Id¨®neo

Qu¨¦ feliz conjunci¨®n de esfuerzos y circunstancias la que se est¨¢ dando estos d¨ªas en el Teatre del Raval. La historia del personaje real que inspira a la vampira del t¨ªtulo es, para empezar, de las que merecen ser contadas. Enriqueta Mart¨ª (1868) fue vendida de ni?a a un tipo que la inici¨® en la prostituci¨®n. Un pintor de tendencia anarquista la redimi¨® a?os despu¨¦s sac¨¢ndola de un burdel del Raval y cas¨¢ndose con ella. Enriqueta, sin embargo, pronto volvi¨® a las andadas para emprender una perseverante carrera criminal: secuestraba ni?os por los alrededores de La Rambla y los explotaba en un burdel que regentaba en Gr¨¤cia; despu¨¦s los sacrificaba y con sus restos fabricaba ung¨¹entos y p¨®cimas que vend¨ªa a la burgues¨ªa. Como ven, material de sobra para armar lo que sea. Jaume Villanueva ha armado nada menos que un musical. Y para ello se ha rodeado de unos profesionales de primera divisi¨®n. Albert Guinovart (Mar i cel, Flor de Nit) ha musicado la pieza de Velasco; cuenta con cuatro m¨²sicos en directo, un reparto compuesto por actores de prestigio y popularidad. Adem¨¢s La vampira del Raval no pod¨ªa ubicarse en sitio m¨¢s id¨®neo que el teatro que lo acoge, en pleno meollo de la acci¨®n.

De tono descarado y trasfondo c¨ªnico, La vampira guarda evidentes paralelismos con Sweeney Todd, aunque se distancia de ¨¦l por la iron¨ªa con que se narra la historia.

Pep Cruz, campechano y divertido, entra y sale de la ficci¨®n. Mingo R¨¤fols es otro que se desdobla y como vedette no tiene desperdicio. Merc¨¨ Mart¨ªnez es una vampira sensual y desbocada, y aunque su participaci¨®n se debe a la circunstancia menos feliz de todas (sustituye a Roser Batalla por indisposici¨®n), est¨¢ estupenda.