Solo el 25% de los nuevos convenios incluye medidas de igualdad salarial
Los expertos critican que muchas cl¨¢usulas no pasan de la mera declaraci¨®n de intenciones
Una de las principales herramientas para cerrar la brecha salarial entre mujeres y hombres, la negociaci¨®n colectiva, se usa poco. Apenas uno de cada cuatro convenios nuevos que se firman contiene alg¨²n tipo de cl¨¢usula para impulsar la igualdad en los sueldos, seg¨²n los datos del Ministerio de Empleo de 2017. A¨²n son menos los que contienen medidas para luchar contra la precariedad laboral femenina, ni el 20%, cuando es esta ¨²ltima (temporalidad y empleos a tiempo parcial) la principal causa directa de esa brecha. Adem¨¢s, denuncian los expertos, muchas de esas cl¨¢usulas son un ¡°brindis al sol¡±.
Un asalariado gana al a?o en Espa?a unos 25.992,76 euros brutos; una asalariada, 20.051,58 euros. Es decir, las mujeres ganan, de media, un 23% menos. Hay m¨¢s datos que sirven para ahondar o complementar la desigualdad de g¨¦nero que evidencia esta brecha. Por ejemplo, el n¨²mero de mujeres que cobran menos de 1.000 euros m¨¢s que duplica al de hombres: dos millones frente a menos de un mill¨®n.
Para hacer frente a esa brecha hay varias herramientas en el principal escenario donde se decide los sueldos y su evoluci¨®n: la negociaci¨®n colectiva. En ella, hay mecanismos como los convenios o como los planes de igualdad. A la vista de los datos de los primeros, se puede concluir que se est¨¢n utilizando poco: en 2017 solo el 24,4% de los 1.234 convenios nuevos que se firmaron ten¨ªan alg¨²n tipo de cl¨¢usula para impulsar la igualdad salarial.
Es probable que en los pr¨®ximos meses ambos datos suban porque, aunque las cifras publicadas ya recogen los 12 meses del a?o, la estad¨ªstica de convenios se cierra unos 15 meses despu¨¦s de que acabe el ejercicio. Con esto se pretende dar entrada a convenios que, pese a firmarse con el a?o vencido, entran vigor de forma retroactiva.
Sin evaluaci¨®n de los planes de igualdad
M¨¢s dif¨ªcil es saber c¨®mo est¨¢n funcionando los planes de igualdad, como denuncia Beatriz Quintanilla, profesora de Derecho del Trabajo en la Univerdidad Complutense que ha estudiado el tema. ¡°No se sabe cuantos hay¡±, lamenta, recordando que ella misma elabor¨® una evaluaci¨®n nunca publicada de los convenios y los planes, creados en la ley de igualdad de 2007, que, a su vez, exig¨ªa un examen cuatro a?os despu¨¦s.
Tanto los convenios como los planes de igualdad son de obligado cumplimiento. Pero el principal problema no es tanto el incumplimiento como la propia redacci¨®n de muchos de estos textos. ¡°En muchos casos no se pasa de la declaraci¨®n de intenciones. Lo importante es que se baje a lo concreto y se especifiquen las medidas que se toman¡±, reclama Jes¨²s Cruz, catedr¨¢tico de Derecho del Trabajo de la Universidad de Sevilla.
En la misma l¨ªnea apunta Quintanilla, que elabor¨® en 2015 un estudio para UGT, junto a la expresidenta del Tribunal Constitucional, Mar¨ªa Emilia Casas, y otras dos autoras, en el que analizaron casi 130 convenios: ¡°Suelen ser compromisos muy et¨¦reos, sin marcar objetivo o plazos de cumplimiento¡±. De esta forma, se convierten en herramientas poco eficaces, pese a que como se?ala esta profesora, casi todos lo planes ¡°hacen referencia¡± al tema de la igualdad retributiva.
Los datos de los convenios de 2017, conocidos esta misma semana, tambi¨¦n muestran la falta de acci¨®n para corregir la mayor precariedad de las mujeres y que explica, de forma indirecta, la brecha salarial. Ellas sufren m¨¢s la temporalidad y el empleo a tiempo parcial, y ambas modalidades de trabajo est¨¢n peor retribuidas, y todav¨ªa m¨¢s cuando se traba de mujeres.
Pocas cl¨¢usulas contra la precariedad
Las cl¨¢usulas de convenios para corregir estas situaciones tambi¨¦n son minoritarias: las que supuestamente impulsan la estabilidad en el empleo de las mujeres apenas suponen el 19,1% y las que pretenden facilitar su promoci¨®n apenas llegan al 26,3%.
Otro problema que hay en los convenios y que no ayudan a cerrar la brecha salarial es la propia estructura de las tablas salariales, sus categor¨ªas y sus complementos salariales. Por ejemplo, en este ¨²ltimo caso, las compensaciones m¨¢s cuantiosas llegan por trabajar el fin de semana o por la noche. Esto choca con la conciliaci¨®n de la vida laboral y personal, algo que se descarga mucho m¨¢s sobre las mujeres que sobre los hombres.
Cuando no basta con la ley
Desde 2001 el Estatuto de los Trabajadores incluye un art¨ªculo, el 28, que obliga a pagar lo mismo a hombres y mujeres por hacer el mismo trabajo. Si esto no se cumple, los convenios no se registran y, por tanto, no entra en vigor. Pero las inercias sociales y la falta de medidas proactivas que corrijan la situaci¨®n hacen que la realidad no se ajuste a la norma.
Para cambiar esto, el Gobierno acaba de proponer a los agentes sociales que en los planes de igualdad ¡ªalgo que debe hacerse en todos los convenios sectoriales y empresas de m¨¢s de 250 asalariados, que se hagan auditor¨ªas salariales.
Por resolver estas situaciones, Quintanilla reclama formaci¨®n para los negociadores de sindicatos y de empresarios. Los convenios son el escenario donde se forman los salarios y, por tanto, en el que se perpet¨²a una brecha, que, como recuerda esta profesora, ¡°ya en las actas de la Inspecci¨®n de Trabajo de 1907 era del 30%¡±.
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