'Tea parties' mort¨ªferos
Mientras la Uni¨®n Europea salvaba los muebles con un acuerdo de ¨²ltima hora sobre la deuda griega, en Estados Unidos el presidente Barack Obama sigue negociando con la mayor¨ªa republicana de la C¨¢mara de Representantes un pacto que evite la suspensi¨®n de pagos del pa¨ªs el pr¨®ximo 2 de agosto. El problema es el mismo a ambos lados del Atl¨¢ntico: la pol¨ªtica con min¨²sculas impide tomar decisiones de calado y pone a la econom¨ªa mundial al borde del abismo.
El ultraconservador Tea Party se niega a autorizar un aumento de la deuda p¨²blica de Estados Unidos si el Gobierno dem¨®crata no se compromete a fuertes recortes sociales. En Europa, el partido conservador portugu¨¦s llev¨® a su pa¨ªs al rescate al votar en contra un plan de ajuste que luego tuvo que aprobar, tras ganar unas elecciones anticipadas, con medidas m¨¢s duras que las que neg¨® al Gobierno socialista. Y en Espa?a, el Partido Popular sigue jugando a la contra de forma irresponsable en busca de un presunto triunfo electoral que le llevar¨¢, si llega a Moncloa, a plantear un plan de ajuste que incluya medidas que ha votado en contra. Distintas versiones de tea parties, americanos o ib¨¦ricos, cuyos resultados son mort¨ªferos para sus pa¨ªses.
EE UU tiene que solucionar el problema para evitar un nuevo cataclismo mundial
Cuando los problemas llegan a un l¨ªmite la oposici¨®n debe actuar con responsabilidad
Antes de nada, hay que aclarar que los responsables de la situaci¨®n econ¨®mica de los pa¨ªses son los gobiernos, no la oposici¨®n. El Gobierno griego es el que hizo contabilidad creativa durante a?os llevando el pa¨ªs a la ruina; o el portugu¨¦s el que no supo gestionar la crisis; o el espa?ol, el que la neg¨® primero y actu¨® con tibieza cuando se vio obligado a reaccionar ante la gravedad de la situaci¨®n. Y, por supuesto, la administraci¨®n estadounidense, que ha confiado en una recuperaci¨®n econ¨®mica, que sigue sin llegar de forma completa (como reconoci¨® el jueves el presidente de la Reserva Federal, Ben Barnanke), para saldar sus deudas excesivas.
Tambi¨¦n hay que recordar que el debate pol¨ªtico es la base de la democracia y que es l¨ªcito defender las posiciones propias ante propuestas del partido contrario.
Sin embargo, cuando los problemas llegan a un l¨ªmite, los partidos de la oposici¨®n deben actuar con responsabilidad para evitar males mayores. ?De qu¨¦ sirve forzar un vuelco electoral sobre la base de la ruina de un pa¨ªs? Por eso, la actitud del Partido Republicano de Estados Unidos es incomprensible. Como lo es el ¨²ltimo episodio protagonizado por la nueva presidenta de Castilla-La Macha, y secretaria general del PP, Mar¨ªa Dolores de Cospedal, aireando unas supuestas cuentas ocultas en la regi¨®n (en un informe sin firmar por los interventores), que han encarecido de forma notable la ¨²ltima emisi¨®n de deuda del Estado.
Pero volvamos a Estados Unidos. La C¨¢mara de Representantes, con mayor¨ªa republicana desde noviembre pasado, niega al presidente Obama que asuma m¨¢s deuda por encima de los 14,3 billones de d¨®lares que tiene en la actualidad. Sin ese nuevo endeudamiento, la Administraci¨®n se quedar¨¢ sin dinero para hacer frente a sus pagos a partir del pr¨®ximo 2 de agosto. Desde ese d¨ªa, Estados Unidos dejar¨¢ de pagar a sus pensionistas y funcionarios, e incluso a los bonistas de todo el mundo (especialmente de China), que han confiado sus inversiones a la solvencia de la primera potencia econ¨®mica mundial.
Detr¨¢s de esta negativa est¨¢n los 40 congresistas norteamericanos que figuran bajo la disciplina del Tea Party, encabezados por el n¨²mero dos de la C¨¢mara, el halc¨®n Eric Cantor. El partido conservador estadounidense piensa que tiene una oportunidad de oro para acabar con la carrera pol¨ªtica del presidente Obama, para arrebatarle la presidencia en 2012.
La condici¨®n expuesta por los republicanos para admitir un aumento de la deuda es un compromiso para reducir el d¨¦ficit fiscal en unos cuatro billones de d¨®lares en diez a?os (m¨¢s de 100.000 millones en este ejercicio). Este acuerdo ser¨ªa asumible por los dem¨®cratas, siempre que esta reducci¨®n se lograra tanto con aumento de ingresos, como con recorte de gastos. Es decir, que adem¨¢s de eliminar programas de gasto, Obama propone aumentar impuestos a empresas petroleras y a los contribuyentes con m¨¢s de 250.000 d¨®lares de ingresos anuales.
Ah¨ª es donde ponen la l¨ªnea roja los republicanos: nada de subir impuestos. El sacrificio lo deben asumir solamente los beneficiarios de los programas sociales. Una jugada maestra desde el punto de vista pol¨ªtico, porque esa es precisamente la base electoral de Barack Obama. Por eso, los dem¨®cratas trazan tambi¨¦n su l¨ªnea roja en los recortes sociales.
La pregunta que surge entonces es muy clara: ?C¨®mo se puede reducir el d¨¦ficit fiscal de Estados Unidos sin subir impuestos o recortar gastos sociales? Y La respuesta es igualmente n¨ªtida: es imposible.
Por eso, para llegar a un acuerdo es imprescindible, como siempre, que ambas partes de la negociaci¨®n cedan algo en sus posiciones y se acerquen a un punto de entendimiento. Algo que siempre ha ocurrido en la historia de Estados Unidos. Lo importante es que la administraci¨®n norteamericana no suspenda pagos dentro de quince d¨ªas.
El corresponsal de EL PA?S en Washington, Antonio Ca?o, informaba el pasado mi¨¦rcoles de que senadores centristas de ambos partidos hab¨ªan iniciado una negociaci¨®n al margen de la oficial, en la que buscaban f¨®rmulas originales para zanjar el enfrentamiento con una soluci¨®n sin vencedores ni vencidos. Entre ellas, una maniobra parlamentaria para autorizar el endeudamiento sin una votaci¨®n nominal, o una compleja votaci¨®n que recogiera el principio republicano de que se oponen a la deuda aunque la autorizan por responsabilidad o patriotismo.
Sea cual fuere la f¨®rmula, Estados Unidos tiene que solucionar el problema y evitar un nuevo cataclismo mundial de muy dif¨ªcil salida.
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