Su majestad llega a la Gran V¨ªa
Horas despu¨¦s de caer el tel¨®n del New Amsterdam Theatre de Nueva York, la cr¨ªtica salud¨® el nacimiento de uno de los mayores fen¨®menos en la historia del musical de Broadway deshecha en halagos: "Si es usted adulto, volver¨¢ a tener cuatro a?os y sentir¨¢ la misma emoci¨®n de la primera vez que le llevaron al circo. Si acude acompa?ado por un ni?o, tenga por seguro que ese cr¨ªo se enamorar¨¢ sin remedio del teatro para el resto de su vida". "Es un espect¨¢culo habitado por criaturas de aire y luz agraciadas por un toque divino". "Ser¨¦is bombardeados con algunas de las im¨¢genes m¨¢s bellas y espectaculares que el teatro pueda ofrecer. Sencillamente, no hay nada igual". Era el 14 de noviembre de 1997 y El Rey Le¨®n hab¨ªa nacido en la ciudad la noche anterior y hab¨ªa llegado para quedarse. Frases como aquellas forjaron la leyenda. Una leyenda que han disfrutado m¨¢s de 50 millones de personas y que se ha representado en m¨¢s de 28.000 ocasiones en pa¨ªses de todo el mundo, como Holanda, Jap¨®n, Reino Unido, Australia, China, Alemania, Francia y Sud¨¢frica. Una leyenda que, despu¨¦s de varios intentos, por fin llega a Espa?a el pr¨®ximo 21 de octubre de la mano de Stage Entertainment en la que ser¨¢ su primera versi¨®n en castellano.
"La producci¨®n completa podr¨ªa trasladarse a un museo. Es todo arte"
El musical necesitaba ser todav¨ªa m¨¢s grande que la pel¨ªcula
Todos los personajes en escena son a la vez humanos y marionetas
En Times Square -esa neoyorquina org¨ªa de est¨ªmulos luminosos donde las tiendas de juguetes hacen funcionar norias de m¨¢s de 10 metros en su interior y pillastres con carteles de "abrazos gratis" sirven de modelo fotogr¨¢fico por el m¨®dico precio de un d¨®lar-, una enorme cabeza de le¨®n dibujada con simples trazos negros sobre un fondo amarillo anaranjado constituye uno de los mayores reclamos publicitarios. Bajo el cartel, a trav¨¦s de una gigantesca cristalera, se asoman al bullicio de la plaza los clientes del Minskoff Theatre. Los viandantes los miran con envidia: han conseguido entradas para el espect¨¢culo que sigue colgando el cartel de sold out en la Gran Manzana. El 14 de junio de 2006, El Rey Le¨®n dej¨® de rugir en el New Amsterdam para mudarse al Minskoff, dos bloques ciudad arriba, y all¨ª sigue hecho un mozalbete, en Times Square, a punto de cumplir 14 a?itos y todav¨ªa en la cima de las listas.
En la Calle 42, en las ¨²ltimas plantas del New Amsterdam, uno de los primeros ejemplos de la arquitectura art nouveau de Nueva York -termin¨® de construirse en 1903- y donde ahora se representa Mary Poppins, espera a El Pa¨ªs Semanal uno de los padres de El Rey Le¨®n y probablemente uno de los hombres vivos m¨¢s influyentes del Broadway actual, el productor Thomas Schumacher. Un precioso piano de cola preside su despacho, repleto de recuerdos de otras producciones en las que ha participado adem¨¢s de todas las de Disney, ya que dirige y preside la divisi¨®n teatral de la compa?¨ªa desde 1988. Schumacher es todo vehemencia y seguridad: "Para enfrentarte a El Rey Le¨®n no necesitas ser fan de los musicales ni estar familiarizado con ellos, ni siquiera con la pel¨ªcula de Disney. El espect¨¢culo es puro entretenimiento popular. Es una fiesta visual con una m¨²sica espectacular, que cuenta una historia universal, una historia que trata de todos nosotros. No es una historia de leones, es una historia sobre familias, sobre la comunidad, sobre la guerra, sobre la reconciliaci¨®n. Es una f¨¢bula sobre la vuelta al hogar. Pero al mismo tiempo, Julie Taymor [directora del espect¨¢culo original] es una artista de tal categor¨ªa que ha conseguido que la gente quiera tener en sus casas hasta el ¨²ltimo elemento que aparece en el escenario. Los decorados, el vestuario, las m¨¢scaras, todo. Y a todo lo podr¨ªas llamar arte. Podr¨ªas coger la producci¨®n completa y llev¨¢rtela a un museo. Si realmente amas el teatro, te sorprender¨¢n los inteligent¨ªsimos hallazgos que Julie Taymor ha encontrado en la t¨¦cnica teatral para recrear im¨¢genes. Pero si eres nuevo... Si eres nuevo, no podr¨¢s escapar a la magia, te atrapar¨¢ aunque no quieras".
La pregunta es obligada: ?La versi¨®n espa?ola ser¨¢ reducida o la misma que hemos podido ver en Broadway? "Uno de los logros de El Rey Le¨®n es que si ves una fotograf¨ªa de una representaci¨®n en cualquier parte del mundo, no podr¨¢s diferenciar de qu¨¦ pa¨ªs se trata. La experiencia de los animales caminando por los pasillos, del sol saliendo por el horizonte ardiente de la sabana, la vegetaci¨®n mecida por el viento... El dise?o de iluminaci¨®n que te rodea y te transporta a ?frica... Todo eso est¨¢ en todos los montajes. Lo ¨²nico que cambia en algunos lugares es el modo en el que le entregamos al p¨²blico esas sensaciones. Cada teatro del mundo es diferente y, por ejemplo, el vuestro... En lo que se refiere al escenario, es bastante extra?o. Tendremos que hacer obras para cambiar el patio de butacas y hacerle hueco a la escenograf¨ªa y el vestuario, pero la gente casi no lo va a notar. Lo ¨²nico que cambiar¨¢ es el modo en el que una monta?a aparece en escena. En Madrid saldr¨¢ de un lateral del escenario, igual que en la versi¨®n que llevamos de gira por Estados Unidos y otras ciudades del extranjero. Cuando Julie Taymor me pregunt¨® inquieta si me parec¨ªa natural que una monta?a apareciera por un lado del escenario, le respond¨ª: 'Que surja de la tierra y crezca en segundos tampoco parece que sea muy natural, as¨ª que no te preocupes'. Nada ha sido tan grande en el teatro como El Rey Le¨®n desde que fue inventado, y le aseguro al p¨²blico espa?ol que la experiencia en Espa?a ser¨¢ la misma que en Nueva York". As¨ª, mientras usted lee este reportaje, el teatro Lope de Vega de la Gran V¨ªa madrile?a se transforma para poder albergar la que es, sin duda, la mayor producci¨®n de un musical que se haya visto en Espa?a. Se acomoda para dar cabida a una gigantesca obra en la que participan todas las noches 53 actores y 21 m¨²sicos entre las 130 personas que hacen falta para lograr diariamente que se produzca la magia en cada funci¨®n.
En el lado oeste de la Calle 45, casi haciendo esquina con Broadway, bajo los 227 metros del rascacielos One Astor Plaza, una peque?a puerta separa el ajetreo de Manhattan de lo que cualquier amante y aficionado a los musicales considerar¨ªa como una parte del para¨ªso. Por all¨ª se accede a las tripas del Minskoff Theatre, donde se esconde el mecanismo de relojer¨ªa que hace que El Rey Le¨®n ponga en pie a casi 1.600 espectadores todas las noches. Un lugar de acceso muy restringido, al que hemos sido invitados. Puesto que el montaje que se ver¨¢ en la Gran V¨ªa es pr¨¢cticamente una fotocopia del que se representa en Nueva York, sus protagonistas han querido explicarle al p¨²blico espa?ol c¨®mo se le da vida a este drama casi shakespeariano de traiciones, venganzas, emboscadas y reyes destronados en el que un cachorro de le¨®n tendr¨¢ que encontrar su lugar en el mundo y en la sabana africana.
En 1994, la pel¨ªcula de Disney El Rey Le¨®n se convirti¨® en el filme de animaci¨®n con m¨¢s ¨¦xito de la historia hasta aquel momento, con una recaudaci¨®n mundial de casi 772 millones de d¨®lares. No era de extra?ar que Schumacher se empecinara en llevarla a los escenarios como ya hab¨ªa hecho, por ejemplo, con La bella y la bestia. "Mi relaci¨®n con El Rey Le¨®n tiene m¨¢s de 20 a?os, cuando no era m¨¢s que tres cuartillas escritas a mano con la idea de una historia sobre leones. Entonces, mi pensamiento no era hacer un musical, sino, a lo sumo, un documental animado. El letrista brit¨¢nico Tim Rice tiene mucha culpa de que se convirtiera finalmente en un musical. Cuando le cont¨¦ mi idea, Rice me dijo: 'Si yo he sido capaz de llevar a los escenarios la ¨¦poca m¨¢s oscura de la mujer de un dictador argentino en Evita, ten por seguro que puedo hacer de cualquier cosa un musical. As¨ª que no lo dudes, Thomas, tus leones pueden cantar'. Ahora todo el mundo lo adora porque es un ¨¦xito, pero en aquella ¨¦poca me consideraban un perfecto idiota al querer poner a cantar a unos leones".
Rice, adem¨¢s, le sugiri¨® al productor una serie de compositores, pero finalmente se decant¨® por Elton John advirti¨¦ndole de que conseguir involucrar al m¨²sico ser¨ªa casi un imposible. Hasta hoy no ha trascendido el acuerdo econ¨®mico al que llegaron, pero finalmente sir Elton John accedi¨®. La versi¨®n oficial dice que se pudo conseguir al autor de Your song y Sixty years on porque es un gran fan del cl¨¢sico de Disney El libro de la selva, una pel¨ªcula con una partitura basada en el swing y el jazz popular, circunstancia que le habr¨ªa abierto la mente a Elton John para componer cinco canciones pop para El Rey Le¨®n.
"Cuando escuchamos El c¨ªrculo de la vida [el tema que abre la pel¨ªcula], tuvimos claro que el compositor Hans Zimmer, que en 1992 hab¨ªa trabajado con coros y m¨²sicos en ?frica para la pel¨ªcula La fuerza de uno sobre el apartheid, le pod¨ªa dar a El Rey Le¨®n la p¨¢tina cultural que necesit¨¢bamos", explica Schumacher. Al final, la pel¨ªcula que pon¨ªa a cantar a los leones gan¨® dos oscars por su m¨²sica: mejor canci¨®n original por Can you feel the love tonight, con m¨²sica de Elton John y letra de Tim Rice, y mejor banda sonora, compuesta por Hans Zimmer.
El m¨²sico de Soweto Lebo M, que ya hab¨ªa trabajado con Zimmer en ?frica, se sum¨® a la producci¨®n encargado de las piezas corales en la pel¨ªcula. Pero el musical necesitaba ser m¨¢s grande que en la gran pantalla. Los 75 minutos de la pel¨ªcula ten¨ªan que crecer y alimentarse hasta alcanzar las 2 horas y 40 minutos para subirse al escenario. Elton John y Rice compusieron tres canciones m¨¢s, y adem¨¢s de ellos y Zimmer y Lebo M, se sumaron a componer Mark Mancina, Jay Rifkin y la propia directora del espect¨¢culo, Julie Taymor.
Tras un periplo por un laberinto de pasillos y escaleras que incluye un viaje en ascensor, se accede al escenario del Minskoff. Impresiona observar el teatro desde el punto de vista del actor y, aunque las 1.597 butacas est¨¦n vac¨ªas, uno se hace una idea muy aproximada del p¨¢nico que debe de sentirse cada vez que se pisan esas tablas iluminadas por cientos de focos en cada funci¨®n.
El esp¨ªritu Taymor se respira en cualquier rinc¨®n del edificio. No en vano ella firma la direcci¨®n, el dise?o de vestuario, el codise?o de m¨¢scaras, esculturas y figuras animadas, as¨ª como parte de las letras de la producci¨®n original. Hasta el actual director residente en Nueva York, Darren Katz, habla con las palabras de Taymor para explicarnos la t¨¦cnica que la directora bautiz¨® como el "doble acontecimiento", la esencia de El Rey Le¨®n. Todos los personajes son a la vez personas y marionetas. Esa fue la idea genial que le surgi¨® a Taymor bas¨¢ndose en el bunraku, un estilo teatral japon¨¦s del siglo XVI. Las m¨¢scaras tradicionales africanas y las marionetas ser¨ªan ideales para traspasar los dibujos animados al escenario. Pero la decisi¨®n ten¨ªa un problema a?adido: en las pel¨ªculas de Disney, los animales no solo hablan y cantan como si fueran humanos, tambi¨¦n gesticulan y tienen expresiones faciales id¨¦nticas a las humanas. Si Taymor se limitaba a cubrir el rostro de cada actor con una m¨¢scara que imitara la cabeza de un animal, la madera y las fibras ser¨ªan incapaces de transmitir ira, dolor o alegr¨ªa. La soluci¨®n, de puro simple, era brillante: el rostro de todos los actores siempre estar¨ªa visible para el espectador. As¨ª, las caretas se ubicar¨ªan encima de la cabeza o frente a ella. Si el vestuario del actor fuese directamente un disfraz -como en el caso de las tres malvadas hienas o de la pareja c¨®mica formada por el jabal¨ª Pumba y el suricato Tim¨®n-, tambi¨¦n dejar¨ªan ver su rostro a la vez que maniobrasen su personaje inanimado. "Los actores se comunican entre ellos como actores, pero las m¨¢scaras tambi¨¦n se comunican entre s¨ª, de manera que podemos seguir la historia desde dos niveles diferentes. Esto complica las cosas, pues los int¨¦rpretes no solo han de ser capaces de defender su personaje, tambi¨¦n han de aprender c¨®mo se mueve el animal que interpretan y han de lograr que sus caretas o marionetas conversen con las dem¨¢s que hay sobre el escenario", explica Katz. Y es incre¨ªble ver de cerca la demostraci¨®n de la actriz-guepardo: cada uno de los delicados movimientos felinos que realiza la mujer es imitado a la perfecci¨®n por su marioneta a trav¨¦s de un complicado juego de alambres, hilos, cintas flexibles y ca?as de bamb¨².
Haciendo mutis por la izquierda del escenario somos conducidos a lo que llaman el "b¨²nker" del vestuario. Hay color por todas partes, caretas alineadas en estanter¨ªas, vestidos e historiados cors¨¦s realizados con semillas, conchas marinas y cuentas, ordenados en perchas e improvisados armarios sin puertas. Sobre nuestras cabezas, colgando del techo, parte de la escenograf¨ªa se hace sitio en la caja del teatro. En El Rey Le¨®n, hasta el ¨²ltimo cent¨ªmetro cuadrado cuenta.
Decidida el alma del espect¨¢culo como una experiencia en la que el espectador ha de involucrarse y poner de su parte para llenar el eslab¨®n entre ser humano y ser imaginario, el siguiente reto para Taymor consist¨ªa en vestir a ?frica. No es solo la manada de leones y sus cachorros; tampoco basta con el villano Scar y sus secuaces hienas como en todo drama que se precie. Tambi¨¦n deb¨ªa dar vida a los s¨²bditos que rinden pleites¨ªa a sus monarcas en la vasta extensi¨®n de la llanura africana. Hasta 25 especies de animales aparecen en escena, y en una producci¨®n como esta se necesitan cerca de 200 trajes para vestirlos todas las noches. El encargado del departamento m¨¢s amplio, numeroso y estresante de El Rey Le¨®n, con 17 personas a su cargo, se llama Kjeld Andersen. Probablemente el hecho de que ya viera nacer al cachorro Simba en el escenario del New Amsterdam tenga mucho que ver en la aparente tranquilidad que transmite un tipo que en cada funci¨®n tiene la responsabilidad de ocuparse de hasta 214 cambios de vestuario, algunos de los cuales han de realizarse en tiempo r¨¦cord. "Nunca te aburres. En 14 a?os nunca me he aburrido de El Rey Le¨®n. La riqueza del vestuario es una de las m¨¢s impresionantes que se hayan visto en Broadway. Muchos de los trajes son directamente maltratados en escena, como los de las hienas, y tienen que ser reparados constantemente. Y no olvidemos la lavander¨ªa. Hacemos una media de 100 coladas a la semana", explica mientras nos ense?a con orgullo algunas de las joyas de la corona. Para las producciones europeas, todo el vestuario se confecciona en Londres y tarda una media de cuatro meses en estar listo.
En una de las pocas habitaciones con ventanas de nuestro viaje por el Minskoff trabaja Ilya Vett, y nada m¨¢s verlo da la impresi¨®n de que hubiera sido abducido por sus compa?eros de trabajo: las marionetas. ?l es el director de "urgencias en el hospital de mu?ecos" y su expresi¨®n es entre c¨®mica y entra?able. Reconoce que Zaz¨², el simp¨¢tico pajarraco consejero y mano derecha de Mufasa, el grandioso le¨®n padre de Simba, es el "amiguito" que m¨¢s trabajo le da. Con un cuello flexible como un fuelle y un complicado sistema mec¨¢nico accionado por un actor, el histri¨®nico y disparatado Zaz¨² se convierte en uno de los personajes favoritos de los ni?os. Alocado y locuaz, sufre tantos accidentes en escena que ha de visitar al m¨¦dico cada dos por tres.
Junto a la cristalera del teatro, con Times Square al fondo, termina nuestro viaje por los dominios de El Rey Le¨®n. All¨ª, la directora de orquesta Cherie Rosen, al piano, y Bongi Duma, uno de los m¨²sicos del elenco, con su tambor djembe entre las rodillas, nos hablan de los hasta seis idiomas africanos en los que se cantan los coros en el espect¨¢culo y de la fusi¨®n entre el pop y la m¨²sica tradicional. Y nos regalan, como despedida, El c¨ªrculo de la vida en versi¨®n ac¨²stica para dos voces. Inmediatamente uno evoca el arranque del musical. Los 10 minutos de magia absoluta imposibles de olvidar.
'El Rey Le¨®n' se estrena el 21 de octubre en el teatro Lope de Vega de Madrid.
ESTO ES ?FRICA
Nunca se hab¨ªa hecho una producci¨®n en castellano de El Rey Le¨®n. La obra se ha representado en M¨¦xico, pero en su versi¨®n original subtitulada. Ahora, por fin, llega a Espa?a con la traducci¨®n y adaptaci¨®n del dramaturgo Jordi Galceran, autor, entre otros trabajos, de El m¨¦todo Gr?nholm y la obra Burundanga, reci¨¦n estrenada. "Estuve en un proyecto con Stage Entertainment (la productora que trae el musical a Espa?a) para llevar la serie de televisi¨®n Cu¨¦ntame al musical y ah¨ª contact¨¦ con ellos, as¨ª que ya nos conoc¨ªamos y me llamaron para El Rey Le¨®n. El reto me pareci¨® estupendo. La mayor complicaci¨®n fue intentar trasladar toda la magia, toda la poes¨ªa y todo el sentido del humor que tiene el original en ingl¨¦s", afirma Galceran.
Otra de las dificultades con las que se ha encontrado la versi¨®n espa?ola ha sido el casting. En la producci¨®n de Broadway, gran parte del elenco est¨¢ compuesta por actores afroamericanos, algo que en Espa?a era dif¨ªcil de conseguir. Pero el reto se ha hecho realidad y finalmente el escenario del teatro Lope de Vega en la Gran V¨ªa madrile?a se convertir¨¢ en ?frica. Eso s¨ª, tirando de actores sudamericanos y con parte del reparto de origen africano.
El mexicano Carlos Rivera interpreta el papel de Simba, es decir, el le¨®n cachorro, pero cuando entra en la edad adulta. ?l se convertir¨¢ en el rey de los leones. Rivera ya tiene experiencia en el mundo de los musicales, pues protagoniz¨® La bella y la bestia en su pa¨ªs, donde es un reconocido cantante, con dos discos en el mercado.
David Comrie da vida a Mufasa, el padre de Simba. Este actor, cantante y bailar¨ªn naci¨® en Panam¨¢ y con 14 a?os se traslad¨® a Toronto (Canad¨¢). Tambi¨¦n ha participado en musicales como West side story y Los Miserables.
El catal¨¢n Sergi Albert ha sido escogido para el papel que m¨¢s odiar¨¢n los peque?os que vayan a ver El Rey Le¨®n. ?l ser¨¢ el malvado Scar, t¨ªo de Simba, y que urdir¨¢ un plan para quedarse con todo el poder en la sabana. Albert se form¨®, entre otros, con el grupo teatral Dagoll Dagom, uno de los mejores especialistas en musicales de Espa?a.
La joven y preciosa Nala, la leona compa?era y amiga de Simba, ser¨¢ interpretada por Daniela Pobega, una actriz italiana que particip¨® en el elenco de Jesucristo Superstar y en La peque?a tienda de los horrores.
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