar un acuerdo que finalmente consiguieron. Ahora no s¨¦ por qu¨¦ se ha roto. Lo que s¨ª me consta es que algunos pol¨ªticos se han enfadado much¨ªsimo.
?Y han recurrido a ustedes de nuevo?
No; de todas formas, nuestros compromisos en 2013 son muchos, ser¨ªa imposible.
Del viol¨ªn al archivo
Clemens Hellsberg, de 57 a?os, ha dedicado su vida a la Filarm¨®nica de Viena. Entr¨® como primer violinista en la Orquesta de la ?pera Estatal, el cuerpo que forma la orquesta, en 1978, y desde 1997 la preside. Tambi¨¦n es archivero de la misma y como tal cuida toda la memoria de la formaci¨®n. Hasta tal punto que es autor del libro 'Democracy of kings', una aut¨¦ntica biograf¨ªa de la orquesta vienesa creada en 1842.
Su trabajo ha sido permanentemente reconocido como impulsor de una necesaria modernidad. Ha sido condecorado por el presidente austriaco, Thomas Klestil, y ha alentado durante su mandato la admisi¨®n de mujeres y m¨²sicos de otras razas en la orquesta. Su empe?o en la admisi¨®n de la violinista b¨²lgara Albena Danailova fue un claro ejemplo de su determinaci¨®n a acabar con el sexismo en la misma.
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