Es el conocimiento
Sin una apuesta a largo plazo por mejorar la productividad, la econom¨ªa espa?ola nunca se pondr¨¢ a la par de Europa
La econom¨ªa espa?ola sigue hu¨¦rfana de productividad. Es una constante del patr¨®n de crecimiento desde hace muchos a?os. Tiene que ver con la especializaci¨®n productiva, con el tipo de producciones que se llevan a cabo y, consecuentemente, con la dotaci¨®n de factores que se emplean, no solo con la cantidad, sino fundamentalmente con la calidad. La intensidad inversora, la cualificaci¨®n del factor trabajo, la disposici¨®n de tecnolog¨ªas de la informaci¨®n y la calidad de la gesti¨®n empresarial son factores que influyen en el crecimiento de la productividad. Tambi¨¦n lo hacen otros que no dependen tanto de la empresa, sino del entorno, de las instituciones p¨²blicas y privadas: desde los sistemas financieros hasta los tribunales de justicia, pasando por las distintas regulaciones. Aumentos en la productividad posibilitan el fortalecimiento de las ventajas competitivas de las empresas, la superveniencia exitosa en entornos internacionales adversos y, en definitiva, el incremento en el PIB por habitante.
Una revisi¨®n comparada de la calidad de los factores empleados en la econom¨ªa espa?ola frente a otras econom¨ªas ayudar¨ªa a entender esos pobres resultados de nuestra productividad y, en ¨²ltima instancia, la vulnerabilidad de las ventajas competitivas de muchas de nuestras empresas. Una de las razones ¡ªpero en modo alguno la ¨²nica¡ª es la menor importancia relativa de factores intensivos en conocimiento, empezando por el grado de cualificaci¨®n del factor trabajo, la utilizaci¨®n de TIC o la dotaci¨®n de activos intangibles. A pesar de la mayor dotaci¨®n de esos factores, especialmente antes de la crisis de 2007, el peso de que dispone en Espa?a el valor a?adido bruto (VAB) basado en el conocimiento lo alcanzaron las principales econom¨ªas de la OCDE hace m¨¢s de un cuarto de siglo.
Antes de la crisis, ese patr¨®n de crecimiento de la econom¨ªa espa?ola estuvo dominado por la actividad de sectores especializados en producciones poco intensivas en conocimiento y por un elevado endeudamiento privado. Este, lejos de asignarse a la diversificaci¨®n, fue mayoritariamente aplicado en aquellos sectores tradicionales, menos intensivos en conocimiento. La modernizaci¨®n de estos, el empleo de factores m¨¢s cualificados fue muy limitado. La excesiva captaci¨®n de ahorro exterior, fundamento ¨²ltimo de la severidad de la crisis en Espa?a, no se emple¨® para adaptarse a un entorno competitivo global en el que dominaba la intensidad tecnol¨®gica, fundamentalmente en las TIC, soporte fundamental de la econom¨ªa del conocimiento. En realidad, durante la expansi¨®n que concluye en 2007 la econom¨ªa espa?ola acent¨²a la especializaci¨®n relativa en sectores tradicionalmente alejados de la econom¨ªa del conocimiento.
En la recuperaci¨®n tampoco se observa una intensificaci¨®n de la productividad. A pesar de que al igual que en el periodo de expansi¨®n los factores basados en el conocimiento fueron aumentando, lo hicieron en los sectores tradicionales. Esos factores han ido ganando peso intrasectorial, pero la producci¨®n no se ha orientado hacia sectores m¨¢s intensivos en el uso de factores m¨¢s cualificados.
Un nuevo trabajo del IVIE (El valor econ¨®mico de las actividades basadas en el conocimiento en Espa?a y sus regiones), realizado en esta ocasi¨®n por Joaqu¨ªn Maudos, Eva Benages y Laura Hern¨¢ndez, contribuye a esclarecer esas dotaciones en la econom¨ªa espa?ola y en sus comunidades aut¨®nomas. No es la primera vez que esa instituci¨®n se centra en los determinantes de la productividad de la econom¨ªa espa?ola, de su prosperidad, en definitiva. En realidad, ese trabajo es complementario de otros como el dirigido por el profesor Ernest Reig (La competitividad de las regiones espa?olas ante la econom¨ªa del conocimiento). Una tradici¨®n investigadora, la exhibida por esta instituci¨®n desde su creaci¨®n hace 27 a?os, que se ha materializado en la existencia de bases de datos valiosas y publicaciones tan ¨²tiles en la formulaci¨®n de pol¨ªticas econ¨®micas que revelan una elevada productividad de sus investigadores.
En esta ocasi¨®n han construido una base de datos que cuantifica el valor de las actividades econ¨®micas basadas en el conocimiento en Espa?a y sus comunidades aut¨®nomas, con un elevado grado de desa?gregaci¨®n sectorial que sirva para cuantificar el VAB basado en el conocimiento. Esos factores son: el trabajo cualificado, los activos TIC, activos intangibles, maquinaria y equipo y material de transporte. Se cuantifica la parte de renta que retribuye los servicios que prestan: su contribuci¨®n al VAB.
Es importante analizar las diferencias en comportamiento econ¨®mico de las regiones espa?olas, en especial en su convergencia en t¨¦rminos de PIB por habitante. Esta fue expl¨ªcita en los a?os de expansi¨®n, pero la crisis fren¨® esa convergencia y ahora se acent¨²a la divergencia. Como no podr¨ªa ser de otra manera, en el trabajo se pone de manifiesto la estrecha relaci¨®n existente entre la importancia relativa de los activos basados en el conocimiento, las variaciones de la productividad y el PIB por habitante.
La comunidad aut¨®noma con mayor peso del VAB basado en el conocimiento es Madrid, seguida del Pa¨ªs Vasco y Navarra, que son tambi¨¦n las que encabezan los mejores registros de productividad y PIB por habitante. Extremadura es la que dispone de un PIB per capita menor y tambi¨¦n de un peso menor en los activos basados en el conocimiento. Es importante subrayar este ¨²ltimo punto: las desigualdades que existen entre regiones en el peso de la econom¨ªa basada en el conocimiento no se deben tanto a diferencias de especializaci¨®n, sino a la intensidad con que utilizan recursos m¨¢s cualificados, muy especialmente el del factor trabajo. Este es el factor cuya retribuci¨®n absorbe la mayor parte de la renta generada y, por ende, la generaci¨®n del mayor VAB. Las excepciones m¨¢s destacadas en ese ¨¢mbito de la especializaci¨®n productiva son, por un lado, Madrid, donde los sectores intensivos en conocimiento son m¨¢s importantes y, por otro, Baleares, donde el dominio de las actividades de hosteler¨ªa o inmobiliarias condiciona su posici¨®n en esa clasificaci¨®n.
Las orientaciones que se deducen de ese trabajo para la pol¨ªtica econ¨®mica son claras. Para que aumente el PIB por habitante es importante que haya alteraciones en la especializaci¨®n productiva, que ascienda la importancia de sectores m¨¢s intensivos en conocimiento, pero tambi¨¦n lo es que lo hagan otros aspectos que condicionan el uso eficiente de esos factores basados en el conocimiento. La dimensi¨®n de las empresas y la calidad de la gesti¨®n empresarial, de la que se ocup¨® esta columna hace un mes, son igualmente determinantes. La evidencia es amplia a este respecto: dimensiones excesivamente reducidas impiden la incorporaci¨®n de todos esos factores intensivos en conocimiento y la distancian de capacidades de gesti¨®n capaces de diferenciar suficientemente la oferta de las empresas. Es decir, de generar ganancias de productividad, de competitividad y, por tanto, de favorecer el ascenso de la renta por habitante del conjunto de la econom¨ªa.
Siendo responsabilidad principal de las empresas disponer de la suficiente intensidad en conocimiento, las Administraciones p¨²blicas tambi¨¦n han de procurar su apoyo. Han de hacerlo con decisiones de asignaci¨®n de recursos p¨²blicos a una adecuada educaci¨®n, a inversi¨®n, as¨ª como a las actividades de I+D, todas ellas sacrificadas durante la gesti¨®n de la crisis. Tambi¨¦n han de reforzar los mecanismos de supervisi¨®n de la competencia y mejorar la calidad de las dem¨¢s instituciones que condicionan la actividad empresarial, en mayor medida la de las peque?as unidades. En ausencia de esa visi¨®n m¨¢s larga de ambos agentes, la vulnerabilidad de nuestra econom¨ªa a condiciones globales menos favorables seguir¨¢ siendo elevada.
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