Reparto rabioso
Hay muchas cosas sensatas que podemos hacer para lograr la sostenibilidad del sistema
Por fin se define la ¡°l¨ªnea de base¡± de la reforma de las pensiones. Otra cosa es que el proceso pol¨ªtico y de interlocuci¨®n social que se abrir¨¢ una vez el Gobierno haya recibido formalmente el informe del comit¨¦ de expertos sobre el factor de sostenibilidad rinda resultados que hagan operativa esta l¨ªnea de base o que todo quede, una vez m¨¢s, en medias tintas. D¨¦jense a un lado las consideraciones acerca de las presiones de Bruselas que poco a?aden a la sustancia t¨¦cnica de este debate y a las que siempre se les da la larga cambiada con la que se satisface al respetable en el ruedo ib¨¦rico, un tanto inconscientes de que al final nos pillar¨¢ el morlaco.
Denominar¨¦, para que nos entendamos, a esa l¨ªnea de base de una manera muy gr¨¢fica que espero se capte bien por parte del amable lector: reparto rabioso. Al margen de su formulaci¨®n muy t¨¦cnica, las cautelas con las que el comit¨¦ de expertos se expresa sobre las consecuencias de sus f¨®rmulas de ajuste de las pensiones, la manera de contrarrestarlas y el debido respeto a los procesos pol¨ªtico-sociales que finalmente resultar¨¢n decisorios, la implicaci¨®n m¨¢s importante de las recomendaciones de los expertos es que poco a poco el gasto en pensiones se ajuste a los ingresos por cotizaciones, incrementados estos ¨²ltimos, hasta donde el imperativo de sostenibilidad fiscal impone, mediante el recurso a los impuestos generales.
Como es bien sabido, aunque poco se repara en la implicaci¨®n de ello, nuestro sistema de pensiones publicas se basa en el m¨¦todo financiero del reparto. Es decir, que se reparten los ingresos por cotizaciones entre los pensionistas existentes. Los cotizantes, a cambio de lo que pagan (ellos y sus empresas), reciben una promesa, expl¨ªcita pero contingente y no plasmada en un contrato escrito, de que se les pagar¨¢n sus pensiones futuras con los recursos allegados en cada momento.
Pues bien, ese reparto, llevado al extremo significa distribuir en cada a?o los ingresos por cotizaciones entre los pensionistas existentes. Eso es lo que llamaba antes el reparto rabioso, y significa la sostenibilidad autom¨¢tica, por definici¨®n, del sistema para siempre jam¨¢s. Tambi¨¦n implica que cuando se recaude mucho habr¨¢ mucho para repartir, y cuando se recaude poco habr¨¢ poco para repartir. De ah¨ª que se matice a menudo el reparto rabioso con la creaci¨®n de fondos de nivelaci¨®n que acumulen los excedentes de los a?os buenos para poder financiar los d¨¦ficits de los a?os malos.
Si se aplican las medidas, los ciudadanos deben saber que sus pensiones se van a reducir
Ahora bien, para el sistema espa?ol de pensiones p¨²blicas se han acabado los a?os buenos por dos razones. En primer lugar, porque la prolongada recesi¨®n laboral (61 meses seguidos hasta abril pasado de ca¨ªda desestacionalizada de la afiliaci¨®n) ha adelantado la emergencia del d¨¦ficit previsto para despu¨¦s de 2020. En segundo, y mucho m¨¢s importante, lugar, porque el incesante aumento de la esperanza de vida, agudizado por el paso a la jubilaci¨®n de las generaciones del baby boom, y el consiguiente aumento del n¨²mero de pensiones en relaci¨®n con el n¨²mero de cotizantes hacen crecientemente insuficientes los ingresos esperables por cotizaciones.
El informe de los expertos tiene una primera lectura t¨¦cnica que frustrar¨¢ al trabajador o pensionista representativo, y arroja una serie de mecanismos de ajuste m¨¢s o menos comprensibles para aquellos. Pero dichos mecanismos, de aplicarse, van a instrumentar muy eficientemente ese principio del reparto rabioso y, por tanto, de la sostenibilidad del sistema. Pudiendo haber expresado sus trabajos con m¨¢s consideraci¨®n hacia la comprensi¨®n eficaz por parte de los ciudadanos, los expertos han hecho, en mi opini¨®n, un gran trabajo.
De ponerse en pr¨¢ctica estas recomendaciones, los ciudadanos deben saber que sus pensiones van a tener que reducirse. Menos, naturalmente, para quienes ya las han causado que para quienes est¨¦n a unos a?os de causarlas. Los primeros tienen nulo margen de maniobra, salvo movilizar sus ahorros para convertirlos en rentas complementarias de jubilaci¨®n renunciando a legar sus ladinos, por ejemplo, a sus hijos, si es que los tuvieren, o a sus sobrinos. Los segundos, que son hoy mayor¨ªa, pueden hacer varias cosas. Entre ellas, retrasar su jubilaci¨®n incluso m¨¢s all¨¢ o antes de lo ya previsto por la reforma de 2011. Tambi¨¦n pueden reasignar su ahorro o incrementarlo hacia las f¨®rmulas existentes para la planificaci¨®n de la jubilaci¨®n y las que, sin duda, seguro que m¨¢s eficientes, van a surgir en el futuro inmediato.
Entre el reparto rabioso y la rabia social por tener que repartirnos unos recursos cada vez m¨¢s escasos en t¨¦rminos relativos hay muchas cosas sensatas que individual y colectivamente podemos hacer para lograr la sostenibilidad del sistema y la satisfacci¨®n de las necesidades de cada uno con vistas a la jubilaci¨®n.
Jos¨¦ A. Herce es director asociado de Afi y profesor de Macroeconom¨ªa en la Universidad Complutense de Madrid.
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