Consumo bajo m¨ªnimos
El descenso en la renta disponible obliga a las familias espa?olas a recortar gastos
Las familias, en especial las perceptoras de rentas bajas, est¨¢n sufriendo las peores consecuencias de la crisis. El comportamiento del mercado de trabajo es suficientemente expl¨ªcito al respecto. Espa?a no solo sufre la tasa de paro m¨¢s elevada de todas las econom¨ªas desarrolladas, sino que tambi¨¦n es una de las que peores perspectivas albergan para el conjunto del a?o en curso. El empleo seguir¨¢ destruy¨¦ndose, y no ser¨¢ f¨¢cil que la tasa correspondiente baje del 27% donde puede situarse en marzo de este a?o. Ocurre adem¨¢s que la familia media espa?ola mantiene un muy elevado nivel de endeudamiento, mayoritariamente amparado en hipotecas sobre viviendas cuyo valor no deja de descender.
Un contexto tal ayuda a entender el desplome del consumo privado, el componente de la demanda que, en condiciones c¨ªclicas normales, en mayor medida contribuye a la determinaci¨®n del PIB de la econom¨ªa espa?ola. El ¨²ltimo dato que acabamos de conocer de ventas del comercio minorista, el correspondiente a diciembre, es demoledor. Han ca¨ªdo un 10,7%. Viene a completar el conjunto de se?ales indicativas de esa muy dif¨ªcil situaci¨®n, agravada en los ¨²ltimos meses del pasado a?o. Habr¨¢ sido precisamente la intensa contracci¨®n del consumo privado el componente que en mayor medida ha contribuido a esa pronunciada ca¨ªda del PIB en el ¨²ltimo trimestre de 2012, estimado preliminarmente en un 1,8%, en t¨¦rminos interanuales. La recesi¨®n seguir¨¢ vigente en 2013, con una reducci¨®n del PIB no inferior al 1,5%, seg¨²n la amplia mayor¨ªa de previsiones, incluida la m¨¢s reciente del FMI.
La familia media espa?ola sufre un descenso en la renta disponible que le obliga a utilizar ahorro del pasado para sufragar el consumo b¨¢sico. As¨ª se observa en el descenso de la riqueza financiera de las familias, las ventas de activos financieros y el descenso de los dep¨®sitos bancarios. Se reduce el endeudamiento, pero sigue en magnitudes que no ampara excesivas alegr¨ªas, del 123% de la renta disponible. En muchos hogares ya no trabaja ning¨²n miembro de la unidad familiar. La reducci¨®n del consumo alcanza a la alimentaci¨®n, y ni que decir tiene que los establecimientos correspondientes llevan meses acus¨¢ndolo en sus cuentas de resultados. En realidad, todas las empresas dependientes del consumo privado hace tiempo que revisan a la baja sus previsiones de ingresos y beneficios. Los bancos incluidos. Eso no favorece tampoco la normalizaci¨®n de la actividad crediticia.
En ausencia de se?ales r¨¢pidas de recuperaci¨®n del crecimiento econ¨®mico y del empleo, nos enfrentaremos a una situaci¨®n dif¨ªcil de gestionar. Desde luego socialmente, pero tambi¨¦n econ¨®micamente. El descenso de la inversi¨®n, la mortalidad empresarial y el reciente descenso de las exportaciones a nuestros socios comunitarios no favorecen las previsiones de acercamiento a corto plazo a ese umbral de crecimiento del PIB, en el entorno del 2%, necesario para que la creaci¨®n de empleo sea visible. Y con ¨¦l, la confianza de familias y empresas, as¨ª como la estabilizaci¨®n de la morosidad privada.
Corregir esa peligrosa tendencia requiere no solo flexibilizar los plazos de reducir el d¨¦ficit p¨²blico, sino hacer valer en Europa la exigencia de pol¨ªticas de est¨ªmulo de la demanda. Cuando menos, el acompa?amiento a la austeridad dominante con incentivos inmediatos al empleo.
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