Banco central ?independiente?
Ya hace muchos a?os que triunf¨® la teor¨ªa que postula que los bancos centrales deb¨ªan ser independientes de los Gobiernos. Esta era la forma de evitar la tentaci¨®n gubernamental de gastar mucho, financiar el gasto con deuda y luego monetizarla para crear inflaci¨®n y rebajar la carga de la deuda. Un banco central independiente romp¨ªa el tradicional v¨ªnculo entre pol¨ªtica fiscal y pol¨ªtica monetaria.
Sin embargo, la semana pasada le¨ªa con estupor unas declaraciones de la ministra Salgado: "El BCE debe hacer su trabajo y ayudar a la estabilidad de los mercados de deuda". Vaya, ahora el BCE tambi¨¦n tiene la misi¨®n de contener la ca¨ªda del precio de determinados activos financieros. Algunas voces incluso ped¨ªan la intervenci¨®n del BCE en el mercado de CDS soberanos. La situaci¨®n seguramente requer¨ªa de una acci¨®n extraordinaria inmediata y no parece que quedara m¨¢s opci¨®n que la intervenci¨®n. Pero de aqu¨ª a que una actuaci¨®n extraordinaria se convierta en misi¨®n del BCE hay un enorme trecho. Utilizar al BCE para lograr lo que la falta de acuerdo y la esclerosis de los Gobiernos del euro no pueden conseguir no es buena idea.
La intervenci¨®n del BCE ha sido exitosa, al menos por el momento, lo que puede provocar efectos colaterales no tan deseables. En primer lugar, cuestiona la independencia del BCE. Una serie de Gobiernos nacionales e instituciones de la UE, siendo incapaces de tomar decisiones cargan sobre el BCE sus propias responsabilidades. De esta forma, el banco act¨²a como autoridad monetaria y, suplementariamente, fiscal. Esto socava el principio de independencia del banco central y su credibilidad.
Como corolario de lo anterior la acci¨®n del BCE podr¨ªa reducir la presi¨®n para la aprobaci¨®n r¨¢pida de las nuevas facilidades del Fondo Europeo de Estabilidad Financiera. En el medio plazo incluso podr¨ªa convertirse en la excusa perfecta para seguir retrasando la necesaria integraci¨®n fiscal europea.
En segundo lugar, estas compras de deuda soberana por parte del BCE mediatizan y condicionan sus decisiones futuras dificultando tomar las decisiones correctas. Supongamos que llegara un momento en que hacer una quita en la deuda de alguno de los pa¨ªses rescatados fuera la decisi¨®n ¨®ptima para la zona euro. Si el BCE tuviera mucha deuda de este pa¨ªs podr¨ªa oponerse por su propio inter¨¦s. Adem¨¢s, hay que preguntarse por los motivos que tienen los inversores privados para solicitar altas primas de riesgo en la deuda soberana de determinados pa¨ªses. Si la causa es un comportamiento gregario, o simplemente p¨¢nico irracional de los mercados, entonces la actuaci¨®n del BCE tendr¨ªa sentido. Si el motivo es realmente el descuento de una insolvencia futura entonces su actuaci¨®n ser¨ªa muy cuestionable.
Puestos a presionar al BCE se le podr¨ªa pedir que "haga su trabajo y genere inflaci¨®n". As¨ª tambi¨¦n se reducir¨ªa la carga de la deuda soberana europea, al viejo estilo, utilizando un impuesto aparentemente indoloro. No faltan partidarios de generar inflaci¨®n. Rogoff ha propuesto una inflaci¨®n moderada, entre el 4% y el 6%, durante varios a?os para acortar el "periodo de doloroso desapalancamiento". Blanchard, economista jefe del FMI, tambi¨¦n propuso que los bancos centrales fijaran su objetivo de inflaci¨®n en el 4%. De esta forma, se cerrar¨ªa el c¨ªrculo de errores de pol¨ªtica econ¨®mica de la eurozona: despu¨¦s de torpedear repetidamente el Pacto de Estabilidad se dar¨ªa la puntilla a la independencia del BCE.
Jos¨¦ Garc¨ªa Montalvo es catedr¨¢tico de Econom¨ªa de la Universitat Pompeu Fabra.
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