El tama?o s¨ª que importa

El tama?o s¨ª que importa. Tama?o de la empresa y productividad (producto bruto por hora trabajada) van asociados.

En ambos criterios Espa?a sale malparada de la comparaci¨®n con pa¨ªses de su entorno como Francia, Italia o Alemania. Y ese es un mal cr¨®nico. Pa¨ªses con un tama?o medio de empresas el doble de las espa?olas tienen una productividad media del 22% al 43% superior.

As¨ª lo concluye Tama?o y productividad de la empresa espa?ola, un sugerente trabajo de los profesores Emilio Huerta y Vicente Salas, para el think tank EuropeG, presentado este mi¨¦rcoles.

M¨¢s informaci¨®n

Espa?a recupera este mes el nivel de actividad previo a la crisis

El capital que menos importa: el humano

Microempresa y productividad: lecciones francesas

Dentro de un mismo pa¨ªs, las empresas m¨¢s grandes son m¨¢s productivas que las peque?as (2,2 veces en Espa?a; 1,4 veces en Alemania), y es cosa sabida que exportan e innovan m¨¢s. Y que pagan salarios m¨¢s altos.

Ahora bien, ?qu¨¦ vino antes, el huevo o la gallina? ?Es la productividad lo que provoca una mayor dimensi¨®n de la empresa? ?O es el mayor tama?o lo que la convierte en m¨¢s productiva? La relaci¨®n, tendencial (mayor tama?o, mayor productividad), tampoco es exacta. Y genera sorpresas. Alemania tiene empresas m¨¢s grandes: un 18% m¨¢s de compa?¨ªas con 10 o m¨¢s empleados por encima del resto del cuarteto. Pero las francesas son m¨¢s productivas, salvo las muy grandes.

Las espa?olas producen 40.000 euros de valor a?adido por ocupado, para 58.500 euros las francesas, un 46,25% m¨¢s; las italianas superan a las espa?olas en un 10% (Eurostat).

Y Espa?a es ¡°el pa¨ªs con las empresas menos productivas de promedio, en todas las clases de tama?o¡± (de 0 a 9 empleados; a 19; al 49; a 249, y con m¨¢s de 250), indica el informe. M¨¢s del 55% de las espa?olas no emplea a ning¨²n asalariado (bares, minitiendas) y del resto, un 95% solo tiene entre uno y nueve.

La pregunta sigue en pie. ?Qu¨¦ va antes, el tama?o o la productividad? Muchos economistas defienden lo primero. Y recomiendan en consecuencia dar facilidades al salto de tama?o, a veces dificultado por razones laborales (m¨¢s exigencias sindicales: comit¨¦ de empresa) o fiscales (tipo te¨®rico del impuesto de sociedades m¨¢s alto).

Huerta y Salas se decantan por la productividad como causa. Que vendr¨ªa favorecida por el ¡°capital organizacional¡± de las compa?¨ªas.

A saber, la inversi¨®n en formaci¨®n espec¨ªfica (en Espa?a, 18 horas trabajador/a?o de promedio; en Alemania, 35), la profesionalizaci¨®n de los gestores, el gasto en I+D, la capacidad de delegar (labor de equipo frente a relaci¨®n jer¨¢rquica). As¨ª que una p¨¢tina democratista acaba siendo m¨¢s productiva (y con propensi¨®n a mayor rentabilidad), sugieren.

Por tanto, la receta, m¨¢s que estimular el tama?o, consistir¨ªa en favorecer el ¡ªllam¨¦moslo¡ª talento individual y org¨¢nico en y de las empresas. En Espa?a no hay problema de emprendimiento (3,2 millones de sociedades, como en Alemania), sino de mortalidad empresarial, penuria tecnol¨®gica y escasas calidades (285.000 bares y restaurantes).

Y la formaci¨®n es mediocre: el 50% de los empleadores espa?oles solo tienen formaci¨®n obligatoria: el doble que sus colegas europeos. Mientras que el 70% de los directivos s¨ª tienen educaci¨®n superior. Hay que estudiar m¨¢s.