La verdad de Draghi, entre bambalinas
El jefe del BCE habla desde el cruce de lo que piensa, lo que puede y lo que quiere decir
Si les atrap¨® la entrevista de este mi¨¦rcoles en este diario al presidente del BCE, Mario Draghi, igual les interesa saber de su cocina y anecdotario. Para situar mejor cuanto afirma.
Como sucede con los protagonistas clave, y me ha ocurrido con el violinista Yehudi Menuhin (junto al a?orado Agust¨ª Fancelli) o el general jefe de la OTAN Wesley Clark (a bordo del Air Force-2 cuando bombardeaba a Slobodan Milosevic) el actor habla desde la encrucijada: ese cruce entre lo que piensa, lo que puede y lo que quiere decir.
Entre los tres condicionantes, gana la voluntad de vehicular un mensaje. Por eso todos llevan, escritas o memorizadas, unas notas sobre el mensaje a pasar. Por eso ¡ªy porque les asiste el derecho a subsanar del texto eventuales confusiones¡ª ese mensaje es s¨®lido. Constituye notarial declaraci¨®n de parte.
Pero el mensaje se modula en el di¨¢logo. S¨²per Mario quiere ensalzar (y ensalza) el esfuerzo de los espa?oles y las reformas internas emprendidas. Sobre todo porque contrastan tanto con la experiencia del prolongado far niente italiano, que tanto le escuece (en silencio). Pero sabe que los vientos de cola exteriores (precio del petr¨®leo, bajos tipos de inter¨¦s) aportaron mucho y que la cima de crecimiento lograda es vulnerable. Y lo dice.
Dice con dicci¨®n pausada, sabedor de que los mercados ¡ªo cualquier actor capaz de incordiar¡ª escrutan cualquier zumbido y ser¨ªa imprudente franquearse hasta el punto de ponerlos en ebullici¨®n artificiosa.
Acaso de un pesta?eo uno adivina que Mario Draghi no comulgue con que el Brexit sea irreversible; pero lo asume como inevitable presunci¨®n metodol¨®gica de partida. Quiz¨¢ se otee que la propuesta de expansi¨®n fiscal de la Comisi¨®n le sepa a poco, pero, prudente, evitar¨¢ ponerle palos en las ruedas. Tal vez sue?e con que las reglas del austeritario Pacto de Estabilidad quedaron obsoletas, pero en ausencia de otras, mejor ser¨¢ no crear problemas adicionales.
Tiene Draghi la virtud de ser, en s¨ª mismo, en era de ant¨ªtesis, s¨ªntesis. Goza de la ventaja de la geograf¨ªa: procede del Estado-naci¨®n m¨¢s nuevo de los viejos fundadores. Del cosmopolitismo, entre la academia italiana y la emigraci¨®n intelectual a EEUU. Y de la historia familiar: hijo de la clase media ¡ªsu padre era un directivo acomodado en el Instituto de Reconstrucci¨®n Industrial, subsector energ¨¦tico¡ª qued¨® hu¨¦rfano y a los 16 a?os ejerci¨® de paterfamiliae: los ahorros en bonos p¨²blicos se esfumaron al comp¨¢s de la inflaci¨®n.
Por cuna es sure?o. Por circunstancia patrimonial, sintoniza con el ahorrador alem¨¢n, enfadado por los bajos tipos de inter¨¦s que lastran su nivel de vida. Esa s¨ªntesis.
S¨²per Mario es tifosso de la Roma. Su pasi¨®n oscila entre la admiraci¨®n por el talento de Totti, il capitano; y el asombro por el esfuerzo de Giannini, il principe. Se confiesa inclinado por Totti. Y pregunta a Claudi P¨¦rez y al que esto explica, cu¨¢les son los suyos.
¡ª¡°Como catalanes, de Messi¡±, apuntamos.
¡ª¡°Eso es nivel¡±, murmura, elegante.
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