El economista y las manos sucias
El sentimiento de crisis va pasando sin que haya intentos serios de autocr¨ªtica
La presencia de acad¨¦micos y profesores universitarios al frente de las responsabilidades econ¨®micas de un pa¨ªs (caso de Varoufakis en Grecia) no es excepcional. Hay numerosos ejemplos. Por citar uno, el de Fuentes Quintana como vicepresidente econ¨®mico del Gobierno de Adolfo Su¨¢rez. Fuentes sali¨® escaldado de aquella experiencia. Hay momentos en los que los economistas tienen que ensuciarse las manos, en el sentido sartriano, en el mundo de la pol¨ªtica.
Quiz¨¢ por casualidad, quiz¨¢ por necesidad, en los ¨²ltimos d¨ªas han coincidido en este peri¨®dico dos reflexiones sobre el papel del economista en la sociedad. En la primera, del catedr¨¢tico Santiago Carb¨® (Econom¨ªa de la interpretaci¨®n, del 24 de marzo), se incid¨ªa en las contradicciones que se producen entre lo acad¨¦mico y lo medi¨¢tico, entre la investigaci¨®n y la divulgaci¨®n de la econom¨ªa, que generan en ocasiones la necesidad de rectificar lo que dicen que se ha dicho. Y pon¨ªa los ejemplos de Piketty y de los profesores Reinhard y Rogoff, al menos aparentemente malinterpretados en sus tesis. La segunda reflexi¨®n, del economista venezolano Mois¨¦s Na¨ªm (La fraudulenta superioridad de los economistas, del 28 de marzo), era una autocr¨ªtica de su propia profesi¨®n: por su arrogancia (desprecia cuanto ignora), su falta de independencia (cuanto m¨¢s se acerca al mundo de los negocios m¨¢s se condiciona su agenda, conclusiones y recomendaciones) y su ignorancia (su incapacidad para ofrecer soluciones revela que su instrumental te¨®rico necesita urgentemente una inyecci¨®n de nuevas ideas sobre la conducta humana).
Hay m¨¢s l¨ªneas de trabajo que han transformado el papel de los economistas. Es muy riguroso referirse a ellos como hace el profesor de la Universidad Carlos III de Madrid Jos¨¦ Luis Ferreira: cuando habla de economistas se refiere solo a los que investigan en Econom¨ªa y publican en las principales revistas acad¨¦micas, o a los que sin investigar, conocen y usan los resultados de las investigaciones hechas por los dem¨¢s. Las opiniones y actos de otras personas ¡ªtengan una titulaci¨®n en Econom¨ªa o no¡ª que no se ajusten a lo anterior no constituyen el cuerpo de la Econom¨ªa. (Econom¨ªa y pseudociencia, D¨ªaz & Pons Editores). Una concepci¨®n tan ajustada de la profesi¨®n arrojar¨ªa en el extremo a los extramuros de la misma a los que practican la pol¨ªtica econ¨®mica o la econom¨ªa pol¨ªtica. Tal torre de marfil solo existe en algunas universidades y servicios de estudios, y la econom¨ªa es mucho m¨¢s rica.
Ning¨²n departamento universitario de Econom¨ªa ha sido cerrado por equivocarse tanto
Por ejemplo, el mundo de la econom¨ªa deber¨ªa debatir hoy aspectos que son dif¨ªciles de encontrar en las revistas te¨®ricas, tales como: 1) por qu¨¦ el sentimiento de la crisis va pasando sin que haya habido ning¨²n intento serio por rectificar los errores doctrinarios que llevaron a la econom¨ªa de tantos pa¨ªses a la par¨¢lisis; 2) c¨®mo fue que la complejidad del sistema super¨® con creces la capacidad de los participantes, expertos econ¨®micos y guardianes; incluso despu¨¦s de la recesi¨®n resulta endiabladamente dif¨ªcil comprender lo que ha sucedido. Algunos consiguieron unir los puntos adecuados, de la forma correcta y en el momento oportuno, pero fueron una min¨²scula minor¨ªa dentro de la profesi¨®n; 3) ninguno de los economistas que fallaron en su pron¨®stico y en sus recomendaciones de pol¨ªtica econ¨®mica ¡ªesto es, fracasaron¡ª ha sido despedido por incompetente, ni ning¨²n departamento de Econom¨ªa ha sido clausurado por sus errores ni como medida de reducci¨®n del gasto p¨²blico o privado, como ha sucedido en tantos otros sectores productivos o intelectuales.
El profesor de la universidad norteamericana de Notre Dame, Philip Mirowski, se?ala un responsable intelectual de ese fracaso: "Sin duda, la Segunda Guerra Mundial habr¨ªa tenido lugar sin Martin Heidegger, Carl Schmitt y otros intelectuales nazis, pero no est¨¢ tan claro que la crisis hubiera ocurrido sin la escuela de econom¨ªa neocl¨¢sica de Chicago. Chicago ha sido el principal vivero inicial de la teor¨ªa financiera moderna, que ha proporcionado inspiraci¨®n intelectual directa y justificaci¨®n para la mayor parte de la innovaci¨®n de los derivados financieros (...) de los ¨²ltimos 30 a?os" (Nunca dejes que una crisis te gane la partida, editorial Deusto).
?Tienen algo que decir de todo esto las organizaciones profesionales de economistas? El Colegio de Economistas de Madrid, por ejemplo, instalado en la mediocridad y la molicie, nada de nada.
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