Amenaza de burbuja
Las monedas virtuales tienen carencias que solo pueden subsanar las instituciones
Por m¨¢s probable que sea un futuro dominado por monedas virtuales, el presente no deja de ser confuso y preocupante. La credibilidad del bitcoin tropieza con un muro disuasorio: pocos saben con exactitud cu¨¢l es el fundamento de su virtualidad (blockchain) ni el soporte de su solvencia y muchos de los que lo saben, desconf¨ªan. Tampoco cuenta con el beneficio de la costumbre. Para el com¨²n de los ciudadanos, el bitcoin es una rareza que se percibe de vez en cuando como un eco lejano. El quid de la cuesti¨®n est¨¢ en saber si debe haber m¨¢s gente implicada, hasta avalar la costumbre del bitcoin. Y para esa pregunta s¨®lo hay respuestas a media luz. Nada se opone a que en el futuro los gobiernos adopten una moneda virtual. Al fin y al cabo, son los que respaldan cualquier moneda y no hay raz¨®n para que si se respalda un pedazo de papel no se haga lo propio con un paquete de bits . Pero ese no es el grado de concreci¨®n actual de las monedas virtuales; y tampoco se espera en a?os inmediatos.
Bien, este es el cuento. El bitcoin se ha revalorizado m¨¢s del 700% desde su creaci¨®n y cada uno de ellos cotiza hoy a unos 8.000 d¨®lares. Dicen que algunas Bolsas crear¨¢n mercados de futuros sobre bitcoins y que macrotiendas prestigiosas permitir¨¢n pagar con el trenzado de bits. Bien. Pero todo lo anterior no deja de ser una descripci¨®n euf¨®rica que se resume en un s¨®lo concepto: volatilidad. Resulta muy peligroso para los inversores y poco pr¨¢ctico para cualquier sistema monetario que se precie fundamentar intercambios econ¨®micos en una unidad de medida que presenta oscilaciones tan pronunciadas como respuesta a peque?as incitaciones o cambios electr¨®nicos o comerciales. El bitcoin es hoy un instrumento inestable y especulativo y no son pocos los que auguran que "acabar¨¢ mal". Mal para los que hayan apostado por ¨¦l, claro.
El modelo de evoluci¨®n es el de una burbuja. Las fuerzas de oferta y demanda no operan en este universo y por lo tanto la l¨®gica de su proyecci¨®n no puede aprehenderse. Y esta es la raz¨®n por la que ha de aplicarse el principio "En la duda, abstente". No es sensato involucrarse en cotizaciones cuyo origen se conoce mal, carecen de respaldo conocido a su solvencia y experimentan fuertes aumentos de valor en periodos cortos.
Habr¨ªa que responder adem¨¢s a dos preguntas. La primera es: si el bitcoin y otras monedas virtuales resultan un fiasco ?aceptar¨¢n su responsabilidad, personal e intransferible y pagar¨¢n los costes debidos o, por el contrario, pedir¨¢n reparaciones, reclamar¨¢n compensaciones y culpar¨¢n a los gobiernos y a los reguladores de un eventual fracaso? Porque la especulaci¨®n se alimenta con frecuencia de la excusa "Nadie me lo impidi¨®" como depuraci¨®n exculpatoria. El reverso de esta falacia es la tendencia natural de la regulaci¨®n a ignorar los riesgos potenciales y acudir con la lengua fuera a sofocar los da?os cuando ya se han producido.
?Cuando otorgar¨¢n los gobiernos su respaldo y sus poderes de control a una moneda virtual? Tambi¨¦n en este punto las respuestas brillan por su ausencia. Ahuyentados los espectros de la crisis financiera, parecer¨ªa oportuno hoy saber que opinan los bancos centrales y los poderes pol¨ªticos sobre cual debe ser el futuro del dinero y la moneda, al fin y al cabo herramientas de intercambio cuya fisicidad y utilidad puede ser mejorada por la tecnolog¨ªa. Aval, cobertura, control y seguridad son las carencias de las monedas virtuales de hoy; todas esas garant¨ªas s¨®lo pueden darlas las instituciones.
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