El rescate de Brasil
La poblaci¨®n tendr¨¢ que pagar durante mucho tiempo la soberbia del Gobierno de Rousseff
La econom¨ªa brasile?a presenta todas las caracter¨ªsticas de un pa¨ªs bajo la tutela de un programa del FMI. La lista de desequilibrios econ¨®micos es interminable. Un d¨¦ficit por cuenta corriente rampante que ya supera el 4% del PIB, un tipo de cambio durante mucho tiempo excesivamente apreciado y que se ha colapsado en unos meses, una deuda p¨²blica en r¨¢pida tendencia ascendente, un d¨¦ficit fiscal superior al 6% del PIB a pesar de una alt¨ªsima presi¨®n fiscal, un aumento interanual de los precios al consumo de casi el 8% que ha desanclado las expectativas de inflaci¨®n, un crecimiento acelerado de los salarios por encima de la muy baja productividad. El esc¨¢ndalo de Petrobras, el ¨²ltimo de una larga serie de esc¨¢ndalos de corrupci¨®n pol¨ªtica, es la gota que puede colmar el vaso de la paciencia de los inversores, de la tolerancia de los ciudadanos brasile?os, y del aguante de la s¨¦ptima econom¨ªa mundial. Las ramificaciones del esc¨¢ndalo alcanzan a todos los sectores de la econom¨ªa y de la sociedad y est¨¢n paralizando la actividad y colapsando la confianza, tanto empresarial como de los consumidores, hasta niveles de pesimismo nunca vistos. Las multitudinarias manifestaciones de los ¨²ltimos d¨ªas son la muestra m¨¢s gr¨¢fica de esta insatisfacci¨®n.
Tal desastre es, como casi siempre, el resultado de una perversa combinaci¨®n de ideolog¨ªa desfasada y arrogancia intelectual, enmascarados por un ciclo econ¨®mico boyante pero dependiente sobre todo de factores ex¨®genos y no sostenibles, como el superciclo alcista de las materias primas y la exuberante demanda china. La supresi¨®n de estos factores ex¨®genos ha revelado un crecimiento potencial mucho menor de lo que se anticipaba, seguramente no m¨¢s del 2.5%. Este menor crecimiento potencial revela una econom¨ªa sobrecalentada, muy poco competitiva y con un nivel de gasto p¨²blico excesivo y dif¨ªcil de reducir, que necesita un fuerte apret¨®n tanto fiscal como monetario para eliminar los excesos acumulados.
Brasil sorprendi¨® positivamente al mundo tras las m¨²ltiples crisis de finales del siglo pasado. De 2003 a 2010, durante el mandato del presidente Lula, Brasil creci¨® a una media del 4% anual. Un ciclo virtuoso de exportaciones boyantes, reducci¨®n de tipos de inter¨¦s y mejora del acceso al cr¨¦dito para una creciente clase media deseosa de gastar, potenciado por una mejora de la distribuci¨®n de la renta generada por una combinaci¨®n de aumentos reales de los salarios m¨ªnimos y programas de reducci¨®n de la pobreza (como el exitoso Bolsa Familia, convertido en un modelo a seguir, que condiciona la ayuda monetaria a la escolarizaci¨®n y vacunaci¨®n de los ni?os de la familia). Brasil experiment¨® una revoluci¨®n social, permitiendo a una gran parte de la poblaci¨®n abandonar la econom¨ªa informal y gozar de contratos de trabajo que permiten la obtenci¨®n de cr¨¦ditos y de subsidios de desempleo, creando la clase media necesaria para el avance econ¨®mico.
El Gobierno de Lula consigui¨® este progreso a base de pol¨ªticas econ¨®micas ortodoxas ¡ªdisciplina fiscal y monetaria, reformas liberalizadoras, y pol¨ªticas activas de lucha contra la pobreza. Las cosas cambiaron con la llegada de la presidenta Dilma Rousseff. Su plan de Gobierno se?alaba como prioridad elevar la inversi¨®n del 18 al 25% del PIB, como veh¨ªculo para alcanzar un crecimiento potencial del PIB del 5%. Un objetivo loable en un pa¨ªs necesitado de capital.
El problema surgi¨® con la estrategia para alcanzar ese objetivo. La fuerte carga ideol¨®gica de la presidenta Dilma, y la soberbia generada por el ¨¦xito econ¨®mico de la d¨¦cada precedente, llevaron a desechar la ortodoxia econ¨®mica y virar peligrosamente hacia un populismo expansionista, adoptando la llamada ¡°nueva matriz macroecon¨®mica¡±. En lugar de continuar saneando la econom¨ªa, para as¨ª reducir el ineficiente gasto fiscal y los alt¨ªsimos tipos de inter¨¦s reales y atraer la inversi¨®n privada, la nueva ¡°matriz¡± se basaba en fomentar el crecimiento a trav¨¦s de pol¨ªticas intervencionistas de apoyo a la inversi¨®n, con presi¨®n pol¨ªtica sobre el Banco Central para reducir los tipos de inter¨¦s, aceleraci¨®n del cr¨¦dito p¨²blico fuertemente subsidiado, intervenci¨®n para depreciar el tipo de cambio, incluyendo los controles de capitales, relajaci¨®n de la disciplina fiscal, y manipulaci¨®n de los precios administrados para enmascarar la alt¨ªsima inflaci¨®n. Brasil no solo abandon¨® la disciplina econ¨®mica, sino que se puso a la cabeza de los ataques a la pol¨ªtica econ¨®mica del G7 ¡ªcomo las cr¨ªticas a la expansi¨®n cuantitativa de la Reserva Federal y las acusaciones de ¡°guerra de divisas¡±¡ª. La cerraz¨®n llegaba hasta el punto de impedir la publicaci¨®n de los documentos de la revisi¨®n econ¨®mica anual del FMI, algo que hasta China permit¨ªa. El FMI y el G20 callaban ante la acumulaci¨®n de desvar¨ªos, haciendo un flaco favor al pueblo brasile?o.
Las pol¨ªticas alternativas pueden funcionar en casos muy puntuales, pero la ortodoxia existe porque la experiencia acumulada destila las mejores pr¨¢cticas. Cuando los mercados comenzaron a dudar de Brasil hace ya a?o y medio, Lula presion¨® a Rousseff para que retornara a la disciplina, pero la estrategia electoral se impuso, malgastando un a?o en el cual los desequilibrios aumentaron todav¨ªa m¨¢s. Ahora los hechos han forzado a Dilma ha reconocer su error y ha nombrado a un ortodoxo, serio y disciplinado ministro de Econom¨ªa, Joaquim Levy, para que le devuelva la credibilidad perdida a trav¨¦s de un dur¨ªsimo plan de ajuste y estabilizaci¨®n que tendr¨¢ que durar varios a?os. Es, no nos enga?emos, como un programa del FMI, pero autofinanciado.
Brasil se est¨¢ rescatando a s¨ª mismo porque las reservas de tipo de cambio acumuladas durante la d¨¦cada pasada le proporcionan un colch¨®n de seguridad. Pero el margen de error es m¨ªnimo. Las encuestas y las manifestaciones populares revelan una tensi¨®n pol¨ªtica enorme y el apoyo pol¨ªtico al programa de ajuste no est¨¢ garantizado. La sequ¨ªa est¨¢ amenazando con crear cortes de electricidad en una red el¨¦ctrica que sufre de falta de inversi¨®n y rigideces regulatorias. Una rebaja de la calificaci¨®n a bono basura podr¨ªa acelerar la salida de capitales y dificultar todav¨ªa m¨¢s la financiaci¨®n del d¨¦ficit por cuenta corriente, cada vez m¨¢s dependiente del capital chino y de los flujos de corto plazo. Los programas de estabilizaci¨®n son la ¨²nica soluci¨®n en estos casos, y son en general duros porque se llega a ellos tarde, mal y sin convicci¨®n. Los excesos, la arrogancia, y los errores, se pagan. En Grecia, en Espa?a, o en Brasil.
?ngel Ubide es senior fellow, Peterson Institute for International Economics. @angelubide
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