La amalgama trumpista de Keynes y Hayek
Para el candidato, Goldman Sachs era el diablo; para el presidente, el semillero de altos cargos
En las elecciones primarias del Partido Republicano el candidato Donald Trump atac¨® a su oponente Ted Cruz por estar controlado por Goldman Sachs; Cruz hab¨ªa obtenido un cr¨¦dito de dicho banco de negocios para su campa?a como senador por Texas. Esas cr¨ªticas se repitieron sin piedad, cuando ya estaba en juego la Presidencia de EE UU, contra Hillary Clinton, por haber dado una serie de conferencias muy bien financiadas por la misma entidad financiera, una vez que abandon¨® el Departamento de Estado.
Goldman Sachs era, para el candidato Trump, una sin¨¦cdoque de Wall Street, ¡°esa estructura del poder global que es responsable de las decisiones econ¨®micas que han robado a nuestra clase obrera y han despojado a nuestro pa¨ªs de su riqueza para poner ese dinero en los bolsillos de un pu?ado de grandes corporaciones¡±. Para el presidente electo Trump, Goldman Sachs es ahora el mejor semillero de altos cargos de su Administraci¨®n. De los puestos ya elegidos, dos de la m¨¢xima relevancia provienen del banco de inversi¨®n citado: el secretario del Tesoro, Steven Mnuchin, y el estratega jefe de su equipo, el ultraderechista Stephen Bannon; y aun falta de escoger el jefe de la Oficina del Presupuesto y destinos de segundo orden. A su alrededor gira, como titulares de otros departamentos y asesores varios, parte de la plutocracia m¨¢s renombrada del sistema financiero responsable de la crisis que asol¨® al mundo desde el verano del a?o 2007. Nunca hubo tanta distancia entre lo dicho y lo hecho.
Goldman Sachs es esa entidad financiera que algunos califican como ¡°la hidra¡± y otros (el periodista Matt Taibbi en la revista Rolling Stone) como ¡°un gigantesco calamar vampiro que envuelve a la humanidad y succiona sin piedad dondequiera que encuentre algo de dinero¡±. Es el m¨¢ximo exponente de las puertas giratorias del capitalismo actual: por sus oficinas han pasado al menos tres secretarios del Tesoro de los ¨²ltimos presidentes (Rubin, Paulson y Mnuchin) y numeros¨ªsimos presidentes de bancos centrales, comisarios europeos y primeros ministros tecn¨®cratas no elegidos por nadie (Draghi, Monti, Prodi, Papademos, Sutherland, etc¨¦tera), con permanentes viajes de idea y vuelta entre el sector p¨²blico y el privado.
?Qu¨¦ programa econ¨®mico va a aplicar este equipazo de goldmanitas y multimillonarios? Todav¨ªa no se conoce la letra peque?a del mismo. ?nicamente, solemnes declaraciones. El investigador del Instituto Elcano, Miguel Otero Iglesias (El esperpento de Trump) resume las medidas por el lado de la demanda ¡ªest¨ªmulos fiscales para infraestructuras, por valor de un bill¨®n de d¨®lares¡ª y por el lado de la oferta: rebaja de impuestos (¡°habr¨¢ la mayor reducci¨®n desde tiempos de Reagan¡±, Mnuchin dixit), desregulaci¨®n financiera (descrestando la ley Dodd-Frank, que se aprob¨® para limitar los abusos de Wall Street), reducciones de la burocracia, etc¨¦tera. A ello habr¨¢ que a?adir indeterminadas dosis de proteccionismo, negaci¨®n del cambio clim¨¢tico apostando por el carb¨®n y las energ¨ªas f¨®siles, una pol¨ªtica social inexistente, etc¨¦tera.
Esto es lo que se puede denominar la amalgama trumpista entre el keynesianismo y el liberalismo de Hayek, con abundante condimento de ambig¨¹edad (por ejemplo, si se bajan los impuestos, ?de d¨®nde saldr¨¢ el dinero para financiar las inversiones en infraestructuras?). Trump gan¨® las elecciones contra el establishment y ha fichado al establishment (probablemente m¨¢s que ning¨²n otro presidente republicano o dem¨®crata) para que gobierne. Esta contradicci¨®n supondr¨¢ una nueva vuelta de tuerca para movilizar el resentimiento de mucha gente. Peligroso.
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