Decadencia euroempresarial
Los errores en la gesti¨®n de la crisis en la eurozona tambi¨¦n han pasado factura a las empresas, m¨¢s cara que la que han pagado las situadas en el epicentro de la crisis, la econom¨ªa estadounidense. El impacto verificable de forma inmediata se comprueba en la m¨¢s elemental demograf¨ªa empresarial. La natalidad empresarial es m¨¢s baja en la eurozona y la mortalidad correspondiente es mucho m¨¢s elevada. La causa no es otra que la mayor asfixia que soportan las empresas europeas frente a las del otro lado del Atl¨¢ntico. Asfixia por ausencia de demanda y, desde luego, asfixia financiera. En EE UU, la gesti¨®n de la crisis ha tenido muy presente la experiencia de la Gran Depresi¨®n. Tanto la pol¨ªtica monetaria como la presupuestaria han estado orientadas a reducir el impacto recesivo. Todav¨ªa hoy, el presidente de la Fed mantiene su compromiso de no alterar el tono adaptativo de su pol¨ªtica hasta tanto la tasa de desempleo no baje al 6,5%. El calendario de saneamiento de las finanzas p¨²blicas es igualmente m¨¢s sensato y viable en EE UU que en la eurozona, en especial en las denominadas econom¨ªas perif¨¦ricas.
La austeridad a ultranza ya ha dejado se?ales en Europa. Se crece muy poco, el desempleo es muy elevado y mueren demasiadas empresas. Adem¨¢s, los liderazgos empresariales quedan lastrados por esas diferentes pol¨ªticas macroecon¨®micas. Esas pol¨ªticas limitadoras del crecimiento econ¨®mico, adem¨¢s de no conseguir un saneamiento suficiente de las finanzas p¨²blicas, no favorecen el avance de las empresas hacia posiciones competitivas en la escena global. La ausencia de cr¨¦dito suficiente coexiste con obst¨¢culos a?adidos, como un tipo de cambio apreciado, limitativo de la competencia exterior. El resultado es el retroceso en la liga empresarial global de las empresas de la eurozona.
Las empresas estadounidenses no han perdido precisamente posiciones, como consecuencia del empuje de las que tienen su partida de nacimiento en algunas econom¨ªas emergentes. Las procedentes de la eurozona han retrocedido y en ese censo de la aristocracia empresarial hay menos empresas europeas.
Claro que junto a la diferente orientaci¨®n de las pol¨ªticas econ¨®micas influyen aspectos tales como la calidad de los propios empresarios y la disposici¨®n a invertir en investigaci¨®n y desarrollo con el fin de reducir la vulnerabilidad de las empresas provenientes de econom¨ªas menos desarrolladas. Pero tambi¨¦n es relevante la vinculaci¨®n a sistemas financieros bien distintos: mucho m¨¢s plural y diversificado en el caso estadounidense, y mucho m¨¢s bancarizado en la eurozona. Esa dependencia excesiva de los sistemas bancarios es hoy tanto m¨¢s contraproducente cuanto mayor es el grado de vulnerabilidad en el que se encuentran la mayor¨ªa de los sistemas financieros de la eurozona y cuanto menor es la presencia activa de operadores financieros no bancarios.
Es comprensible, pero desalentador, que seis a?os despu¨¦s del estallido de la crisis, quien no la origin¨® acabe sufriendo un retroceso en t¨¦rminos de empleo, de bienestar y de liderazgos empresariales en la escena global. Sobran razones para que las pol¨ªticas europeas cambien en la direcci¨®n de las que han funcionado en otras latitudes.
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