Contin¨²a la sangr¨ªa del empleo
El balance laboral de esta crisis econ¨®mica no puede ser m¨¢s devastador. Desde que se observaron las primeras se?ales de empeoramiento, en el tercer trimestre de 2007, ya se han perdido unos 2,7 millones de empleos. De cumplirse las previsiones del Banco de Espa?a, la sangr¨ªa a¨²n se puede prolongar hasta la segunda parte de 2013, con una destrucci¨®n adicional de unos 600.000 empleos. Para entonces, el n¨²mero de puestos de trabajo se habr¨ªa reducido en cerca de un 16,5%, a lo largo de 24 trimestres.
Pronto, casi una de cada cuatro personas activas podr¨ªa estar en situaci¨®n de desempleo. Son estas unas cifras que tambi¨¦n padecimos en crisis anteriores. Durante la crisis de los setenta, se necesitaron 13 a?os para recuperarnos de la ca¨ªda del empleo que padecimos. La destrucci¨®n fue menor (el 13,5%), aunque m¨¢s prolongada (35 trimestres). En la crisis de 1991, la recuperaci¨®n del empleo tard¨® unos cinco a?os y medio, aunque su destrucci¨®n y su duraci¨®n fueron menores (el 8% del empleo y 15 trimestres, respectivamente).
El estancamiento de la tasa de contrataci¨®n est¨¢ afectando especialmente a los j¨®venes. El empleo de los menores de 30 a?os se ha reducido ya en m¨¢s de 2,1 millones desde el inicio de la crisis. Pero, por si fuera poco, los m¨¢s cualificados est¨¢n haciendo las maletas cuando m¨¢s les necesitamos. Lo hacen no solo por falta de oportunidades de empleo, sino porque se han precarizado a¨²n m¨¢s. A cambio, tenemos m¨¢s de dos millones de j¨®venes menores de 30 a?os que han abandonado la escuela en edad temprana, con la complicidad del sistema educativo, el 52,2% est¨¢ hoy sin empleo.
La preocupaci¨®n por la duraci¨®n de la crisis viene del paro de larga duraci¨®n. Ya se ha superado la barrera del 50% de parados que busca empleo desde un a?o o m¨¢s (51% en esta EPA). El margen de maniobra para hacer frente al paro c¨ªclico con pol¨ªticas fiscales se ha ido reduciendo al m¨ªnimo. El riesgo de que se convierta en estructural por el abandono y la depreciaci¨®n de nuestros parados crece a¨²n m¨¢s con el lento paso de esta crisis. Con estos mimbres, solo un 10,8% de los parados con un nivel de estudios bajo se est¨¢ reciclando, una cifra incluso inferior a la registrada antes del inicio de la crisis.
Por un lado, va a ser necesario contar con recursos suficientes para dar apoyo a nuestros parados (principalmente en pol¨ªticas activas), pero al mismo tiempo debemos acelerar y profundizar en nuestra agenda de reformas. Facilitar una regeneraci¨®n r¨¢pida del empleo siendo m¨¢s competitivos con la ayuda, que no el lastre, de la negociaci¨®n colectiva. Mejorar las condiciones laborales con una regulaci¨®n contractual que incentive la estabilidad en lugar de la rotaci¨®n. Adaptar las pol¨ªticas de empleo activas y pasivas, para incentivar la adquisici¨®n de formaci¨®n de los parados m¨¢s necesitados, en lugar de fomentar su abandono. Estos son los grandes retos laborales que tenemos por delante, y que no podemos ir retrasando sine die.
Jos¨¦ Ignacio Conde-Ruiz (Universidad Complutense y FEDEA) y Florentino Felgueroso (Universidad de Oviedo y FEDEA)
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