Tibia y dependiente
La debilidad y la dependencia son los dos rasgos m¨¢s caracter¨ªsticos de la recuperaci¨®n todav¨ªa en ciernes de la econom¨ªa espa?ola. El abandono estad¨ªstico de la recesi¨®n no permite pasar por alto los da?os causados por esta en la capacidad de crecimiento de una econom¨ªa que mantiene un 26% de desempleo y un elevado nivel de endeudamiento. Estas secuelas son dif¨ªciles de superar, al menos a un ritmo suficientemente intenso, en ausencia de est¨ªmulos externos sobre la demanda. Sin ellos es dif¨ªcil asumir las hip¨®tesis de crecimiento de la econom¨ªa incorporadas al Programa de Estabilidad 2014-2017 que el Gobierno acaba de enviar a Bruselas.
El Gobierno ha de esperar a que la Comisi¨®n apruebe ese programa, no solo sus hip¨®tesis, sino sus planteamientos en materia de pol¨ªtica fiscal. Es la primera manifestaci¨®n de la dependencia de nuestra econom¨ªa, de la falta de autonom¨ªa del Gobierno en la conducci¨®n de la pol¨ªtica econ¨®mica. Adem¨¢s de ello, el v¨ªnculo que en mayor medida condiciona el comportamiento de la econom¨ªa espa?ola es la propia evoluci¨®n del crecimiento de nuestros socios. Es la demanda de las econom¨ªas con las que compartimos moneda la que ha contribuido a que Espa?a haga de las exportaciones el principal tractor del crecimiento. Tambi¨¦n gracias a la diversificaci¨®n de estas ventas al resto del mundo. Por eso, que el crecimiento espa?ol se encamine, como asume el Gobierno, hacia el 1,8% en 2015, el 2,3% en 2016 o el 3% en 2017 se presenta, adem¨¢s de muy dependiente del exterior, cargado de cierto voluntarismo. Conviene recordar que, hace apenas unas semanas, el Fondo Monetario Internacional (FMI), en sus previsiones econ¨®micas, no anticipaba para la eurozona tasas de crecimiento del 1,5% hasta 2019. Para Espa?a, la proyecci¨®n que hac¨ªa ese organismo era del 1,3% en 2019 y del 1% en 2015. Y los indicadores recientes para las principales econom¨ªas de la eurozona no permiten precisamente anticipar un renovado impulso.
La otra tracci¨®n del crecimiento econ¨®mico, la demanda interna, tampoco dispone hoy de grandes apoyos. Con las pol¨ªticas econ¨®micas disponibles, el racionamiento del cr¨¦dito, la fragmentaci¨®n financiera todav¨ªa vigente y la ca¨ªda de la renta disponible, no favorecer¨¢n precisamente una intensa expansi¨®n del consumo de los hogares ni la de la inversi¨®n privada, ambas esenciales en la determinaci¨®n del PIB espa?ol. Los datos conocidos de la EPA en el primer trimestre obligan a considerar la reducci¨®n del desempleo como un proceso muy gradual, y en todo caso, con un empleo excesivamente precario, con salarios muy bajos, como para que se traduzca en aumentos de la confianza de las familias impulsores del consumo y significativamente reductores del endeudamiento.
Har¨ªan bien las autoridades espa?olas en hacer valer ante Bruselas no tanto ejercicios de voluntarismo en las previsiones de crecimiento y en la consecuente reducci¨®n de los desequilibrios, sino argumentos para que las pol¨ªticas econ¨®micas se orienten a la eliminaci¨®n de las disfuncionalidades crediticias y al est¨ªmulo de la demanda similar a las que en otras econom¨ªas avanzadas, Estados Unidos y Reino Unido, por ejemplo, han hecho posibles ritmos de crecimiento muy superiores a los europeos y reducciones significativas del paro.
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