Evitar la guerra fr¨ªa econ¨®mica
La batalla electoral en EE UU ha sido entre una proteccionista moderada y uno de extrema derecha
La confrontaci¨®n presidencial en EEUU ha sido entre una proteccionista moderada y un proteccionista peligroso de extrema derecha. Ni Clinton (que seg¨²n los papeles de Wikileaks mantiene sobre el tema una posici¨®n p¨²blica y otra privada) ni Trump son adalides del libre comercio y manifiestan continuas prevenciones sobre los acuerdos comerciales que la Administraci¨®n Obama est¨¢ negociando hasta el ¨²ltimo momento entre EE UU?y una y otra parte del mundo.
Cuando los historiadores analizan los a?os treinta del siglo pasado describen el ambiente depresivo, proteccionista y desmoralizador de aquel periodo, que en mucho se parece al de hoy. Tambi¨¦n hay diferencias notables; la existencia de un Estado de Bienestar, con todas sus deficiencias, o el marco de la globalizaci¨®n, de la que se discute su profundidad, su asimetr¨ªa y su gobernanza pero no una marcha atr¨¢s, hacia posiciones aut¨¢rquicas.
Sin embargo, el rechazo a la globalizaci¨®n, sobre todo en sus aspectos comerciales, es real y creciente. Si no se activan nuevas normas reguladoras esta reacci¨®n ciudadana puede ir en la direcci¨®n de un proteccionismo agresivo y de una guerra fr¨ªa econ¨®mica. La experiencia prueba hacia d¨®nde llevan estas pol¨ªticas de perjuicio al vecino. Los organismos multilaterales, no s¨®lo los movimientos antiglobalizaci¨®n, han advertido de ello. El economista Dani Rodrik ha escrito que se pone en riesgo la globalizaci¨®n si se presiona para que se firmen en este momento algunos acuerdos comerciales, como el de EE UU?y Europa (TTIP) o el Acuerdo Transpac¨ªfico de Cooperaci¨®n Econ¨®mica (TPP), en contra de la opini¨®n p¨²blica, porque encienden el rechazo hacia aquella.
Clinton y Trump han multiplicado las dudas de los ciudadanos de que estos acuerdos sean positivos para los intereses estadounidenses. Mientras tanto, en Europa se han multiplicado las manifestaciones y las posturas cr¨ªticas ante el TTIP, y algunos de los pol¨ªticos que pueden llegar pronto al poder (por ejemplo, en Francia) tienen posturas muy cercanas a las de Trump. La salida de Gran Breta?a de la UE pertenece a la misma familia de problemas. Algunos analistas han establecido analog¨ªas evidentes entre el voto de los brit¨¢nicos en junio pasado y la decisi¨®n del Reino Unido de abandonar, presa del p¨¢nico, el patr¨®n oro en septiembre del a?o 1931. Fue el Reino Unido la primera potencia en renunciar a aquel sistema econ¨®mico mundial.
EEUU y Europa fueron los principales arquitectos del orden econ¨®mico de la postguerra. Aunque el mundo de hoy es muy diferente al de los a?os cuarenta, sigue siendo extremadamente peligroso que se enfrenten en conflictos arancelarios, o en barreras no arancelarias, teniendo en cuenta, adem¨¢s, que existen distintos actores dispuestos a entrar con rapidez en esa contienda (China, Rusia y otros emergentes). La opacidad y la falta de debate p¨²blico no ayudan, sino que generan todo tipo de sospechas. El libre comercio y sus efectos linealmente positivos sobre el empleo, la inversi¨®n, etc¨¦tera, tambi¨¦n ha entrado en la discusi¨®n. Ya no es un tab¨² su cuestionamiento sino que genera polarizaci¨®n. Mientras The Economist, gran combatiente contra el nacionalismo econ¨®mico, se dirig¨ªa a los manifestantes anti TTIP con el titular "Por qu¨¦ se equivocan", los representantes de estos ¨²ltimos acusaban a los misioneros del libre comercio de decir blanco cuando es negro, a veces por intereses, a veces por ideolog¨ªa.
Todos nos jugamos mucho en las elecciones de este martes.
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