El se?or y la se?ora Espa?a
Durante el derrumbe de la mina chilena de San Jos¨¦, antes de que las labores de rescate dieran sus frutos, varios de los trabajadores atrapados ya hab¨ªan firmado contratos de exclusividad con las televisiones para grabar su odisea. El presunto asesino de Marta del Castillo ha recibido en la c¨¢rcel cartas de amor de diversas adolescentes seducidas por su figura. Una mujer denunci¨® al rey Baltasar de una cabalgata porque al parecer lanzaba los caramelos con demasiada fuerza y uno de ellos le caus¨® una lesi¨®n en el ojo. Nos vamos a pique y adem¨¢s nos lo merecemos. Y aunque las acusaciones siempre recaigan sobre pol¨ªticos, jueces, periodistas y dem¨¢s instituciones m¨¢s o menos p¨²blicas, la culpa tambi¨¦n es nuestra, de la masa, incapaz de mantener eso tan ilusorio llamado dignidad.
LA CHISPA DE LA VIDA
Direcci¨®n: Alex de la Iglesia. Int¨¦rpretes: Jos¨¦ Mota, Salma Hayek, Fernando Tejero, Juan Luis Galiardo. G¨¦nero: comedia. Espa?a, 2011. Duraci¨®n: 98 minutos.
De situaciones con semejante nivel de idiotez nos habla la irregular pero interesante La chispa de la vida, nueva pel¨ªcula de Alex de la Iglesia, esta vez de encargo, con guion del estadounidense Randy Feldman, a trav¨¦s de un personaje a la deriva y de una situaci¨®n estramb¨®tica, de esas que obligan a la masa a posar su mirada en ella. Una pel¨ªcula que nos retrata como pa¨ªs acuciado por la crisis, econ¨®mica y seguramente de valores, como tambi¨¦n nos retrat¨® en su d¨ªa Todos a la c¨¢rcel, aquella obra de Berlanga con la que La chispa de la vida tiene variadas concomitancias.
De la Iglesia ha invocado estos d¨ªas los referentes de dos m¨ªticas producciones televisivas espa?olas, La cabina, de Antonio Mercero, y El asfalto, de Ib¨¢?ez Serrador, y no seremos nosotros los que llevemos la contraria al propio director. Pero aquellas, por mucho que se parezcan en la situaci¨®n de partida, eran obras mucho m¨¢s conceptuales que La chispa de la vida, seguramente m¨¢s cercana a El gran carnaval, de Billy Wilder, y a Network, de Sidney Lumet, dos pel¨ªculas que, en su d¨ªa, fueron acusadas desde diversos sectores de exageradas, despiadadas y enfermizas (la primera, de hecho, fue un fracaso), seguramente porque eran obras que se adelantaron a su tiempo, clarividentes ejercicios de an¨¢lisis social.
Pocos se atrever¨¢n, sin embargo, a acusar a la pel¨ªcula de De la Iglesia de exagerada. Y he ah¨ª, a pesar de las muchas virtudes de la historia, uno de los problemas de La chispa de la vida, que va a rebufo de la realidad en lugar de adelantarse a ella. Ahora bien, cuando no se fuerza la comedia negra, ya presente en la mayor¨ªa de las situaciones, a trav¨¦s de actuaciones pasadas de rosca o chistes poco sutiles, la pel¨ªcula encuentra sus mejores momentos, apoyada sobre todo en otro grupo de int¨¦rpretes que s¨ª ha encontrado el tono perfecto, entre el patetismo y la socarroner¨ªa. El primero, Jos¨¦ Mota, un c¨®mico, un actor, un descubrimiento.
Wilder, en boca del periodista sin escr¨²pulos Kirk Douglas, bautiz¨® a la masa que se alimentaba de la carro?a a trav¨¦s de los medios de comunicaci¨®n como "el se?or y la se?ora Am¨¦rica". ?Existen tambi¨¦n el se?or y la se?ora Espa?a? Pueden ustedes apostar a que s¨ª.
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