"No es una crisis, es que ya no te quiero"
La manifestaci¨®n se bifurc¨® y se reuni¨® en el kil¨®metro cero
?La revoluci¨®n puede ser un acto organizado? En M¨¦xico, el PRI, un partido que estuvo d¨¦cadas en el poder, lleg¨® a institucionalizarla. Los indignados del 15-M, dentro de ese caos bien ensamblado que siempre acompa?a al movimiento desde que surgi¨® hace m¨¢s de dos meses, intentaron ayer poner orden en una gran manifestaci¨®n contra el sistema que recorri¨® el centro de Madrid, y, a ratos, lo consiguieron. Sin embargo, acabaron un buen n¨²mero de ellos sali¨¦ndose del recorrido, tomaron la Gran V¨ªa por un lado y por otro llegaron hasta la puerta del Congreso de los Diputados. La polic¨ªa no pudo evitar su af¨¢n expansivo. El lema de la cabecera invitaba a pensar que quieren romper con el orden establecido aunque sin dramatismos: "No es una crisis, es que ya no te quiero".
La manifestaci¨®n comenz¨® sobre las 18.30 en Atocha. A esas horas, uno de los organizadores repart¨ªa pancartas: "No hay pan para tanto chorizo", "Sanidad, crimen ilegal" o "Un mundo sin muros". Hab¨ªa para todos los gustos. En ella participaban los peregrinos que hab¨ªan recorrido pueblo a pueblo Espa?a hasta desembocar la noche del s¨¢bado en la Puerta del Sol, el lugar donde naci¨® el 15-M. A esos hab¨ªa que sumar los 30 autobuses que hab¨ªan venido de fuera. Seg¨²n c¨¢lculos realizados por EL PA?S, en la manifestaci¨®n que acab¨® en Sol participaron unas 35.500 personas.
En mitad del recorrido se present¨® una pareja de novios, Ana y Luis, reci¨¦n casados en una iglesia cercana, que fueron a sacarse fotos delante de las pancartas. La marcha no se deten¨ªa por nadie y casi los arrolla. Los manifestantes se erigieron a continuaci¨®n en jueces y cada vez que pasaban por una instituci¨®n o la oficina de un banco emit¨ªan un veredicto. "?Culpables!", corearon ante el Ministerio de Sanidad, el Ayuntamiento de Madrid y el Banco de Espa?a. Una vez llegados a la zona de Sevilla, cerca de donde deb¨ªa acabar el recorrido, varios centenares desoyeron las recomendaciones y subieron por Gran V¨ªa ante la mirada impotente de los polic¨ªas. "Lo llaman democracia y no lo es", era la banda sonora con la que se ascend¨ªa. Pintaron las paredes de los bancos que encontraban a su paso y alguno se desnud¨® para escenificar que se sent¨ªa desprotegido. Sin casa, sin dinero, sin ropa; es lo que llevaba escrito en la ropa.
Llegar a la esquina con Montera supone encontrarse con los hermanos Alc¨¢zar, dos heavies que llevan a?os pasando ah¨ª la tarde, frente a lo que era Madrid Rock, una m¨ªtica tienda de discos que ahora es una franquicia de ropa juvenil. Los Alc¨¢zar conocieron los excesos y ahora llevan a?os sin drogarse ni beber. Entusiasmados, vieron llegar a los indignados. "Les apoyamos, claro. Ojal¨¢ se quedaran aqu¨ª con nosotros", dec¨ªa uno de ellos mientras levantaba el pu?o. Bendecidos por los gemelos, los m¨¢s desmadrados se dirigieron a Preciados, la calle m¨¢s comercial de la capital, con el fin de invadirla y quejarse del consumismo. Turistas y gente de compras estaban at¨®nitos. Les gritaban que dejasen de mirar y se uniesen: "Esta crisis la estamos pagando todos".
Remco Bouma, un holand¨¦s de 27 a?os, intentaba vender una bicicleta por 50 euros. Indignado y negociante a la vez. Es holand¨¦s y ma?ana vuelve a ?msterdam, de ah¨ª las prisas por colocar su bici. Lleg¨® a Barcelona como un turista m¨¢s pero se entusiasm¨® con el movimiento y se embarc¨® en la columna que llegaba desde la capital catalana. "Cuando me enter¨¦ de la marcha me compr¨¦ una bicicleta y me un¨ª al grupo". Se quer¨ªa enterar de qu¨¦ iba la Spanish Revolution y promete transmitir todos sus valores por el norte de Europa.
En Sol se unieron los que hicieron el recorrido establecido y los que hab¨ªan dise?ado su propia ruta. Una marea de gente fundi¨¦ndose en medio de la plaza. Un cantautor entonaba lo mejor que pod¨ªa mientras dos mujeres pedaleaban en una bicicleta est¨¢tica a su alrededor. La gente daba palmas. Unos pocos, con m¨¢s ganas de marcha, se fueron a protestar frente al Congreso: "Este edificio es del pueblo", gritaban. Despu¨¦s volvieron a Sol, donde permanec¨ªan miles de personas. La noche iba a ser larga. La pregunta que surg¨ªa a esas horas es si se quedar¨ªan acampados m¨¢s all¨¢ de hoy. Por lo pronto han programado asambleas y grupos de trabajo, y hay comida en las despensas para alimentar a un regimiento. De los indignados se sabe cu¨¢ndo llegan, pero no cu¨¢ndo se van.
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