Tecnolog¨ªa desde la nube
El cambio en la econom¨ªa requerir¨¢ un largo esfuerzo y una serie de decisiones complejas. No deben tomarse decisiones improvisadas
Hay varias formas para aumentar la productividad, pero en per¨ªodos de crisis se suele recurrir a las m¨¢s dr¨¢sticas y contraproducentes, que consisten en despedir y bajar salarios. El discurso m¨¢s avanzado recuerda que la productividad (y, por lo tanto, los beneficios) se acrecienta eficazmente mediante la inversi¨®n en capital humano (formaci¨®n y, si se puede, continua), en tecnolog¨ªa de uso en la empresa y en infraestructuras. Pero este discurso, tantas veces pronunciado en t¨¦rminos gen¨¦ricos, o no se concreta o se aplica sin convicci¨®n. Este es una de las cargas que impide el despegue econ¨®mico en periodos de transici¨®n (como el actual) y obstaculiza que aumente el techo de empleo potencial en etapas de relativa prosperidad. El elevado paro estructural en Espa?a tiene varias causas, pero esta es una de ellas. El retraso en la aplicaci¨®n de nuevas tecnolog¨ªas no suele recuperarse despu¨¦s de forma satisfactoria. Esta es una primera observaci¨®n sobre esa oportunidad tecnol¨®gica en ciernes que ya aparece en el horizonte: la nueva estructura digital formada por redes masivas de fibra ¨®ptica interconectadas, accesibles desde todo el mundo, que se conoce como la nube.
Existe ya un cierto consenso en que los paquetes masivos de informaci¨®n digital constituyen el siguiente paso o salto de progreso que mejorar¨¢ la productividad de la econom¨ªa. Los estudios, cuyo porcentaje de voluntarismo debe ser corregido habitualmente con dosis de prudente realismo, se felicitan de las expectativas de aumentar la productividad y de reducir los costes (incluso los energ¨¦ticos) que ofrece la nube. Si entre 2005 y 2020 el contenido de datos digitalizados se va a multiplicar por 300, es evidente que aparecen nuevas oportunidades de negocio (como, por ejemplo, gestionar esa informaci¨®n) y que una correcta gesti¨®n de los macrodatos implicar¨¢ ayudas significativas en tareas fundamentales para la comunidad, desde la direcci¨®n de hospitales, hasta el control del tr¨¢fico o la seguridad ciudadana. Para las empresas es una oportunidad de reducir costes en ¨¢mbitos distintos del laboral y para los ciudadanos abre la posibilidad de ahorrarse tr¨¢mites enojosos, privados o p¨²blicos, o acceder a servicios que en teor¨ªa pueden ser m¨¢s baratos.
Ahora bien, no deben confundirse las expectativas con las tendencias, ni con los proyectos, ni con la elecci¨®n consciente de los responsables p¨²blicos o las empresas. La nube es un concepto que todav¨ªa est¨¢ algunos pisos por encima de la realidad. Para bajarla a tierra se necesitan iniciativas de inversi¨®n, voluntad pol¨ªtica de incentivar el paso tecnol¨®gico y decisi¨®n para regular el nuevo salto tecnol¨®gico, de forma que no se lamenten a posteriori los efectos secundarios de la innovaci¨®n. Existen ejemplos suficientes hoy (vulneraciones de intimidad, uso desleal o inapropiado de la informaci¨®n digital) como para extraer las lecciones pertinentes sobre las tecnolog¨ªas de inmediata aplicaci¨®n.
La tecnolog¨ªa acelera el crecimiento econ¨®mico y el empleo, pero no es un producto espont¨¢neo o mostrenco, que surge sin trabajo o inversi¨®n. Por el contrario, los saltos tecnol¨®gicos son el producto final de un largo esfuerzo y de complejas decisiones. Y, si no se quiere que provoquen m¨¢s inconvenientes que ventajas, no deben aplicarse de forma improvisada.
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