El acuerdo del Pac¨ªfico se topa con un Congreso esc¨¦ptico en Estados Unidos
Las dos C¨¢maras, dominadas por el Partido Republicano, deber¨¢n ratificar el pacto
El acuerdo del Pac¨ªfico, adoptado ayer en Atlanta tras cinco a?os de negociaciones, alumbra un bloque comercial que competir¨¢ con China y desplazar¨¢ hacia Asia el centro de gravedad de la econom¨ªa mundial. La Asociaci¨®n Transpac¨ªfica (TPP, en sus iniciales inglesas) implica m¨¢s que una rebaja de aranceles. Contempla normas medioambientales y laborales, protege la propiedad intelectual de las multinacionales y es un modelo para el acuerdo que Estados Unidos negocia en paralelo con la Uni¨®n Europea. Ahora empieza la batalla por la ratificaci¨®n en el Congreso estadounidense.
?La Asociaci¨®n Transpac¨ªfica es el mayor acuerdo comercial desde el Tratado de Libre Comercio de Am¨¦rica del Norte (TLCAN, o NAFTA, en sus iniciales inglesas), aprobado en los a?os noventa. Junto a Estados Unidos, lo suscriben pa¨ªses latinoamericanos como Chile, Per¨² y M¨¦xico, adem¨¢s de Jap¨®n, Canad¨¢, Australia, Nueva Zelanda, Singapur, Vietnam, Malasia y Brunei. Juntos representan el 40% de la econom¨ªa mundial y un tercio del comercio. El acuerdo prev¨¦ desde una rebaja de los aranceles para productos agr¨ªcolas a la regulaci¨®n de la propiedad de productos tecnol¨®gicos y farmac¨¦uticos y la creaci¨®n de instancias de arbitraje que, seg¨²n los cr¨ªticos, erosionar¨¢n la soberan¨ªa nacional.
Los defensores del acuerdo, con Obama a la cabeza, argumentan que la ca¨ªda de los obst¨¢culos comerciales impulsar¨¢ las exportaciones y crear¨¢ empleo. Un estudio citado por la Administraci¨®n Obama habla de unos ingresos, derivados del acuerdo, de 223.000 millones de d¨®lares anuales, 77.000 de los cuales corresponder¨ªan a EE UU. ¡°Teniendo en cuenta que m¨¢s del 95% de nuestros clientes potenciales vive fuera de nuestras fronteras, no podemos permitir que pa¨ªses como China escriban las reglas de nuestra econom¨ªa¡±, dijo Obama en un comunicado. ¡°Nosotros deber¨ªamos escribir las reglas, abriendo nuevos mercados para los productos americanos al tiempo que elevamos los est¨¢ndares para proteger a los trabajadores y preservar el medio ambiente¡±.
El pacto comercial entre Estados Unidos, Jap¨®n y 10 pa¨ªses del Pac¨ªfico es un triunfo econ¨®mico y geopol¨ªtico de Obama. Esta era, junto al deshielo con Cuba y al acuerdo nuclear con Ir¨¢n, una de las prioridades de Obama en el tramo final de su mandato, que concluye en enero de 2017. No se trata s¨®lo de crear la mayor zona econ¨®mica del mundo, sino de ejercer de contrapeso a China en la pugna por la influencia en la regi¨®n. Mientras, contin¨²a la negociaci¨®n de la Asociaci¨®n Transatl¨¢ntica de Comercio e Inversiones (TPIP, en sus iniciales inglesas), que probablemente deber¨¢ concluir el sucesor de Obama.
Los detractores constituyen una amplia coalici¨®n. Incluye organizaciones no gubernamentales como M¨¦dicos sin Fronteras, que temen que el acuerdo eleve los precios de los medicamentos. Tambi¨¦n a los sindicatos estadounidenses, convencidos de que el TPP acelerar¨¢ las deslocalizaciones industriales y la erosi¨®n de la clase media, un proceso asociado en EE UU al acuerdo con M¨¦xico y Canad¨¢. Otro elemento en esta coalici¨®n es el Partido Dem¨®crata de Obama, muy ligado a la base sindical. Hist¨®ricamente, el Partido Republicano ha sido el partido del libre mercado y el libre comercio y el Partido Dem¨®crata, el del proteccionismo. La ratificaci¨®n de la Asociaci¨®n Transpac¨ªfica en el Congreso est¨¢ en el aire.
La batalla del Congreso
¡°Evaluaremos los detalles con cuidado y trabajaremos para derrotar este acuerdo comercial de las corporaciones si no est¨¢ a la altura¡±, dijo en un comunicado Richard Trumka, presidente del sindicato AFL-CIO, poco despu¨¦s de terminar la ¨²ltima ronda negociadora de los ministros de los 12 pa¨ªses en Atlanta (Georgia). Obama da por hecho que topar¨¢ con la oposici¨®n de buena parte de la bancada dem¨®crata. En principio, deber¨ªa poder contar con la mayor¨ªa republicana, pero no ser¨¢ f¨¢cil. La campa?a para la nominaci¨®n a la Casa Blanca es, entre otras cosas, una competici¨®n de ataques al presidente. Y la hostilidad a los acuerdos comerciales no es monopolio de la izquierda. El magnate Donald Trump se ha convertido en el favorito republicano con un discurso proteccionista.
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