Tomates que saben a... nada
Colectivos de agricultores defienden las semillas tradicionales para dotar a las verduras del sabor de anta?o - La biodiversidad agr¨ªcola se ha visto mermada
?Qui¨¦n no ha sentido alguna vez rabia interior en la cocina despu¨¦s de comprobar que un tomate sabe a... nada? La triste respuesta es la consecuencia de la degradaci¨®n de la calidad de las hortalizas y las frutas durante los ¨²ltimos a?os. Esa alarmante carencia de sabor, especialmente notable en las ciudades y sus supermercados, est¨¢ justificada por las grandes cadenas de distribuci¨®n como el peaje que conlleva que las verduras tengan un color y forma de libro y permanezcan frescas durante m¨¢s d¨ªas. Ante este deterioro de la calidad, muchos consumidores y agricultores dijeron basta y se han organizado para que las semillas tradicionales se impongan a las h¨ªbridas y as¨ª recuperar ese maltratado sentido del gusto.
"Por fin he vuelto a saborear un tomate como en mi ni?ez", dice un consumidor
Hay movimientos como el slow food y las redes de semillas desde hace d¨¦cadas, pero recientemente los casos que reclaman una soberan¨ªa alimentaria (productores de un territorio organizados) se multiplican. "Preservar los pepinos de mi abuelo o los pimientos de mi t¨ªo es un tema muy rom¨¢ntico. Conservar una semilla es un desfile de conocimiento (...) Igual que Mercadona ha reventado los mercados de abastos, el mercado destrozar¨¢ a Mercadona... Porque la gente est¨¢ harta de comer porquer¨ªas", vaticina Jaime Garc¨ªa, ingeniero de montes que coordina a 40 agricultores de la Serran¨ªa de Ronda (M¨¢laga) en un proyecto para recuperar las variedades locales. Y de paso dinamizar la econom¨ªa agraria y ganadera locales, tan da?adas por la crisis.
La biodiversidad agr¨ªcola se ha visto mermada en el ¨²ltimo siglo de manera alarmante y los cultivos son cada vez m¨¢s homog¨¦neos. Porque existen bancos p¨²blicos de semillas de conservaci¨®n, pero la riqueza que anta?o atesoraba la tierra, se est¨¢ perdiendo a pasos agigantados. "Si mantenemos las catedrales ?Por qu¨¦ no se defienden las semillas? No es un planteamiento catastrofista, es realismo", censura Garc¨ªa. El proyecto ronde?o, pendiente de una subvenci¨®n de 120.000 euros de Bruselas para materializarse, incluye agricultores, pero tambi¨¦n apicultores y ganaderos, conectados gracias a la "alimentaci¨®n de kil¨®metro cero". Estas iniciativas buscan romper la din¨¢mica de un mercado donde los agricultores son rehenes de corporaciones que les venden las semillas a precios disparados. Basta un solo ejemplo: el precio medio de un kilo de semillas de tomates (54.000 euros) supera al del oro.
Georgina Richmond es voluntaria del proyecto ronde?o y seduce a los agricultores de las bondades del intercambio de semillas locales al margen del mercado. "El pero ronde?o est¨¢ casi perdido. Se trata de concienciar a los agricultores para intercambiar las semillas aut¨®ctonas", ilustra.
La diferencia es en ocasiones abrumadora: melones de tipo coca, piel de sapo, amarillo y blanco de Tarifa. Son los tipos de mel¨®n que Paula L¨®pez servir¨¢ en septiembre junto a su socio Joaqu¨ªn Moral en su huerta sevillana Con los pies en la tierra, a pesar de contar con solo 7.000 metros cuadrados. Una treintena de consumidores urbanos reciben sus productos en una cesta de siete kilos y con seis productos al precio de diez euros.
Eduardo Guti¨¦rrez opt¨® por comprar la ecocesta cuando vio que recuperar los sabores de anta?o no eran una quimera. "Por fin he vuelto a saborear un tomate como en mi ni?ez. Eso del precio alto en los productos ecol¨®gicos, cuando son de temporada, es un mito", dice. El secreto, que no es tal, son las semillas tradicionales, escogidas con mimo. "El grueso de las semillas las sacamos de La Verde, donde estuve trabajando", describe L¨®pez, que subraya la apuesta de ubicarse a las afueras de Sevilla, en una zona con huertas en proceso de recalificaci¨®n urban¨ªstica.
Desde hace 26 a?os, La Verde es un cl¨¢sico entre las cooperativas andaluzas m¨¢s inquietas. Sirven a unos 300 consumidores, comedores escolares p¨²blicos y cocineros preocupados por la calidad del g¨¦nero que sirven, y que acuden buscando productos como la zanahoria morada y el tomate rote?o. Cada a?o, los seis socios reciben una decena de universitarios espa?oles y brit¨¢nicos que estudian la recuperaci¨®n de las semillas que llevan a cabo.
A pesar de que movimientos como la Red Andaluza de Semillas funcionan desde 2003, las Administraciones se han limitado a subvencionar proyectos puntuales a trav¨¦s de los fondos sociales europeos o la Fundaci¨®n Biodiversidad del Ministerio de Medio Ambiente. La Junta ha contemplado desde la barrera el rescate de las semillas tradicionales desde el ¨¢mbito rural aliado con el universitario (bi¨®logos e ingenieros agr¨®nomos preocupados por la degradaci¨®n de los cultivos).
Mientras que los programas p¨²blicos de conservaci¨®n de la ganader¨ªa llevan a?os de recorrido, las semillas han sido ignoradas. "El mundo de los cultivos hort¨ªcolas es much¨ªsimo m¨¢s extenso. Es un tema muy complejo que hemos retomado hace un a?o y a finales de este a?o presentaremos un documento recopilatorio con las ideas para un desarrollo normativo pendiente", admite Judith Anda, directora general de Producci¨®n Agr¨ªcola y Ganadera de la Junta.
Para que las verduras se mantengan frescas durante m¨¢s tiempo y la exportaci¨®n sea una opci¨®n para muchos agricultores, estos se ven obligados a utilizar herbicidas y ciertas semillas que a su vez sobrevivan a los herbicidas. En definitiva, un bucle en el que la falta de rentabilidad les atrapa entre las semillas que les ofrecen las empresas y lo que el consumidor demanda. "Hay much¨ªsima preocupaci¨®n ante la p¨¦rdida de semillas que ya no se encuentran. Adem¨¢s, le hemos pedido a la Junta unas medidas porque las semillas transg¨¦nicas son una amenaza para la agricultura ecol¨®gica, una ense?a de Andaluc¨ªa", se?ala Jos¨¦ Manuel Ben¨ªtez, de la asociaci¨®n Coag. En Arag¨®n, la inmensa mayor¨ªa de los agricultores que cultivaban ma¨ªz ecol¨®gico han tenido que abandonarlo porque sus cultivos se han contaminado de los cultivos transg¨¦nicos, recuerda Ben¨ªtez.
"No saben, pero tienen un aspecto magn¨ªfico"
"El cliente busca un color y una uniformidad y eso se consigue con estas semillas de multinacionales para que entre por los ojos. Prima lo que ves, por eso las cosas no saben, pero tiene un aspecto magn¨ªfico", Adolfo Pastor, directivo de la multinacional Bejo, que comercializa semillas h¨ªbridas, refleja con pasmosa sinceridad la realidad del mercado que sufren -o disfrutan- sus clientes. Es decir, la inmensa mayor¨ªa de los consumidores espa?oles. ?Realmente prefiere el consumidor un tomate o un mel¨®n de escaparate a uno que sea jugoso? ?Es posible que se resigne ante la a?oranza por los sabores que disfrutaba hace d¨¦cadas y prefiera el despliegue de color? La experiencia diaria confirma que s¨ª.
Inmaculada Gonz¨¢lez, ama de casa, explica c¨®mo los impulsos monopolizan su compra: "Somos tan tontos que comemos con la vista y no con la boca. En los supermercados la fruta es s¨²per cara y el sabor no tiene nada que ver. Y se nos olvida y volvemos a caer en la trampa porque el envase da muy buena presencia y ning¨²n tomate est¨¢ picado". Gonz¨¢lez recuerda c¨®mo los comerciantes sit¨²an los productos m¨¢s prescindibles en lugares estrat¨¦gicos. "Luego te preguntas ?por qu¨¦ lo compr¨¦? Te da rabia haberte gastado tres veces m¨¢s por un impulso y porque ten¨ªa muy buena pinta. No te obligan, pero s¨ª", dice con la boca peque?a.
Juli¨¢n Arnedo, presidente de la Asociaci¨®n Nacional de Obtentores Vegetales (ANOVE, patronal de las grandes distribuidoras de semillas de hort¨ªcolas, cultivos extensivos y frutales), no alberga dudas al respecto. "T¨² compras tomates y quieres que est¨¦n duros, y luego preguntas por el sabor, que no es lo primero. La disminuci¨®n de sabor nos preocupa mucho porque el consumo baja, pero esto lo impone el consumidor, no la distribuidora". Para Arnedo, el consumidor espa?ol no es tan exigente como el franc¨¦s, "que busca que el producto huela bien". "Junto a los franceses, los ingleses y los escandinavos son m¨¢s exquisitos que los espa?oles (...) Las casas de semillas no imponemos variedades, el consumidor elige", insiste. La din¨¢mica recuerda a la imparable y exitosa televisi¨®n basura. ?Es la m¨¢s vista gracias a los espectadores, o son las grandes cadenas las que la ubican en el
prime-time
para que esto ocurra?
El ingeniero Jaime Garc¨ªa lo achaca a la inconsciencia que impera en las compras diarias. "Cada vez que compramos, realizamos un acto pol¨ªtico y favorecemos una opci¨®n u otra. Sencillamente la gente no se da cuenta de ello".
En cualquier caso, las iniciativas que apuestan por el trueque de semillas tradicionales y los productos ecol¨®gicos no representan una seria amenaza para un sector robusto. "Es un mercado muy local y no es nuestra competencia", recuerda Arnedo. Lo cierto es que casi la totalidad de los agricultores adquieren semillas h¨ªbridas, sobre todo para cultivos extensivos. "Sale a cuenta el ma¨ªz y los trigos, aunque los de ahora sean m¨¢s blandos y la harina antes sal¨ªa mejor", confirma el agricultor Juan M¨¢rquez.
Como ejemplo, un campesino que plante algod¨®n, trigo y remolacha en 50 hect¨¢reas puede invertir cada a?o alrededor de 8.000 euros en semillas h¨ªbridas.
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