Una Bolsa a golpe de intervenci¨®n estatal
Las autoridades chinas intentan controlar los mercados a trav¨¦s de programas de compra masiva de t¨ªtulos
La reciente crisis burs¨¢til china es una historia en la que se mezclan la mera correcci¨®n de un mercado a todas luces sobrevalorado y los movimientos gubernamentales. Estos ¨²ltimos son los que inflan o pinchan microburbujas en los parqu¨¦s del gigante asi¨¢tico, aut¨¦nticos casinos abonados a la volatilidad gracias a la amplia presencia de peque?os ahorradores que operan sin apenas conocimientos financieros.
Todos los analistas consultados en la ¨²ltima semana coinciden en que la reciente p¨¦rdida de valor de las acciones chinas entra dentro de lo l¨®gico. Pese a que los signos de ralentizaci¨®n de la segunda econom¨ªa mundial eran y son cada vez m¨¢s evidentes, el valor total de las acciones lleg¨® a dispararse un 150% desde principios del a?o pasado y era de esperar una correcci¨®n.
Sin embargo, m¨¢s all¨¢ del desplome en los ¨ªndices, para comprender qu¨¦ ocurre en la Bolsa china hay que aplicar la misma l¨®gica y las mismas reservas que cuando se analiza el conjunto de su econom¨ªa, fuertemente planificada. A diferencia de los mercados de renta variable en Europa o EE UU, en los que raras veces se precisa la intervenci¨®n del regulador para frenar ca¨ªdas, imponer bandas de cotizaci¨®n, perseguir a brokers por su ¡°comportamiento especulativo¡± o actuar directamente en el parqu¨¦ con adquisiciones masivas de acciones se ha convertido en algo habitual en China.
Con la ralentizaci¨®n econ¨®mica como tel¨®n de fondo y tras tres semanas de ca¨ªda libre en las Bolsas, a principios de julio Pek¨ªn puso coto sobre las operaciones en corto ¨Cque apuestan por movimientos bajistas¨C, empez¨® a investigar posibles manipulaciones y, sobre todo, lanz¨® un plan de compra de t¨ªtulos de grandes cotizadas de hasta 17.500 millones de euros. Incluso prohibi¨® las ventas de un fondo p¨²blico que tiene hasta 145.000 millones en acciones. Dos d¨ªas despu¨¦s, ante la falta de efectividad de sus medidas, algo pr¨¢cticamente in¨¦dito hasta entonces, las autoridades chinas fueron un paso m¨¢s all¨¢: mandaron a la polic¨ªa contra los especuladores y creyeron frenar la sangr¨ªa. Temporalmente.
A finales del mes pasado, las Bolsas de Shangh¨¢i y Shenzhen volvieron a desplomarse ante las dudas sobre la permanencia de las medidas de apoyo gubernamental. La promesa del regulador de que ¨¦stas segu¨ªan activas y, por tanto, el mercado segu¨ªa pr¨¢cticamente intervenido por las autoridades, estabiliz¨® la ca¨ªda y dio alas para un nuevo ¨Cy corto¨C aceler¨®n en las cotizaciones seguido de otro batacazo. En esta ocasi¨®n, la respuesta a la ca¨ªda burs¨¢til fue la promesa de fusi¨®n de entidades p¨²blicas y la prohibici¨®n a un fondo estadounidense de seguir operando en China.
Insuficiente: de nuevo se produjo la vuelta a la monta?a rusa. Las ca¨ªdas se prolongaron la semana pasada y los primeros d¨ªas de esta. Y la incertidumbre se traslad¨®, esta vez s¨ª, a los mercados occidentales, que vivieron su particular lunes negro por el temor a que la crisis burs¨¢til china sea mucho m¨¢s que un traspi¨¦ estival. El nerviosismo se prolong¨® hasta el jueves cuando, tras bajar los tipos de inter¨¦s por quinta vez desde noviembre e inyectar liquidez en el sector financiero, Pek¨ªn llev¨® a cabo la en¨¦sima intervenci¨®n en forma de nueva compra masiva de acciones. Su intenci¨®n es llegar al desfile militar del jueves 3 de septiembre, en el que se conmemora la victoria sobre Jap¨®n en la Segunda Guerra Mundial, con los mercados bajo control. China no quiere sustos a las puertas de una fecha tan se?alada. A partir de entonces volvemos al terreno desconocido.
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