Las ¨¦lites son¨¢mbulas
El desarrollo europeo arroja a millones de personas en brazos de fuerzas antisistema
M¨¢s all¨¢ de lo que ocurra en la segunda vuelta de las presidenciales francesas y, un mes despu¨¦s en las elecciones legislativas; m¨¢s all¨¢ de lo que suceda con la evoluci¨®n de las bolsas de valores, la deuda y las primas de riesgo, hay una urgencia extrema de reformulaci¨®n del proyecto de construcci¨®n europea y, especialmente, del dise?o del euro y de la Uni¨®n Econ¨®mica y Monetaria. Pues lo que es seguro es que, tal como se est¨¢n desarrollando ambos, arrojan a millones de ciudadanos en brazos de fuerzas nacionalistas, o xen¨®fobas, o populistas, o extremistas, o antieurope¨ªstas, o todo junto, como muestran los comicios celebrados en pa¨ªses como Holanda y Francia, el Brexit o lo que est¨¢ ocurriendo en lugares como Polonia o Hungr¨ªa.
Para llegar a esta conclusi¨®n no hace falta esperar para saber qui¨¦n va a ganar en la catarata de comicios que est¨¢n por delante. Tras quince a?os de funcionamiento del euro, casi una d¨¦cada de ellos sumergidos en una crisis tan larga como la Gran Depresi¨®n y de un car¨¢cter m¨¢s complejo que aquella, son muchos m¨¢s los renglones que se pueden poner en el debe del balance de la moneda ¨²nica que en su haber (dome?ar la inflaci¨®n, que se ha convertido en el objetivo n¨²mero uno, por encima de todos los dem¨¢s). En ellos, el m¨¢s importante es la divergencia creciente entre los pa¨ªses del norte y del sur de Europa, en vez de llevar a la eurozona a un proceso de convergencia real, que es para lo que los ciudadanos quieren pertenecer al euro.
El euro ha dejado de ser un juego de suma positiva en el que todos ganan, para convertirse en un juego de sumo cero en el que lo que ganan unos (Alemania y su glacis) lo pierden otros (los pa¨ªses sure?os, en especial Grecia, el aut¨¦ntico laboratorio del doctor Mengele de las pol¨ªticas de austeridad expansiva que, todav¨ªa hoy, se siguen aplicando all¨ª). Emergen nuevas fracturas entre el centro y la periferia, los acreedores y los deudores,¡de tal manera que ahora no est¨¢ en cuesti¨®n tan s¨®lo la irracionalidad del dise?o inicial de la Uni¨®n Econ¨®mica y Monetaria sino el propio modelo del euro, que ha entrado en un c¨ªrculo de desconfianza en s¨ª mismo.
Desconfianza que se extiende a quien lo gestionan y dirigen, esas ¡°¨¦lites son¨¢mbulas¡±, como las ha denominado alguien, que act¨²an de manera autom¨¢tica y que dan s¨ªntomas constantes de conformismo. Acaban de celebrar los primeros sesenta a?os de la UE sin que de sus reuniones hayan salido m¨¢s que buenas palabras y la necesidad de esperar a lo que ocurra con el voto de los franceses y los alemanes. Esperar, esperar,¡, mientras una buena parte de la ciudadan¨ªa observa con estupor que con el euro se crece menos que sin ¨¦l, que ha aumentado el paro, que la precarizaci¨®n es estructural y que cada vez est¨¢ m¨¢s en peligro la universalidad del Estado de Bienestar, gran patrimonio europeo.
?Qu¨¦ fue de la uni¨®n bancaria, de la tasa Tobin, del pilar social en igualdad de condiciones con los otros tres pilares europeos (el comunitario, el de justicia y el de pol¨ªtica exterior y de seguridad com¨²n)? ?Se podr¨¢ discutir en alg¨²n momento con libertad si la aportaci¨®n alemana al car¨¢cter claramente asim¨¦trico del desarrollo de la eurozona ha conseguido que empeoren las cosas? ?Convirti¨® esa aportaci¨®n intelectual de Merkel y Sch?uble lo que pod¨ªa haber sido una crisis del mont¨®n en una crisis mayor del capitalismo con sus recetas equivocadas?
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