El milagro soy yo
Ese personaje menudo, de cart¨®n piedra, que apareci¨® la pasada semana por televisi¨®n, es el mismo que contest¨® a un periodista de The Wall Street Journal (peri¨®dico del que hoy es consejero), con la humildad que siempre le ha caracterizado: ¡°El milagro soy yo¡±, refiri¨¦ndose a la buena situaci¨®n de la econom¨ªa espa?ola en la segunda mitad de los noventa. Eran los a?os de la nueva econom¨ªa en el mundo y EE UU llevaba m¨¢s de 100 meses seguidos creciendo, en aquellos momentos a m¨¢s del 4% en tasa interanual.
Los mundos que han desaparecido parecen siempre diferentes vistos retrospectivamente: m¨¢s dorados o m¨¢s negros. La alegr¨ªa o los sufrimientos que padecimos en los mismos nunca son tan intensos como los recuerdos que tenemos de ellos. Una gran tragedia, una gran recesi¨®n, siempre hacen que el panorama anterior semeje al color del rosa. Algo de ello le ha sucedido al milagro econ¨®mico espa?ol de los ocho a?os de Gobierno de Aznar. Los recuerdos no son fidedignos. Ya lo escribi¨® el hoy vicepresidente de la Comisi¨®n Europea, Joaqu¨ªn Almunia (Los puntos negros del PP. La cara oculta de sus ocho a?os de Gobierno, Editorial Aguilar): ¡°Los Gobiernos del PP han puesto especial inter¨¦s en cuidar su imagen, y de hecho han dedicado a ello muchos recursos y sus mejores esfuerzos. No se han limitado a publicitar hasta la saciedad sus logros, por todas las v¨ªas imaginables; tambi¨¦n se han apuntado otros que no les corresponden y, sobre todo, han tratado de ahogar el debate sobre sus carencias y fracasos, corriendo un tupido velo sobre la evoluci¨®n preocupante de algunos asuntos importantes a lo largo de su mandato¡±. As¨ª naci¨® el mito, que ha durado hasta que se ha confrontado con la cruel realidad, de que la derecha era mejor gestora de la econom¨ªa que los socialistas.
Los ocho a?os de Gobierno de Aznar, enmarcados en una coyuntura espectacular de la econom¨ªa internacional, se caracterizaron por un fuerte crecimiento (por encima del de los pa¨ªses de nuestro entorno), alta reducci¨®n de los desequilibrios macroecon¨®micos (especialmente, del d¨¦ficit p¨²blico), aumento del empleo (4,5 millones de puestos de trabajo) y numerosas ayudas procedentes de la Uni¨®n Europea (equivalentes al 1% del PIB anual) a trav¨¦s de los distintos fondos dispuestos. Pero el ciclo a largo plazo de la econom¨ªa espa?ola hab¨ªa comenzado dos a?os antes de la llegada del PP a La Moncloa y se extendi¨® tres a?os m¨¢s. Fue un ciclo de 14 a?os y medio. En los a?os previos a Aznar, el ¨²ltimo Gobierno de Felipe Gonz¨¢lez (con minor¨ªa parlamentaria) obtuvo tasas de crecimiento de la econom¨ªa espa?ola del 2,1% (a?o 1994) y 2,9% (a?o 1995) e inici¨® una serie de reformas como la de las pensiones p¨²blicas, mediante el Pacto de Toledo; privatizaciones parciales de las empresas p¨²blicas a trav¨¦s de los ¡°n¨²cleos duros¡± de accionistas privados; liberalizaciones como la de la telefon¨ªa m¨®vil; autonom¨ªa para el Banco de Espa?a, etc¨¦tera. Y cuando Aznar deja el Gobierno en 2004, habiendo pasado de un porcentaje de paro del 22,9% en 1996 al 11,1%, todav¨ªa Zapatero lograr¨¢ que este disminuya hasta el 7,95% de la poblaci¨®n activa, la tasa m¨¢s baja de desempleo en la democracia. Y tendr¨¢ super¨¢vit presupuestario.
Aznar pasar¨¢ a la historia por haber incorporado a Espa?a a la zona euro en el momento inicial (la primera vez que Espa?a estaba en el proyecto primero de algo, dentro de la UE). En el debe de su pol¨ªtica econ¨®mica figura la extraordinaria burbuja inmobiliaria cebada con la Ley del Suelo de 1998; la creaci¨®n de un sector privado gubernamental por el m¨¦todo de privatizar empresas p¨²blicas y poner al frente de las mismas a sus amiguetes, algunos sin el menor oficio en el sector (el caso de Miguel Blesa); y una reducci¨®n de la productividad, lo que conduce a ese modelo productivo basado en la construcci¨®n y el turismo indiscriminado, con la creaci¨®n masiva de puestos de trabajo sin cualificaci¨®n alguna.
A cada uno ha de d¨¢rsele lo suyo. Despu¨¦s de presumir en televisi¨®n de su herencia econ¨®mica, Aznar deb¨ªa haber tenido la generosidad de recordar el nombre de Rodrigo Rato, quien dirigi¨® su pol¨ªtica econ¨®mica, con sus luces y sus sombras. Nada, ni rastro: yo, mi, me, conmigo. El milagro soy yo.
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