El maullido del gato
El mi¨¦rcoles pasado, la cadena Hollywood volvi¨® a poner en televisi¨®n la pel¨ªcula de Peter Bogdanovich El maullido del gato (2002), que cuenta la misteriosa muerte que sacudi¨® el mundo del cine en 1924, a bordo del lujoso yate Oneida, del magnate de la prensa William Randolph Hearst, el famoso Ciudadano Kane. Una pel¨ªcula que no tiene mayor historia, m¨¢s que el morbo de la inmoralidad y la hipocres¨ªa de los felices a?os veinte en Estados Unidos.
En un momento de la cinta, durante una cena a bordo del Oneida, una escritora (la narradora de la historia) cuenta a una periodista a la que acaba de contratar Hearst para hacer cr¨®nicas de sociedad, delante de una docena de comensales, en qu¨¦ consiste el hechizo de Hollywood y cu¨¢les son los s¨ªntomas para reconocer que un director o un actor se han dejado seducir por la vida de lujo. "Hay tres s¨ªntomas", narra la escritora. "El primero, creerse el m¨¢s importante de una reuni¨®n a la que asistes. El segundo, que te importe el dinero sobre todas las cosas. Y el tercero, carecer de principios ¨¦ticos o morales".
Otra cosa es que cuando acabe el proceso y los problemas se solucionen, se exijan responsabilidades
Es dif¨ªcil defender un plan para recapitalizar a la banca en pleno ajuste. Pero es imprescindible
El hechizo de Hollywood es perfectamente aplicable al Wall Street de finales de los a?os noventa y principios del nuevo siglo. Un hechizo, aderezado con muchas gotas de desregulaci¨®n y de codicia, que desemboc¨® en la mayor crisis financiera de la historia y en una gran recesi¨®n econ¨®mica que ahora amenaza con repetirse en los principales pa¨ªses desarrollados. El oscarizado documental Inside Job (del que ya hemos hablado en este blog), dirigido por Charles Ferguson, explica con claridad ese juego sucio que trajo la gran crisis que ahora padecemos.
A estas alturas de la historia, ya nadie duda de que la codicia de un grupo de bancos y banqueros, unida a las sucesivas burbujas en distintos sectores, fueron las causantes de la situaci¨®n que hoy vivimos. Sin embargo, el mal hacer de unos cuantos financieros y la mala gesti¨®n de ciertos reguladores y de las agencias de calificaci¨®n no deber¨ªa eclipsar el important¨ªsimo papel que juegan las entidades financieras en el desarrollo econ¨®mico mundial y la necesidad de contar con bancos solventes para volver a la senda de crecimiento en el mundo.
S¨¦ que es dif¨ªcil defender un plan para recapitalizar los bancos europeos que lo precisen, en unos momentos en que la austeridad fiscal est¨¢ imponiendo duros sacrificios a los ciudadanos de todo el continente. Es duro explicar a los m¨¢s de 23 millones de parados en Europa (el 10% de la poblaci¨®n activa), o a los 16 millones de la zona euro, o a los m¨¢s de 4 millones de Espa?a (m¨¢s del 20% de la poblaci¨®n activa), que los Gobiernos tendr¨¢n que volver a dedicar dinero a recapitalizar algunos bancos mientras mantienen los recortes en el gasto p¨²blico para cumplir los compromisos de d¨¦ficit y deuda p¨²blicos. Es dif¨ªcil, pero imprescindible.
Cuando hace menos de dos semanas los expertos del Fondo Monetario Internacional (FMI) alertaron sobre la necesidad de recapitalizar la banca europea, muchos pol¨ªticos y banqueros respondieron airados que era una locura; una exageraci¨®n del FMI. Sin embargo, esta misma semana, Antonio Borges, director del departamento europeo del Fondo, ha cifrado en 200.000 millones de euros las necesidades de capital nuevo para el conjunto de las entidades financieras de Europa, y los l¨ªderes del Viejo Continente han tenido que asentir y ponerse a trabajar en ello.
Ello supone reconocer el fracaso de los resultados de las ¨²ltimas pruebas de esfuerzo a la banca e, impl¨ªcitamente, una reestructuraci¨®n de la deuda soberana griega que implique una quita superior al 20% que se preve¨ªa inicialmente. Todo un papel¨®n para los jefes de Gobierno de la zona euro.
El mi¨¦rcoles, la canciller alemana, Angela Merkel, urgi¨® a avanzar en ese camino (despu¨¦s de que se anunciara la quiebra del banco semip¨²blico franco-belga Dexia) y emplaz¨® a sus colegas a debatir el asunto en el pr¨®ximo Consejo Europeo, durante los d¨ªas 17 y 18 de octubre. Tan grave parec¨ªa la situaci¨®n, que el mismo mi¨¦rcoles convoc¨® de urgencia para el jueves una "cumbre financiera internacional", coincidiendo con la reuni¨®n mensual del Consejo del Banco Central Europeo (BCE), el ¨²ltimo que presid¨ªa Jean Claude Trichet. All¨ª estaban, en Berl¨ªn en lugar de en Francfort, junto a Merkel y Trichet, la directora gerente del FMI, Christine Lagarde, el secretario general de la OCDE, ?ngel Gurr¨ªa, y el presidente del Banco Mundial, Robert Zoellick.
En estos momentos se baraja la idea de que la Autoridad Bancaria Europea (EBA) analice con urgencia, y pa¨ªs por pa¨ªs, cu¨¢nto capital adicional necesitar¨¢n los bancos en caso de depreciaci¨®n de la deuda griega. Inmediatamente despu¨¦s, se podr¨ªa iniciar un proceso en tres fases. En primer lugar, los bancos que necesiten recapitalizarse y puedan acudir a los mercados, que lo hagan. Para aquellos bancos con necesidades de capital y sin posibilidad de captarlo entrar¨ªa en funcionamiento la fase dos, con dinero p¨²blico (un proceso de nacionalizaci¨®n temporal similar al que se realiz¨® en Estados Unidos y en el Reino Unido en 2009). Y en caso extremo se podr¨ªan movilizar fondos europeos.
Sea como fuere, los l¨ªderes europeos no pueden volver a mirar para otro lado ni demorar la b¨²squeda de soluciones, como han venido haciendo en los ¨²ltimos meses. Es urgente buscar una soluci¨®n a la deuda soberana griega e, inmediatamente, fomentar la recapitalizaci¨®n de los bancos que lo necesiten, para que se recupere la confianza en las finanzas y la econom¨ªa de los pa¨ªses europeos. Sin bancos solventes no volver¨¢ el cr¨¦dito, y sin cr¨¦dito no habr¨¢ recuperaci¨®n econ¨®mica.
Otra cosa es que, cuando acabe el proceso y se hayan solucionado los problemas m¨¢s urgentes, se pidan responsabilidades a las personas (incluidos los gestores de algunas cajas de ahorros espa?olas), se exija a las instituciones la devoluci¨®n de los fondos p¨²blicos aportados y, sobre todo, se tomen medidas para que el hechizo de Wall Street no se vuelva a repetir.
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