Miedo a los salarios
Para algunos siempre es 1979, siempre est¨¢n alerta frente al posible riesgo de una espiral inflacionaria
Hace cuatro a?os, algunos contemplamos con una mezcla de incredulidad y horror c¨®mo el debate que manten¨ªa la ¨¦lite sobre la pol¨ªtica econ¨®mica se apartaba por completo del buen camino. En el transcurso de tan solo unos cuantos meses, la gente influyente de todo el mundo occidental se convenci¨® a s¨ª misma, y a los dem¨¢s, de que los d¨¦ficits presupuestarios eran una amenaza para la existencia, con lo que se impusieron sobre todas y cada una de las inquietudes relacionadas con el desempleo masivo. La consecuencia fue un giro hacia la austeridad fiscal que agrav¨® y prolong¨® la crisis econ¨®mica y que infligi¨® un sufrimiento inmenso.
Y ahora est¨¢ volviendo a pasar. De repente, parece que todas las personas serias se est¨¢n diciendo unas a otras que, a pesar del elevado paro, apenas hay ninguna ¡°holgura¡± en el mercado laboral ¡ªcomo pone de manifiesto la supuesta subida de los salarios¡ª y que la Reserva Federal tiene que empezar a subir los tipos de inter¨¦s muy pronto para evitar el riesgo de la inflaci¨®n.
Para ser justos, quienes defienden la restricci¨®n monetaria son m¨¢s reflexivos y menos abiertamente pol¨ªticos que los arcontes de la austeridad que propiciaron el ¨²ltimo cambio err¨®neo de rumbo pol¨ªtico. Pero los consejos que est¨¢n dando podr¨ªan ser igual de destructivos.
Bien, ?de d¨®nde viene esto?
El punto de partida de este cambio de opini¨®n de la ¨¦lite es la afirmaci¨®n de que los sueldos, despu¨¦s de haber estado congelados durante a?os, han empezado a subir r¨¢pidamente. Y es cierto que uno de los indicadores salariales m¨¢s conocidos ha experimentado de hecho un repunte, con una subida especialmente abultada el mes pasado.
No est¨¢, ni mucho menos, claro que los salarios est¨¦n subiendo
Pero esa subida, probablemente, sea una ilusi¨®n estad¨ªstica relacionada con la nieve. Como los economistas de Goldman Sachs han se?alado, el salario medio suele aumentar con el mal tiempo (no porque verdaderamente suba el sueldo de nadie, sino porque los trabajadores que se quedan parados por culpa de la nieve y las tormentas tienden a estar peor pagados que los que no se ven afectados por ellas).
Aparte de eso, tenemos muchos indicadores salariales y solo uno de ellos est¨¢ mostrando un repunte importante. No est¨¢ claro, ni mucho menos, que esa supuesta subida salarial est¨¦ produci¨¦ndose siquiera.
Y, en cualquier caso, ?qu¨¦ tiene de malo que suban los salarios? En el pasado, unas subidas salariales de alrededor del 4% anual ¡ªm¨¢s del doble del porcentaje actual¡ª han sido compatibles con una inflaci¨®n baja. Y hay muy buenas razones para que el objetivo de inflaci¨®n de la Reserva aumente, lo que se traducir¨ªa en tratar de llegar a un crecimiento salarial de, por ejemplo, el 5% o el 6% anual. ?Por qu¨¦? Porque incluso el Fondo Monetario Internacional nos advierte ahora de los peligros de la ¡°baja inflaci¨®n¡±: una tasa de inflaci¨®n demasiado baja hace que la econom¨ªa se arriesgue a sufrir una japonizaci¨®n, a quedar atrapada en una trampa de estancamiento econ¨®mico y deuda imposible de afrontar.
Sobre todo, por tanto, aunque es posible argumentar que nos estamos quedando sin holgura en cuanto a la mano de obra, tambi¨¦n es posible defender lo contrario y, en cualquier caso, sin duda lo prudente ser¨ªa esperar: esperar hasta que haya pruebas s¨®lidas de que los sueldos est¨¢n subiendo y, luego, esperar un poco m¨¢s hasta que el crecimiento salarial haya vuelto, al menos, a los niveles de antes de la crisis y, preferiblemente, a niveles superiores.
Pero, por alguna raz¨®n, hay un empecinamiento cada vez mayor en pedir que no esperemos, que nos preparemos para subir los tipos de inter¨¦s ya mismo o, al menos, dentro de muy poco. ?A qu¨¦ se debe?
Yo dir¨ªa que, en parte, la respuesta es que para algunas personas siempre es 1979. Es decir, siempre est¨¢n alerta frente al posible riesgo de una espiral inflacionaria descontrolada y, de alg¨²n modo, no se han dado cuenta de que hace d¨¦cadas que no sucede nada parecido. Puede que sea un problema generacional. Tal vez se deba a que una crisis como la de la d¨¦cada de 1970 encaja con sus ideas preconcebidas, pero la amenaza fantasma de la estanflaci¨®n sigue teniendo una influencia desmesurada en el debate econ¨®mico.
Una tasa de inflaci¨®n demasiado baja amenaza con provocar una 'japonizaci¨®n'
Luego est¨¢ el sadomonetarismo, la creencia, muy extendida en los c¨ªrculos bancarios, de que infligir dolor es algo bueno en s¨ª mismo. Hay ciertas personas e instituciones ¡ªpor ejemplo, el Banco de Pagos Internacionales, con sede en Basilea¡ª que siempre quieren que suban los tipos de inter¨¦s. Sus razones cambian constantemente ¡ªes por el precio de las materias primas; no, es por la estabilidad financiera; no, es por los salarios¡ª pero la pol¨ªtica que recomiendan es siempre la misma.
Finalmente, aunque el actual debate monetario no es tan abiertamente pol¨ªtico como el anterior debate fiscal, resulta dif¨ªcil evitar la sospecha de que los intereses de clase tienen algo que ver. Un buen n¨²mero de expertos parecen extra?amente molestos por la idea de que a los trabajadores se les suba el sueldo, especialmente cuando la rentabilidad de los bonos sigue siendo baja. Es casi como si se identificaran con la clase inversora y se sintieran inc¨®modos con cualquier cosa que nos acerque al pleno empleo y, por tanto, d¨¦ a los trabajadores m¨¢s poder para negociar.
Sean cuales sean los motivos ocultos, apretar las tuercas monetarias en estos momentos ser¨ªa una muy, muy mala idea. Estamos saliendo lenta y dolorosamente de la peor crisis econ¨®mica que ha habido desde la Gran Depresi¨®n. No resultar¨ªa muy dif¨ªcil truncar la recuperaci¨®n y, si eso ocurriese, casi seguro que acabar¨ªamos como Jap¨®n, atrapados en un estancamiento que podr¨ªa durar d¨¦cadas.
?Es verdad que est¨¢n subiendo los salarios? No est¨¢, ni mucho menos, claro. Pero si as¨ª fuese, deber¨ªamos ver la subida salarial como un avance a aplaudir y fomentar, no como una amenaza que se deba aplastar mediante un endurecimiento de la pol¨ªtica monetaria.
Paul Krugman es profesor de Econom¨ªa de Princeton y premio Nobel de 2008
? New York Times Service 2014
Traducci¨®n de News Clips
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