La vendimia salvadora
Con salarios de casi diez euros la hora, el n¨²mero de espa?oles que demanda ir a recoger uva a Francia se ha multiplicado. Pero la oferta apenas ha variado y los fraudes aumentan
Miguel est¨¢ aprendiendo a jugar a la petanca, Miguel est¨¢ tomando clases de franc¨¦s, Miguel se est¨¢ reinventando a s¨ª mismo en las vi?as de los grandes vinos de Burdeos. Sali¨® de Espa?a en una furgoneta huyendo de la crisis y ha encontrado una nueva vida en el M¨¦doc, zona vin¨ªcola del sur de Francia. Tiene 33 a?os, y la crisis le estaba dejando fuera de combate en Espa?a.
El par¨®n del sector de la construcci¨®n hizo que dejara atr¨¢s 10 a?os en el cami¨®n, ya no hab¨ªa portes que realizar. Las apreturas econ¨®micas lo desdibujaron todo: adi¨®s a la moto, adi¨®s a la ortodoncia del ni?o, bienvenido el coche con las ruedas peladas¡ Reci¨¦n duchado, con su ch¨¢ndal limpio y las gafas de sol colgando de la camiseta, explica que los problemas econ¨®micos afectaron a su relaci¨®n de pareja y acab¨® separ¨¢ndose de su mujer. Miguel Flores, originario de Montellano, en Sevilla, lo cuenta sentado junto a su compadre Jos¨¦ Manuel Bellido, de Mor¨®n de la Frontera, tambi¨¦n Sevilla. Es mi¨¦rcoles por la tarde y el sol cae sobre los vi?edos que rodean la localidad de Vertheuil, a una hora y media en coche de Burdeos. Jos¨¦ Manuel Bellido, de 37 a?os, tambi¨¦n es una v¨ªctima de la burbuja del ladrillo: trabajaba como alba?il en el sector de la construcci¨®n y se qued¨® en paro. Jos¨¦ Manuel tambi¨¦n se ha separado y abraza una nueva vida entre uvas y cepas bordelesas.
Miguel y Jos¨¦ Manuel son dos de los muchos espa?oles que desde hace a?o y medio miran a Burdeos cuando llegan los d¨ªas de vendimia. La Federaci¨®n Agroalimentaria de Comisiones Obreras de Andaluc¨ªa estima que este verano la demanda de empleo para la vendimia en Francia ha crecido un 60% con respecto a 2011. No as¨ª la oferta de trabajo, que en t¨¦rminos globales viene decreciendo: cada vez se ven m¨¢s m¨¢quinas y son menos las manos que se precisan.
Vecinos de Pruna llevan 41 a?os acudiendo al Ch?teau Montrose. El a?o pasado ganaron 2.485 euros en 20 d¨ªas
Los lazos entre la vendimia francesa y los trabajadores espa?oles vienen de lejos. Que se lo digan a Antonio, que lleva 39 a?os acudiendo todos los meses de septiembre al M¨¦doc a recoger uvas. La primera vez que pis¨® los vi?edos del Ch?teau Montrose ten¨ªa 16 a?os y ven¨ªa acompa?ando a su t¨ªo. A sus 55 a?os, ¨¦l es ahora el encargado de traer todos los a?os a esta prestigiosa propiedad bordelesa a una sesentena de trabajadores desde Pruna, su pueblo en la provincia de Sevilla. Pruna, localidad de unos 3.000 habitantes, y el Ch?teau Montrose llevan hermanados m¨¢s de 41 a?os.
A las 3.30 del mi¨¦rcoles, el autob¨²s con 62 trabajadores procedentes de Pruna hace un alto en el camino en una cafeter¨ªa de Boceguillas, provincia de Segovia. Antonio, con su fuerte acento andaluz y su fornido bigote en movimiento, charla con Gabriel Garrido, el conductor, que aprovecha la parada para fumarse un pitillo. Han salido a las 18.30 del martes de Pruna y cuentan con llegar sobre el mediod¨ªa del mi¨¦rcoles al ch?teau, sito en St. Est¨¨phe. Antonio organiza cada a?o la expedici¨®n de trabajadores al Ch?teau Montrose. El a?o pasado trabajaron algo m¨¢s de 20 d¨ªas y se embolsaron 2.475 euros. El ch?teau les paga el viaje y el alojamiento, as¨ª que se vuelven al pueblo con el dinero pr¨¢cticamente intacto. ¡°Este a?o se me ha acercado el doble de gente a pedirme un contrato¡±, asegura. Esta temporada ser¨¢n unos 14.700 trabajadores espa?oles los que acudan a la vendimia, cuenta desde su coche Jes¨²s Acasuso, secretario de pol¨ªtica social de la Federaci¨®n de Industria y Trabajadores Agrarios de UGT (Fitag), mientras recorre el sur de Francia para ver en qu¨¦ condiciones se trabaja. Acudir¨¢n unos 700 trabajadores m¨¢s que el a?o pasado, dice, mientras su autom¨®vil pasa cerca de la localidad de Rivelsaltes, en el Languedoc.
El autob¨²s de los vendimiadores de Pruna surca la noche rumbo a Francia. Los prune?os duermen, que ma?ana empieza el tajo. Dormir, lo que se dice dormir, se duerme poco, o m¨¢s bien mal, cuando hay 63 plazas y 62 personas viajando. Cada tres horas, adem¨¢s, hay parada.
Antonio se pagar¨¢ los gastos de la universidad con lo que gane. ¡°El 30% de mi clase no va a poder seguir estudiando¡±
Con las primeras luces del d¨ªa, la gente empieza a desperezarse. A las 9.30, ya en territorio galo, el autob¨²s se va animando. En las primeras filas del autob¨²s, la crisis y los recortes dominan la conversaci¨®n.
Antonio se ha tra¨ªdo este a?o a su sobrino Francisco, de 22 a?os, que estudia ingenier¨ªa industrial en Sevilla. Los 2.475 euros le sirven, cada a?o que puede venir, para pagarse el alquiler del piso en la capital andaluza. Est¨¢ escandalizado con el aumento de tasas en la universidad, le va a costar 325 euros pagar una asignatura en tercera matriculaci¨®n. ¡°En mi Facultad, el 30% de la clase no va a poder seguir estudiando por la subida de tasas¡±, asegura asido a su iPad de tapa roja, donde lleva todos sus apuntes. Por las noches, cuando acaba el trabajo en las vi?as, estudia; se va a perder tres semanas de clases. Su idea es irse a Alemania cuando acabe la carrera. ¡°En Espa?a, despu¨¦s de una carrera tan complicada, no te valoran el esfuerzo¡±, dice mientras se retira el flequillo de la frente.
El autob¨²s de Autocares Bibiano enfila la avenida jalonada de pl¨¢tanos que da entrada al Ch?teau Montrose, en St. Est¨¨phe, a algo m¨¢s de 75 kil¨®metros de Burdeos. Paco Bibiano, el due?o de la empresa de autobuses, cuenta por tel¨¦fono que este a?o subir¨¢ 18 buses con trabajadores andaluces del campo a Francia, 7 para la vendimia. ¡°Antes no quer¨ªa subir nadie, el campo no lo quer¨ªan, la gente prefer¨ªa trabajar en la construcci¨®n¡±. S¨ª, la gente lo prefer¨ªa. Pero no corren tiempos para demasiadas preferencias.
A la izquierda del camino de entrada al ch?teau est¨¢n las instalaciones en que se alojan los 62 trabajadores. Presentan un estado impecable, y Antonio las muestra con orgullo: enorme televisor de plasma para por las noches, duchas limp¨ªsimas y modernas, habitaciones con camas casi nuevas flanqueadas por sobrias l¨¢mparas de pantalla roja, comedor con vistas al vi?edo, tragaluces que inundan de claridad las escaleras¡ Nada que ver con los barracones con tejado de uralita y los colchones viejos de muchas propiedades de Huelva en temporada de fresa, se?ala Francisco Luque, uno de los trabajadores, de 36 a?os.
El camarero que les recibe, Martin, habla muy bien espa?ol. Aqu¨ª, cada d¨ªa se desayuna, se come y se cena a mesa puesta. ¡°Esto son como unas vacaciones, solo con no tener que hacer de comer¡±, dice entusiasta Charo Barroso, la mujer de Antonio, al d¨ªa siguiente, jueves, ya con la ropa de trabajo, mientras retira las hojas de las vi?as. Luis, su concu?ado, se ci?e una faja para protegerse los ri?ones. A sus 44 a?os, llevaba 21 trabajando en el sector de la construcci¨®n. Tiene tres hernias discales y le van a asignar el porte de la uva, lo de agacharse no le va bien para sus lesiones. En marzo pasado se qued¨® en paro y habl¨® con su cu?ado Antonio, que le ha enrolado en el grupo. Es su primera vez en el M¨¦doc.
Herv¨¦ Berland, gerente del Ch?teau Montrose, habla maravillas de los prune?os. ¡°Trabajan muy bien, son aut¨¦nticos profesionales; tienen buena t¨¦cnica y su acci¨®n es muy precisa sobre las grapas¡±, cuenta sentado en una butaca de su se?orial despacho. Berland, hombre elegante, de 62 a?os, explica que en Ch?teau Montrose no se utilizan m¨¢quinas para la recolecci¨®n, todo se hace a mano. En esta propiedad de 95 hect¨¢reas se viene haciendo vino desde principios del siglo XIX. Ch?teau Montrose, el gran vino de esta propiedad, tiene un precio que oscila entre los 100 y los 350 euros en funci¨®n de la a?ada. Esta propiedad paga el transporte de ida y vuelta a sus trabajadores, la comida, los aloja en muy buenas condiciones. Pero no es este siempre el caso en la campi?a francesa.
Algunas empresas pagan solo 5 euros la hora cuando el m¨ªnimo estipulado es 9,44, seg¨²n denuncia la edil Merian
Desde hace un a?o y medio, las situaciones de explotaci¨®n han empezado a mostrar su rostro sucio. Trabajadores provenientes de Mal¨ª, de Burkina Faso, del S¨¢hara Occidental y de Marruecos, entre otros, algunos de ellos con permiso de residencia en Espa?a, acuden a la aventura a buscarse la vida en esta zona. Duermen en casas abandonadas, en coches al borde de la carretera, y van buscando desesperadamente trabajo. Es el caso de Nelu Gubendreanu, rumano de 36 a?os.
Es jueves por la tarde, el sol se est¨¢ acostando y Nelu cruza un bosque de los alrededores de Pauillac, a 68 kil¨®metros de Burdeos. Al fondo, un grupo de j¨®venes vendimiadores franceses de est¨¦tica punk se calientan en torno a un fuego, rodeados de perros, junto a su caravana. Nelu ha encontrado una vieja casa donde pasar las noches. Tiene telas de ara?a agarradas al pelo.
Ha trabajado durante 10 a?os en Valencia. Como pintor, como camionero, como alba?il. Pero apareci¨® la crisis. En perfecto castellano, explica que durante un a?o y cuatro meses cobr¨® el paro. Con eso ten¨ªa con qu¨¦ alimentar a su mujer y a sus hijos, de dos y cuatro a?os. Pero el subsidio se acab¨®. Las l¨¢grimas asoman a sus ojos cuando menciona a sus ni?os.
Lleg¨® hace tres semanas a esta zona y no encuentra trabajo. Se vino en tren y est¨¢ pensando en regresar. No habla franc¨¦s y ve muy dif¨ªcil conseguir un empleo. Dice que solo le queda un euro y medio en los bolsillos.
No todas las empresas prestatarias de servicios son honestas, dice la concejala socialista
Tambi¨¦n hay espa?oles que acuden a buscar trabajo y acaban durmiendo en el coche o en la furgoneta para evitar pagarse el alojamiento. Algunos vienen de Andaluc¨ªa y Extremadura. Muchos son de origen magreb¨ª. Lo cuenta en una sala del Ayuntamiento de Pauillac Dani¨¨le M¨¦rian, concejala socialista, adjunta en temas de seguridad, alojamiento y patrimonio.
Desde hace unos 10 a?os, han proliferado en la zona empresas prestatarias de servicios vit¨ªcolas que se dedican a reclutar personal para las puntas de trabajo de los ch?teaux. La concejala, maestra jubilada, de 60 a?os, recuerda con nostalgia aquellos d¨ªas en que su abuelo trabajaba en la bodega del Ch?teau Lynch-Bages. Por aquel entonces, los ch?teaux, cuenta, empleaban a unos 70 u 80 trabajadores durante todo el a?o, trabajadores que ascend¨ªan e iban mejorando sus emolumentos a lo largo de su carrera.
Pero hoy vivimos en el mundo subcontrata. ¡°El problema es que no todas las empresas prestatarias de servicios son honestas¡±, dice M¨¦rian. Algunas, dice, pagan solo 5 euros la hora cuando el salario m¨ªnimo estipulado es de 9,44. Hay prestatarios de servicios que declaran menos d¨ªas y menos horas de los trabajados para pagar menos cotizaciones sociales. La vieja tradici¨®n de alojar a los temporeros est¨¢ desapareciendo.
Antonio Requena, vendimiador de 53 a?os, original de Villacarrillo (Ja¨¦n), denuncia haber sido v¨ªctima de los atropellos de una de estas empresas. Lleg¨® a la zona en abril del a?o pasado y durante una semana trabaj¨® para un franc¨¦s de origen magreb¨ª que no le hizo contrato, ni le ofreci¨® alojamiento. ¡°Algunos d¨ªas nos pagaba siete euros porque dec¨ªa que no hab¨ªamos cumplido con nuestro trabajo¡±, explica. ¡°Nos enga?¨®, nos dijo que nos ofrecer¨ªa vivienda y nos tuvimos que ir a un c¨¢mping¡±. Requena no aguant¨® m¨¢s de una semana en esas condiciones. Un trabajador que lleva varios a?os en la zona denuncia que hay muchos empleadores que no pagan las horas extra y que ha asistido a ambientes de trabajo en los vi?edos ¡°de da?o psicol¨®gico¡±.
A Dani¨¨le M¨¦rian, este estado de cosas le indigna. ¡°Los grandes propietarios conocen la situaci¨®n y la aceptan. El contraste es enorme: por un lado, las grandes fortunas que hay en este territorio de grandes vinos, y por otro, los trabajadores de las vi?as, cada vez m¨¢s miserables¡±, protesta, en¨¦rgica, la concejala. ¡°Es injusto, es grave, y mientras pueda me pelear¨¦ contra esta forma de esclavismo moderno¡±.
El pasado 18 de mayo, el Ayuntamiento de Pauillac enviaba una carta a la Direcci¨®n Regional de Empresas, Competencia, Consumo, Trabajo y Empleo de Burdeos a la que ha tenido acceso EL PA?S. En esta misiva constataba la llegada de muchos europeos del espacio Schengen que se estaban instalando en la zona. Advert¨ªa de la precariedad de la situaci¨®n de estos trabajadores, de las condiciones sanitarias preocupantes, y ped¨ªa que se tomaran medidas para que ¡°el c¨®digo de trabajo sea respetado¡±. La carta mencionaba a tres empresas prestatarias de servicios y a varios ch?teaux. Jean Michel Case, el representante de estos, asegura por tel¨¦fono que todos los se?alados han pasado por el control de la Polic¨ªa y autoridades.
Esta semana empezar¨¢ gran parte de la vendimia en los vi?edos de Pauillac. En el Ayuntamiento se temen que vuelvan las riadas de personas buscando trabajo a la desesperada y que algunos decidan explotar la situaci¨®n de gente que vive en la miseria.
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