15-M y 20-N
No s¨¦ cuando empez¨® la moda de titular con el d¨ªa de la fecha y la inicial del mes los hechos que van jalonando nuestras vidas. Solo seis meses separan estas dos fechas: la acampada de Sol que inici¨® el movimiento de los indignados y el cercano domingo electoral que cierra este ciclo pol¨ªtico. Sinceramente, pensaba que el esp¨ªritu del 15-M iba a impregnar la campa?a electoral; que los pol¨ªticos iban a mostrarse, al menos aparentemente, sensibles a sus demandas; que se hablar¨ªa m¨¢s el lenguaje de la calle que el de los mercados, de la democracia m¨¢s que de la Bolsa, de las necesidades de los de abajo m¨¢s que de las exigencias de los de arriba. Pero la pol¨ªtica, como el infierno de Dante, se desarrolla en c¨ªrculos exc¨¦ntricos y en universos paralelos. Crea su propia realidad virtual, su matrix particular y sus asesor¨ªas de imagen, m¨¢s preocupadas por el efecto del color de la corbata en el pr¨®ximo debate que por las ideas que se anuncian.
Algunos reprochan al movimiento 15-M no haber incidido de forma decisiva sobre los pr¨®ximos comicios y destacan la contradicci¨®n de que una sociedad que dice estar mayoritariamente a favor de las demandas de los indignados vaya a conceder el ¨¦xito electoral al partido que m¨¢s rotundamente se opone a sus reclamaciones. Pero quiz¨¢ merezca la pena salir de los cauces de an¨¢lisis pol¨ªticos al uso y examinar esta situaci¨®n desde un nuevo punto de vista. Hasta ahora, las elecciones eran el ¨²nico momento de expresi¨®n de la ciudadan¨ªa pero quiz¨¢ -y ojal¨¢ no sea un infundado deseo- las opiniones pol¨ªticas de la poblaci¨®n est¨¦n buscando renovadas formas de expresi¨®n y de comprensi¨®n de la realidad. Las elecciones, siendo sumamente importantes, no suponen m¨¢s que una cuenta final, el resultado de un ciclo pol¨ªtico anterior, en la que si la suma de errores (y, en nuestro caso, esta lista comienza con la escalofriante cifra de cinco millones de personas paradas) supera los aciertos, el turno le corresponde al partido de la oposici¨®n.
Pero la pol¨ªtica, en esta sociedad avanzada del siglo XXI, desborda en mucho los estrechos cauces de las elecciones, lo cual, no le resta importancia al hecho de votar y de elegir a nuestros gobernantes, sino que pone de manifiesto que no basta con este acto ritual cada cuatro a?os porque ha crecido una ciudadan¨ªa que quiere formar parte de las decisiones del futuro.
Aunque el 15-M haya tenido muy poco tiempo para desarrollarse, su influencia sobre el nuevo ciclo pol¨ªtico puede ser absolutamente relevante. Hasta el pasado a?o, cuando las elecciones conclu¨ªan los ciudadanos se marchaban a su casa y comentaban en privado su acuerdo o su insatisfacci¨®n con las acciones del Gobierno. Sin embargo, en solo seis meses, el movimiento 15-M ha creado una red, unas formas de relaci¨®n y de intervenci¨®n, fundamentalmente a trav¨¦s de Internet, que va a controlar y a vigilar cada paso que se produzca en el escenario pol¨ªtico.
A la democracia le han nacido millones de ojos vigilantes, de dedos ¨¢giles en los teclados, de informaci¨®n que traspasa a los propios medios de comunicaci¨®n tradicionales, de ideas que circulan en el espacio y de acciones que se organizan sin un centro motor jer¨¢rquico. Gane quien gane las elecciones, nada volver¨¢ a ser como antes.
Tal como dice Antoni Guti¨¦rrez Rub¨ª en su libro La democracia vigilada se ha roto "el secreto" de la pol¨ªtica. Ya no es un arte que se practica solo en los sacrosantos lugares de las instituciones. Ahora hay otros escenarios pol¨ªticos que van a querer contar, intervenir, ser tomados en cuenta. Millones de ciudadanos son portadores de documentos que reescriben la democracia con el wikileaks de las verdades ocultas.
No es, como algunos piensan, una conspiraci¨®n, una trama para dificultar el Gobierno de la derecha. Es una nueva ciudadan¨ªa que apenas ha comenzado a dar sus pasos. Por eso, aunque los partidos se comporten como si estuvi¨¦semos en el siglo XIX, ya nada ser¨¢ igual. A la pol¨ªtica le han nacido nuevos espacios p¨²blicos que nadie va a poder desalojar. Aunque lo intente.
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