¡®Action man¡¯ rumbo a Fr¨¢ncfort
Luis de Guindos ha superado una carrera de obst¨¢culos para alcanzar la vicepresidencia del BCE
No ha sido tranquila la salida de Luis de Guindos del Gobierno. Se hab¨ªa frustrado en un par de ocasiones (2015, 2017) su candidatura a la presidencia del Eurogrupo. Y ha accedido al puesto de vicepresidente del BCE despu¨¦s de haber sobrepasado el veto del PSOE, la competencia del colega irland¨¦s Philip Lane, el rechazo preliminar de la Euroc¨¢mara y la tortura psicol¨®gica de Mariano Rajoy, cuya demora en anunciar la identidad del sustituto explica que el ministro de Econom¨ªa haya tenido que apurar sus horas de abnegaci¨®n en la sede del paseo de la Castellana como si nunca pudiera llegar realmente a marcharse.
Durmi¨® en el despacho ministerial como un centinela en las dos huelgas generales, aunque De Guindos ha concedido muchas m¨¢s horas al insomnio en ¡°la tarea de salvar a Espa?a¡±. Es el reconocimiento que le hizo Rajoy cuando present¨® el libro de sus memorias. Sucedi¨® en septiembre de 2016. Y se trataba de reconocerle en sentido hiperb¨®lico y formal la proeza de habernos rescatado del rescate, haber reunido un cr¨¦dito de 40.000 millones de euros y haber convencido a las autoridades comunitarias, a las agencias de rating y a los organismos financieros de la credibilidad resiliente de la naci¨®n. No era sencillo recuperar la confianza despu¨¦s del cr¨¢ter zapaterista, pero De Guindos aport¨® la obstinaci¨®n de un pastor morm¨®n e hizo de la doctrina cholista un camino de perseverancia. Es del Atleti el exministro. No de la corriente lastimera ni derrotista, sino de la orgullosa y batalladora.
Partido a partido, kil¨®metro a kil¨®metro, De Guindos consigui¨® sanear las cuentas, reanimar la econom¨ªa. Y presumir de su haza?a milagrera en Espa?a amenazada, otorg¨¢ndose suficientes m¨¦ritos como para irritar a Crist¨®bal Montoro, su perfecto antagonista del Gabinete, su antiguo protector, y tambi¨¦n su amenaza espec¨ªfica cuando la bajada de impuestos preelectoral en 2015 puso en peligro la severa dieta del d¨¦ficit.
Ha trabajado para la familia del PP sin haber pertenecido nunca a ella. Es un cuerpo extra?o en G¨¦nova
¡°Un hombre de acci¨®n, ante una situaci¨®n adversa y en medio de unas presiones enormes, busca soluciones guiado solo por un inter¨¦s, hacer algo bueno por su pa¨ªs. El lector puede percibir el sufrimiento, la angustia y la desaz¨®n que vivimos en 2012¡±. As¨ª presentaba Rajoy al h¨¦roe, una mezcla de Indiana Jones y de Braveheart cuya sinopsis evocaba el agujero negro de la econom¨ªa nacional en el trauma de la herencia socialista, aunque De Guindos interpreta acaso mejor el papel de Tom Hagen en El padrino. Por su alopecia clarividente. Por su talento financiero. Por su habilidad social. Por su capacidad de convencimiento. Y porque trabajaba para la familia del PP sin haber pertenecido nunca a ella.
Un cuerpo extra?o en G¨¦nova. Un exotismo en Moncloa. Y un hombre de la confianza de Mariano Rajoy a expensas de los recelos que siempre ha suscitado entre sus compa?eros de Gobierno. Ahora que se marcha, lo consideran un ingrato y un petulante. Le reprochan haberse colgado m¨¢s medallas de las leg¨ªtimas. O de haber sobrevivido al margen de los clanes ¡ªlos sorayos y los cospedales¡ª, llevando la coral de la pol¨ªtica al individualismo del tenis. Su deporte favorito y su territorio de competitividad dom¨¦stica. Ni un juego perdona.
Luis de Guindos (Madrid, 1960) ha respondido cuando se le ha urgido a hacerlo. No ya en la megaloman¨ªa del plan de salvaci¨®n nacional, sino en la problem¨¢tica intervenci¨®n de Bankia. Depur¨® sin condescendencia la vaca sagrada de Rodrigo Rato, predispuso el relevo de Jos¨¦ Ignacio Goirigolzarri, se avino a inyectar la identidad financiera con 22.224 millones de euros de dinero p¨²blico, aunque sus opositores en las filas de Podemos y del PSOE describieran la operaci¨®n de rescate como un maridaje atroz del Estado, el PP y el capitalismo.
Para sus detractores encarna la frialdad de quien entiende m¨¢s de n¨²meros que de personas
Es un perfecto enemigo De Guindos, un monstruo, en el imaginario de la izquierda militante. Por los relojes caros que colecciona. Por la altaner¨ªa con que se expresa. Por su linaje acad¨¦mico. Y por su versatilidad en la puerta giratoria. Ha trabajado para la Administraci¨®n en toda suerte de cargos y responsabilidades ¡ªse fogue¨® como secretario de Estado de Econom¨ªa en 2002 con Aznar¡ª, pero tambi¨¦n se ha pluriempleado en el engranaje del eje del mal, llegando a ser incluso presidente de Lehman Brothers para Espa?a y Portugal, ejecutivo de PricewaterhouseCoopers y consejero en Endesa y del Banco Mare Nostrum.
Semejante trayectoria en las ¨¦lites, que dir¨ªa Pablo Iglesias, no le dio la oportunidad de ¡°haber visto nunca entre sus manos un billete de 500 euros¡±. Propuso retirarlos del mercado para frenar el fraude fiscal y la econom¨ªa sumergida, pero el escr¨²pulo hacia los binladenes no conmovi¨® la estupefacci¨®n de sus detractores. De Guindos caricaturiza para ellos la encarnaci¨®n del poder, la evidencia del conflicto de intereses y la frialdad despiadada del pol¨ªtico que entiende mucho de n¨²meros y poco de personas, m¨¢s todav¨ªa cuando se ejecutaron los profundos recortes en el diagn¨®stico insobornable de la anemia nacional.
La terapia intensiva fue el contexto de las grandes reformas: la del sistema financiero y la del mercado laboral, ninguna de ellas propensas ni propicias a la popularidad del superministro. El ¨²ltimo sondeo del CIS (febrero de 2018) le endosaba una nota de 2,9, mejor que el 2,3 de Crist¨®bal Montoro, es verdad, pero muy lejos del aprobado y del entusiasmo ciudadano.
Ha soportado una presi¨®n enorme el ministro. Tan grande que se resisti¨® a repetir legislatura despu¨¦s de haber sido titular de Econom¨ªa entre 2011 y 2016. Lo hizo con el acuerdo impl¨ªcito de un salvoconducto. Y el salvoconducto se ha revelado estas semanas en la definici¨®n de un puestazo en Fr¨¢ncfort. Tanto por la relevancia de la vicepresidencia del BCE como por la remuneraci¨®n. Luis de Guindos ganaba 70.000 euros y percibir¨¢ 330.000. Ha prometido defender los intereses de Espa?a, pero lo har¨¢ lejos de los focos y de la pista, a?or¨¢ndolos menos de cuanto a ¨¦l pueda a?orarlo Mariano Rajoy en el trance m¨¢s delicado de su vida pol¨ªtica. Habiendo sido tantos a?os Nadal, ahora quiere disfrtutar como Federer.
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