M¨¦xico prepara propuestas para tratar de llegar a un acuerdo sobre el TLC antes de mayo
El equipo negociador mexicano pondr¨¢ encima de la mesa un nuevo enfoque sobre la industria automotriz en la ronda de Washington, a principios de abril
Los negociadores mexicanos tratan de acortar los tiempos para alcanzar la fumata blanca en las arduas conversaciones para la actualizaci¨®n del Tratado de Libre Comercio de Am¨¦rica del Norte (TLC). El tiempo apremia: la campa?a electoral de las elecciones presidenciales mexicanas echar¨¢ a andar en menos de dos semanas y el Gobierno de Enrique Pe?a Nieto (PRI) sabe que la ¨²nica opci¨®n para llegar a la cita electoral con un pacto bajo el brazo es tener listo un principio de acuerdo antes de que termine abril. Hasta esa fecha solo queda una ronda negociadora m¨¢s entre M¨¦xico, Estados Unidos y Canad¨¢ -la que se celebrar¨¢ la segunda semana de ese mes en Washington- y para entonces la delegaci¨®n mexicana pondr¨¢ encima de la mesa su propia propuesta para reformar el cap¨ªtulo de reglas de origen en el sector automotor, uno de los que m¨¢s fricciones ha provocado entre los tres pa¨ªses.
En octubre del a?o pasado, durante la cuarta ronda de negociaci¨®n, la delegaci¨®n estadounidense se descolg¨® con una propuesta r¨¢pidamente calificada de inviable tanto por las autoridades mexicanas y canadienses como por la industria ensambladora de los tres pa¨ªses: elevar del 62,5% actual al 85% el porcentaje de piezas fabricadas en la regi¨®n de un coche producido en cualquiera de los tres pa¨ªses y fijar un contenido m¨ªnimo estadounidense del 50%. En enero lleg¨® la contrapropuesta canadiense: un nuevo esquema de medici¨®n del contenido regional que primase los gastos de ingenier¨ªa, investigaci¨®n, desarrollo y otras tareas de alto valor agregado -las que m¨¢s y mejores puestos de trabajo generan- acometidas en la regi¨®n. La primera reacci¨®n, furibunda, de los negociadores estadounidenses fue un no rotundo. Sin embargo, con el paso de las semanas parece haberse abierto un margen para el di¨¢logo.
A M¨¦xico lo puesto encima de la mesa por Ottawa le sonaba bien -mucho mejor, al menos, que la propuesta ¡°disruptiva e inaceptable¡± de EE UU-. Pero en la s¨¦ptima ronda, celebrada en M¨¦xico a finales de febrero, la inesperada marcha del representante estadounidense en la mesa en la que se negocian los asuntos del sector automotor pospuso la presentaci¨®n de una contrapropuesta formal sobre la que construir un acuerdo aceptable para las tres partes en liza. Tras ese retraso, la octava cumbre trilateral ser¨¢, si nada se tuerce, aquella en la que el pa¨ªs latinoamericano desvele finalmente sus cartas: el secretario de Econom¨ªa, Ildefonso Guajardo, y su equipo llevan semanas de conversaciones formales con la patronal automotriz mexicana (AMIA) sobre la forma en la que M¨¦xico deber¨ªa afrontar la cuesti¨®n de las reglas de origen. A diferencia del Gobierno mexicano, que con el paso de las semanas ha abierto la puerta a concesiones en un tema especialmente simb¨®lico para la Administraci¨®n Trump, los industriales se mantienen en sus trece: no quieren mover ni una coma de la actual redacci¨®n del acuerdo en lo tocante a su propio sector.
Pero esa apuesta por el inmovilismo parece tener sus horas contadas. Guajardo, en calidad de m¨¢ximo representante pol¨ªtico mexicano en las negociaciones, aprovech¨® el encuentro con la prensa posterior a la s¨¦ptima ronda para enviar un mensaje n¨ªtido a los representantes de la industria mexicana: ¡°Tenemos la obligaci¨®n de escuchar a todos los sectores productivos, pero las decisiones del Estado mexicano no est¨¢n condicionadas por uno solo porque en tanto as¨ª lo hici¨¦ramos podr¨ªamos estar secuestrados por sus intereses. Quien define si hay o no una propuesta en la mesa no es el sector, es quien est¨¢ como responsable de la negociaci¨®n¡±. En otras palabras: el Gobierno mexicano es consciente de que el acuerdo pasa, s¨ª o s¨ª, por un cambio en las reglas de origen y presentar¨¢ una contrapropuesta le guste o no a la AMIA.
El esquema que M¨¦xico pondr¨¢ encima de la mesa seguir¨¢ la estela de lo propuesto por sus pares canadienses, seg¨²n han confirmado a EL PA?S tres fuentes involucradas en la negociaci¨®n. Kenneth Smith y su equipo defender¨¢n la ampliaci¨®n de los componentes que deben ser rastreados por las armadoras para ser tenidos en cuenta en la cifra final, un cambio que a la postre se traducir¨¢ en un mayor contenido regional. Tambi¨¦n una serie de primas para que las empresas busquen proveedores de cualquiera de los tres pa¨ªses norteamericanos para los componentes con mayor carga tecnol¨®gica. Pero M¨¦xico no propondr¨¢, al menos de primeras, un aumento expl¨ªcito en la regla de origen regional para el sector automotriz como el que quiere EE UU ni, sobre todo, una cifra espec¨ªfica de contenido estadounidense. Este ¨²ltimo punto sigue siendo la gran l¨ªnea roja de las autoridades mexicanas y canadienses en la negociaci¨®n. Y el gran anhelo de la Administraci¨®n republicana.
El Ejecutivo de Pe?a Nieto ve ahora un 60% de posibilidades de que la negociaci¨®n llegue a buen puerto, tal y como admiti¨® la semana pasada Guajardo. Una probabilidad que ha aumentado en las ¨²ltimas semanas por dos factores. En primer lugar, el reciente acercamiento de alto nivel, uno de los puntos que hasta ahora ha fallado en la negociaci¨®n: el representante comercial de Trump, Robert Lighthizer, y la canciller canadiense, Chrystia Freeland, limaron asperezas la semana pasada en una reuni¨®n de casi cuatro horas y ambos plantean un encuentro trilateral con Guajardo para antes de la cumbre de Washington en el que el tema de las reglas de origen ocupar¨¢ un lugar destacado. El trabajo t¨¦cnico est¨¢ encarrilado; ha llegado la hora de la pol¨ªtica.
El segundo factor que en la Ciudad de M¨¦xico se percibe como positivo es la distracci¨®n de Trump con otros temas: desde los aranceles al acero y al aluminio -de los que M¨¦xico y Canad¨¢ han sido finalmente excluidos- hasta la nueva vuelta de tuerca en la trama rusa, pasando por las recientes dimisiones o destituciones de personas clave de su equipo. El ascenso del asesor Peter Navarro y la designaci¨®n de Lawrance Kudlow como consejero econ¨®mico tambi¨¦n han insuflado confianza: ambos son marcadamente proteccionistas, pero su mayor enemigo es China -con quien cabe recordar que EE UU tiene un d¨¦ficit comercial cinco veces superior al existente con M¨¦xico- y no sus vecinos de Am¨¦rica del Norte.
¡°Si EE UU cede un poco, puede haber acuerdo ya. Si mantiene todos sus objetivos de m¨¢ximos, no¡±, subraya una fuente cercana a las conversaciones para la actualizaci¨®n del mayor tratado comercial del planeta. M¨¦xico y Canad¨¢ son conscientes de que el acuerdo pasa por otorgar una victoria pol¨ªtica a Trump que pueda vender ante sus votantes. No en vano fue el propio magnate republicado el que decidi¨® abrir el mel¨®n de la modernizaci¨®n del TLC contra la voluntad del resto de actores implicados. Sin embargo, esa cesi¨®n tiene que ser tambi¨¦n pol¨ªticamente aceptable en su propia arena pol¨ªtica nacional, m¨¢xime cuando el pa¨ªs latinoamericano celebrar¨¢ comicios presidenciales en julio y Canad¨¢ tendr¨¢ elecciones en dos provincias clave -Ontario y Quebec- en junio y en octubre. Por ese dif¨ªcil equilibrio pasa ahora mismo un acuerdo que muchos consideraban inviable hace pocas semanas, pero que podr¨ªa ser la sorpresa positiva para M¨¦xico en esta primera mitad del a?o.
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