Ante la crisis, un poco de historia
Los problemas de Italia y Grecia, las dos cunas ling¨¹¨ªsticas, religiosas, pol¨ªticas y culturales de Europa, evidencian que para mantener a raya la cat¨¢strofe no bastan las medidas de corte econ¨®mico
Roma y Atenas, epicentros de la tempestad econ¨®mica y financiera que est¨¢ sacudiendo a Europa y al mundo...
Han le¨ªdo bien: Roma y Atenas.
En otras palabras, las dos cunas de Europa.
Dos de las tres fuentes (gracias al cielo, a¨²n falta Jerusal¨¦n) de su moral y sus religiones.
La doble matriz de sus lenguas.
Los grandes bloques de creencia y memoria que sellan su destino.
Los lugares de intervenci¨®n del modelo de democracia y ciudadan¨ªa en el que siempre hemos vivido.
El espacio de nuestro conocimiento y de nuestro derecho.
El idioma de nuestro doble comercio: de las cosas y de las mentes.
La patria de nuestros fil¨®sofos, nuestros ret¨®ricos, nuestros jurisconsultos, nuestros pont¨ªfices y nuestros artistas.
Roma y Atenas est¨¢n en el epicentro de la tempestad econ¨®mica, se?al de que lo que est¨¢ en crisis es Europa
La soluci¨®n no ser¨¢ ni financiera ni econ¨®mica, sino, de nuevo, espiritual, moral o pol¨ªtica
Nuestra br¨²jula y nuestro comp¨¢s.
Nuestra genealog¨ªa secreta y, con mayor motivo, imperiosa.
Y todo lo que me dejo en el tintero.
Pues esto es una se?al que, claramente, quiere decir dos cosas.
1. Lo que est¨¢ en crisis es Europa. Ni las finanzas ni la econom¨ªa. Europa. Su cultura. Su genio. Su conciencia sin conciencia. Lo que tiene de inmemorial y su memoria. Su base y su origen. Su coraz¨®n, que cada vez late m¨¢s d¨¦bilmente. Su alma. Su gram¨¢tica com¨²n y oculta. La distinci¨®n que invent¨® entre la ley y el derecho. O entre el hombre y el ciudadano. La articulaci¨®n, que le es propia, de las m¨²ltiples formas de lo M¨²ltiple y el nombre ¨²nico de lo Uno. En resumen, su ser. Su substancia. De suerte que, para entender lo que pasa, para saber de qu¨¦ se trata cuando se habla de crisis de la deuda o del euro, para comprender, solo comprender, lo que dicen los movimientos populares de protesta que sacuden a esas dos grandes capitales de la inteligencia europea que son Roma y Atenas, m¨¢s que a Keynes o a Friedman, conviene releer a Gibbon, Humboldt o incluso a Polibio, esos te¨®ricos del destino y la ca¨ªda del paradigma ateniense y del modelo romano. Primero vino el tiempo de la difusi¨®n de la idea griega por mediaci¨®n del Imperio, y luego, por mediaci¨®n de su incipiente catolicismo. M¨¢s tarde vino el cisma de comienzos del segundo milenio entre los maestros de la Idea y los maestros del veh¨ªculo, entre los herederos de Atenas y los de Roma, y cada cual recuper¨® su bien. Y despu¨¦s, en mitad del dif¨ªcil trance del proyecto pol¨ªtico europeo moderno, vino la reconciliaci¨®n de 1965, con el levantamiento de las excomuniones, la paz de las Iglesias y sus sacerdotes, y el desarme de las mentes. Pues bien, tal vez estemos entrando en una nueva fase: aparentemente, un acercamiento; exteriormente, un reencuentro; pero para mal, esta vez; pero catacl¨ªsmico, de pronto; como si Roma y Atenas se asociasen en el mismo desastre; como si los dos difuntos legados conspirasen en la misma amnesia; mueca de la filiaci¨®n; caricatura; as¨ª es.
2. La soluci¨®n a esta crisis tampoco ser¨¢ ni financiera ni econ¨®mica, sino, de nuevo, espiritual, moral o pol¨ªtica. Gobiernos de tecn¨®cratas, por supuesto. Altos funcionarios, expertos, gente competente, personas como Mario Monti, como Loukas Papademos, muy bien. Planes de austeridad y rigor, pruebas de resistencia a los bancos, Estados reformados, Estados que rompen con las payasadas berlusconianas, es lo que se impone y nadie podr¨¢ escapar a ello. Pero si lo que precede es exacto, si realmente no es casual que Roma y Atenas sean los dos nombres de este apocalipsis en suspenso y de sus jinetes, que se han vuelto locos; si, detr¨¢s de la explosi¨®n de la deuda soberana, de la quiebra anunciada de los Estados, de la crisis de confianza generalizada, de la especulaci¨®n, del dinero loco, de la creciente irresponsabilidad de los actores involucrados, todos ocultos, hoy, detr¨¢s de un Sistema an¨®nimo e, inevitablemente, irreprochable, est¨¢ en efecto ese des-ser radical, si realmente son la sede de Europa, su eje fundador, su doble nombre imaginario y simb¨®lico, su religi¨®n profana, los que est¨¢n malheridos, entonces, ninguna de esas medidas bastar¨¢, ninguna de esas ligaduras remodelar¨¢ Europa como mundo y ninguna reforma conseguir¨¢ mantener a raya la cat¨¢strofe anunciada. Europa se estableci¨® por primera vez reemplazando la palabra del or¨¢culo y el adivino por la del ciudadano-magistrado. Se reconstruy¨®, una segunda vez, prefiriendo la raz¨®n al anatema, la conciencia de que hab¨ªa pasado a ser naci¨®n transnacional al cisma de la fe y los cuerpos. Pues bien, del mismo modo, ahora, la palabra, la sabidur¨ªa, la forma de hablar y de escuchar de los arcontes y los polemarcas fieles a lo mejor del legado europeo se enfrentan a esos nuevos ar¨²spices que son los agitadores de los mercados financieros y a esos nuevos grandes excomunicadores que son los agentes de la triple A.
Recordar Roma.
Restaurar Atenas.
Ese es el ¨²nico plan.
Pues, como de costumbre, el resto, es decir, la intendencia, vendr¨¢ a continuaci¨®n.
Traducci¨®n: Jos¨¦ Luis S¨¢nchez-Silva
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