Amenaza de recesi¨®n
Los malos datos de empleo en EE UU confirman la desaceleraci¨®n y exigen pol¨ªticas de est¨ªmulo
La intervenci¨®n que el presidente Obama realizar¨¢ el pr¨®ximo jueves a prop¨®sito de las respuestas de su Administraci¨®n al renovado deterioro de la actividad econ¨®mica y, muy especialmente, al del mercado de trabajo, ha suscitado razonables expectativas. Los datos conocidos el viernes revelan que en agosto, por primera vez en un a?o, apenas hubo crecimiento neto del empleo: los 17.000 nuevos puestos de trabajo creados por las empresas fueron ampliamente compensados por los destruidos por el propio Gobierno. Tambi¨¦n se revisaron a la baja de forma significativa los empleos creados en junio y julio. La tasa de paro permaneci¨® en el 9,1%. El n¨²mero de horas trabajadas por los empleados en agosto descendi¨®, y tambi¨¦n lo hizo la remuneraci¨®n media por hora trabajada.
Son datos que confirman la desaceleraci¨®n que ha tenido lugar en todas las econom¨ªas avanzadas y algunas emergentes a partir del segundo trimestre. Hasta el punto de que la reca¨ªda en una nueva recesi¨®n -tal como ha advertido Christine Lagarde, directora del Fondo Monetario Internacional- ha vuelto a cobrar virtualidad. Desde luego en algunas econom¨ªas, como la de Estados Unidos y otras europeas, entre ellas la espa?ola. En el escenario m¨¢s probable, el estancamiento se instalar¨¢ en el trimestre en curso. Esa percepci¨®n, junto a la continuidad de la inestabilidad financiera, est¨¢ erosionando la confianza de empresarios y familias, con una traducci¨®n clara en la generaci¨®n de rentas y en las decisiones de gasto.
Ante esta situaci¨®n es probable que Obama presente un plan de creaci¨®n r¨¢pida de empleo, con incentivos a las empresas que contraten a parados adem¨¢s de aumentar la inversi¨®n en obras p¨²blicas. Una prioridad tal ser¨¢ dif¨ªcil de cuestionar por una clase pol¨ªtica que suele anteponer la prioritaria reducci¨®n del desempleo a cualquier otro objetivo. Es tambi¨¦n veros¨ªmil que la propia Reserva Federal acabe cediendo a esa presi¨®n e instrumente nuevas acciones de est¨ªmulo monetario. Las amenazas al empleo son mucho m¨¢s expl¨ªcitas que las derivadas de repuntes en la inflaci¨®n.
En la medida en que esas amenazas de estancamiento no son exclusivas de la primera econom¨ªa del mundo, ser¨ªa razonable que las pol¨ªticas de est¨ªmulo tomaran el relevo de esa ret¨®rica radical de la austeridad dominante en la eurozona y que hasta los mercados financieros temen. Y con raz¨®n: en ausencia de crecimiento de la demanda, las empresas seguir¨¢n sin generar empleo, bajar¨¢n las remuneraciones de los empleados, los beneficios seguir¨¢n contray¨¦ndose y con ellos la inversi¨®n. Las deudas, privadas y p¨²blicas, no se podr¨¢n pagar y los bancos sufrir¨¢n. No es un cuadro exclusivo de EE UU: en Europa ya lo sufren algunas de las principales econom¨ªas. Como el propio FMI ha sugerido, los Gobiernos deben ser conscientes de que evitar a corto plazo ese c¨ªrculo vicioso es urgente y que eso puede ser compatible con el firme compromiso de saneamiento de las finanzas p¨²blicas a medio plazo.
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