Desplazamiento del poder
Bastantes analistas consideran que lo peor del balance de Zapatero en el Gobierno ser¨¢ la pol¨ªtica laboral, instrumentada a trav¨¦s de las reformas del mercado de trabajo (aprobada hace un a?o) y de la negociaci¨®n colectiva (recientemente votada en el Parlamento). Unas reformas que suponen en conjunto un desplazamiento del poder dif¨ªcilmente reversible hacia las posiciones empresariales, sin que por el momento se haya avanzado en la creaci¨®n de puestos de trabajo y siendo dudoso que consigan la flexibilidad necesaria para mejorar la productividad por hora trabajada (causa ¨²ltima de la falta de competitividad de nuestro pa¨ªs).
Ninguna de las dos reformas logr¨® pactarse entre los agentes econ¨®micos y sociales. Ante ese fracaso negociador, el Gobierno prepar¨® sus propios textos, que en los dos casos fueron rectificados una y otra vez para que llegasen al Congreso con posibilidades de ¨¦xito, hasta desequilibrarlos y empeorarlos seg¨²n criterio de esos expertos. En estas contorsiones ha jugado un papel central el Ministerio de Econom¨ªa, que ha corregido y matizado una y otra vez al de Trabajo, que es quien presentaba los documentos iniciales y quien conoce a fondo la realidad del mercado de trabajo y sus consecuencias. La ¨²ltima voltereta se dio la semana pasada, cuando para salvar la votaci¨®n sobre la negociaci¨®n colectiva a trav¨¦s de la abstenci¨®n de los grupos nacionalistas vasco y catal¨¢n, el grupo parlamentario socialista acept¨® que los convenios colectivos auton¨®micos puedan prevalecer sobre los nacionales, lo que puede poner en cuesti¨®n la unidad de mercado en materia laboral.
Las reformas laborales han sufrido una gran metamorfosis entre sus borradores y lo aprobado
"En definitiva, no es una reforma equilibrada [la de la negociaci¨®n colectiva] que dota de mayor flexibilidad interna a las empresas a cambio de mayor participaci¨®n de los trabajadores, sino una clara desregulaci¨®n de las condiciones laborales, que descuartiza la negociaci¨®n colectiva y fragiliza los derechos. Un nuevo destrozo que se suma al de la reforma laboral del a?o pasado, que en lugar de empleos sigue produciendo precariedad laboral y basado tambi¨¦n en falsos estereotipos sobre la rigidez de nuestras instituciones laborales machaconamente agitados". Esta opini¨®n no es de ning¨²n portavoz de la camale¨®nica oposici¨®n de derechas, ni de Izquierda Unida o las centrales sindicales, sino del presidente de la Comisi¨®n de Econom¨ªa del Congreso, el diputado socialista por Madrid y ex secretario general de Comisiones Obreras, Antonio Guti¨¦rrez, que el pasado viernes public¨® una demoledora tribuna de opini¨®n (EL PA?S, 1 de julio), en la que denunciaba las idas y vueltas practicadas para aprobar el decreto sobre la negociaci¨®n colectiva.
La de Guti¨¦rrez no es una opini¨®n cualquiera en este asunto. Por su conocimiento y representatividad. Sabe que Zapatero comunic¨® a los sindicatos un texto concreto, que fue endurecido luego por el Consejo de Ministros, y nuevamente rectificado para obtener la citada estabilidad parlamentaria del Gobierno mediante la neutralidad de los nacionalistas. Pactar para arrimar el hombro ante retos comunes engrandece a la pol¨ªtica, pero urdir cambalaches que aprovechan a quienes siempre barren para casa, la envilece. "Por no hacerles el juego a estos ¨²ltimos y por lealtad al Gobierno que apoyo", dice Guti¨¦rrez, "vot¨¦ la convalidaci¨®n del decreto aun estando en contra; pero a la vista del apa?o final, que no conoc¨ª hasta despu¨¦s de la votaci¨®n, y convencido de que no servir¨¢ para salir del bache econ¨®mico y de que a¨²n acentuar¨¢ m¨¢s el fracaso pol¨ªtico, quiero dejar claro mi rotundo no". El presidente de la Comisi¨®n de Econom¨ªa anuncia su no a la tramitaci¨®n de la ley.
Hace un a?o, cuando se debati¨® la reforma laboral, el texto tambi¨¦n sufri¨® una metamorfosis asombrosa entre su primer borrador y el decreto aprobado. Guti¨¦rrez se abstuvo en la votaci¨®n de la convalidaci¨®n del decreto. Y escribi¨® lo siguiente: "Jalear a un gobernante con los t¨®picos sobre la estatura pol¨ªtica para que imponga medidas dif¨ªciles aunque sean duras, suele ser una argucia embaucadora acu?ada por las derechas para confundir a un Gobierno de izquierdas, que no pocas veces se han tragado". En el origen de la indignaci¨®n ciudadana est¨¢n estos vaivenes inentendibles en materia laboral que, parad¨®jicamente, no sacian las ansias reformistas de la patronal. El presidente de Gobierno dijo en el debate sobre el estado de la naci¨®n que "no hay dos Zapateros sino dos circunstancias distintas". Dif¨ªcil de compartir, a la luz de esta experiencia.
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