La revoluci¨®n 'grafiteada'
Pintadas cargadas de simbolismo en la isla de Zamalek. El bar que refugi¨® a los periodistas o donde com¨ªan los manifestantes durante la revuelta egipcia. Y en el centro de todo, la plaza de Tahrir
Millones de voces gritando libertad y un pueblo unido por la desesperaci¨®n celebrando al fin haberla alcanzado. La liberaci¨®n. Eso significa Tahrir. Una palabra que ya siempre ser¨¢ sin¨®nimo de Egipto y de revoluci¨®n. Una plaza y, entre sus farolas y palmeras, un pueblo volcado en su exigencia de democracia.
Voyeurs de la actualidad devoramos cada imagen televisiva de lo que ocurr¨ªa all¨ª entre el 25 de enero y el 11 de febrero. Una revuelta que acab¨® con una dictadura de 30 a?os y un r¨¦gimen corrupto. Detalles que algunos gu¨ªas intentaban explicar a los turistas que hasta hace unos meses llenaban el pa¨ªs. Porque la revoluci¨®n, no esta, sino los disturbios que le vinieron aparejados, han alejado el turismo, la principal fuente de divisas del pa¨ªs. Y como sin una econom¨ªa sana no hay democracia y dado que hoy Egipto es tan seguro o m¨¢s que antes, ha llegado el momento de volver.
Cruceros por el Nilo o pir¨¢mides milenarias (1) justifican la visita, pero ahora adem¨¢s Egipto atesora una serie de lugares que pasar¨¢n a los libros de historia igual que la plaza de la Concordia o la Bastilla, en Par¨ªs. Son las paradas de la revoluci¨®n: la plaza de Tahrir, el puente de Qasr el Nil... Sandalias y calcetines listos, el nuevo Cairo espera.
10.00 Al principio fue el puente
All¨ª empez¨® todo. Sobre el Nilo. En un puente. El de Qasr el Nil (2), flanqueado en ambas orillas por gigantescas parejas de leones sin bigotes. Testigos mudos de la fortaleza del pueblo egipcio y de su determinaci¨®n, los felinos, obra de Henri Alfred Jacquemart, oyeron las primeras consignas y vieron de reojo los primeros palos contra los que ped¨ªan pan y democracia en la ma?ana del 25 de enero. Tres d¨ªas despu¨¦s se libraba sobre ¨¦l una de las m¨¢s duras batallas para conquistar la plaza de Tahrir: gases lacrim¨®genos, bastonazos y agua a presi¨®n contra manifestantes desarmados. Sus 382 metros fueron ganados palmo a palmo. Cuando horas despu¨¦s al fin se conquistaba el acceso, los guardianes de bronce parec¨ªan sonre¨ªr desde sus atalayas manteniendo a salvo la retaguardia de los rebeldes.
11.00 Arte callejero contra dictaduras
Una de las primeras cosas que trajo la reci¨¦n recuperada libertad fue la necesidad de expresar la represi¨®n que hab¨ªan sufrido los egipcios. Las paredes se convirtieron en improvisados lienzos donde igual se ped¨ªa democracia como se honraba a las 846 personas que fueron asesinadas durante los 18 d¨ªas de protestas. Muchos artistas, como Ganzeer (http://ganzeer.blogspot.com/), han encontrado en el arte callejero una nueva forma de expresi¨®n y de denuncia. Cruzando el puente hacia la isla de Zamalek (3), frente al recinto de la ?pera - (4) un taxi puede llevarnos a ver algunos ejemplos por 30 libras egipcias (4 euros), en una ruta de circunvalaci¨®n a la isla. Ojo, tambi¨¦n se puede caminar si no hace mucho calor. Las distancias son cortas y el paseo agradable.
El primer mural, hacia la mitad de la calle de Gezira (5), es una imagen en acr¨ªlico de Tarek Abdel Latif, uno de los manifestantes muertos en la protesta. En la calle de Ismail Mohamed, seis grafitis con el 25 de enero como motivo adornan las paredes del Instituto de Bellas Artes (6). Al final de la isla se puede ver el titulado Abajo los amantes del r¨¦gimen (7) (Abu el Feda, 19). A la salida del puente del Seis de Octubre, en la calle de Gabaleya (8), podremos ver un gigantesco tanque. Ya de vuelta, cruzando el puente y dejando atr¨¢s Zamalek, le pediremos al taxista que nos deje en la plaza del Falaky. All¨ª podremos disfrutar de una Stella, la cerveza local, en el Horreyia (9) (Libertad), mientras vemos el grafiti homenaje a Islam Raafat. Este fue censurado y borrado, pero ha sido pintado de nuevo. Las paredes de este bar, refugio de periodistas y opositores, han o¨ªdo m¨¢s debates pol¨ªticos que el propio Parlamento egipcio.
Un grupo de artistas ha creado un mapa en Google Maps que servir¨¢ a los que quieran abundar en su ruta de arte callejero; basta con teclear "Cairo street art map" en el buscador de Google.
14.00 Comida casera, est¨®magos rebeldes
Cuando todos los establecimientos tapiaron puertas y ventanas y dejaron sin un solo lugar donde comer a los manifestantes, hubo un peque?o rinc¨®n en los aleda?os de la plaza de Tahrir (10) (en un callej¨®n que sale hacia la mitad de Mohamed Basiony, los lugare?os sabr¨¢n indicarnos) que se mantuvo firme en su prop¨®sito de apoyar la revoluci¨®n llenando los est¨®magos.
Omm Dahab, la madre de Dahab, ya era un m¨¢gico y econ¨®mico lugar donde se pod¨ªa degustar, por menos de 4 euros, una de las mejores comidas caseras de la ciudad. Durante la revuelta fue el ¨²nico que se mantuvo abierto. Muy cerca de all¨ª, en la plaza de Talaat Harb (11), donde est¨¢ la sede del partido Ghad (segunda planta, sobre el caf¨¦ Groppi), se celebr¨® la primera sesi¨®n del Parlamento del Pueblo. Los pol¨ªticos intentaron all¨ª recuperar las riendas de un movimiento que les super¨® y que lideraban los j¨®venes.
16.00 La plaza de la Liberaci¨®n
Caminando por la calle Qasr el Nil llegaremos a la plaza de Tahrir, justo frente al Museo de Antig¨¹edades Egipcias (12). El lateral que vemos fue protegido con sus cuerpos por los egipcios que intentaban impedir que fuera expoliado. Tras ¨¦l, ennegrecida y sin ventanas, se encuentra la que fue sede del Partido Nacional Democr¨¢tico de Mubarak. El 28 de enero ardi¨®, llev¨¢ndose consigo infinidad de documentaci¨®n que habr¨ªa podido ser de utilidad en los juicios que contra altos cargos del r¨¦gimen est¨¢n ahora en curso. Por ese flanco del museo vinieron tambi¨¦n a caballo y camello los matones contratados por el r¨¦gimen para tornar violenta la protesta. Y al final de la calle se instalaron barricadas para defenderse de la lluvia de palos, piedras y machetes de los pro-Mubarak.
19.00 Respiro en los caf¨¦s del Borsa
Desde all¨ª, rodeando la plaza, podremos ver las agencias de viajes que se convirtieron en dispensarios m¨¦dicos, las azoteas desde las que los francotiradores practicaron punter¨ªa en las cabezas de los manifestantes, la rotonda donde se instal¨® la peque?a rep¨²blica de Tahrir.
En los soportales del n¨²mero 3 hay un peque?o oratorio donde se instal¨® el hospital de campa?a que atendi¨® a los heridos y recogi¨® a los muertos. En aquellos d¨ªas, cada calle de acceso ten¨ªa un control de serpentinas met¨¢licas y tanques. La principal, en el lado opuesto del museo, es Qasr el Ainy, y fue a pesar de ello escenario de duras batallas por ser la que da acceso al Parlamento (13) y al Ministerio del Interior. En ella podemos ver las garitas policiales destrozadas y los nuevos asientos de granito. Los viejos los arranc¨® la polic¨ªa el 25 de enero para lanz¨¢rselos a los manifestantes.
Si despu¨¦s de ver c¨®mo cae el sol sobre Tahrir igual que hicieron los egipcios aquellos 18 d¨ªas necesitamos un respiro, cualquiera de los caf¨¦s del Borsa (14) servir¨¢ para refrescarnos a la egipcia, con un t¨¦ y una shisha. As¨ª lo hac¨ªan ellos antes de volver al coraz¨®n de la revuelta.
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