?Soborn¨® China a Donald Trump?
El partido Republicano har¨¢ cualquier cosa, incluso traicionar a la naci¨®n, con tal de obtener ventaja
Ha traicionado el presidente de Estados Unidos la seguridad de la naci¨®n a cambio de una mordida del Gobierno chino? No digan que es una insinuaci¨®n rid¨ªcula: dado todo lo que sabemos de Donald Trump, est¨¢ dentro de los l¨ªmites de lo posible, e incluso de lo veros¨ªmil.
Tampoco digan que no hay pruebas: no hablamos de un proceso judicial, en el que a los acusados se les supone inocentes mientras no se demuestre su culpabilidad. En lo que al comportamiento de las m¨¢ximas autoridades se refiere, el criterio es pr¨¢cticamente el contrario: se supone que deben evitar situaciones en las que haya el m¨¢s m¨ªnimo indicio de que sus actos pudieran estar motivados por el lucro personal.
Y no digan que, de una manera u otra, da igual porque los republicanos que controlan el Congreso no van a hacer nada al respecto. Esa es en s¨ª una parte fundamental de la historia: un partido pol¨ªtico al completo ¡ªun partido que hist¨®ricamente se ha envuelto en la bandera y ha cuestionado el patriotismo de sus rivales¡ª se ha vuelto totalmente complaciente ante la eventualidad de corrupci¨®n vulgar, incluso si esta implica pagos de potencias extranjeras hostiles.
La historia hasta ahora: en los ¨²ltimos a?os, ZTE, una empresa electr¨®nica china que, entre otras cosas, fabricas tel¨¦fonos inteligentes baratos, ha tenido una y otra vez problemas con el Gobierno de Estados Unidos. Muchos de sus productos contienen tecnolog¨ªa estadounidense, tecnolog¨ªa que, por ley, no debe exportarse a pa¨ªses embargados, como Corea del Norte e Ir¨¢n. Pero ZTE elud¨ªa la prohibici¨®n.
Inicialmente se mult¨® a la empresa con 1.200 millones de d¨®lares. M¨¢s tarde, cuando qued¨® claro que esta hab¨ªa recompensado a los ejecutivos implicados, en lugar de sancionarlos, el Departamento de Comercio prohibi¨® a las empresas tecnol¨®gicas estadounidenses vender componentes a ZTE durante siete a?os.
Y hace dos semanas, el Pent¨¢gono prohibi¨® las ventas de tel¨¦fonos ZTE en las bases militares, a ra¨ªz de las advertencias de los organismos de inteligencia de que el Gobierno chino podr¨ªa estar empleando los productos de la empresa para actividades de espionaje. Todo lo cual hace de hecho muy extra?o que, de repente, Trump declare que est¨¢ colaborando con el presidente chino Xi para ayudar a salvar ZTE ¡ª¡°Demasiados empleos perdidos en China¡±¡ª y que iba a ordenar al Departamento de Comercio que lo solucionase.
Es posible que Trump solo estuviese intentando ofrecer una rama de olivo en medio de lo que parece una posible guerra comercial. ?Pero por qu¨¦ escogi¨® un ejemplo tan flagrante de comportamiento indebido por parte de China? Esa fue la raz¨®n por la cual muchas miradas se centraron en Indonesia, donde una empresa estatal china acababa de anunciar una importante inversi¨®n en un proyecto en el que la Organizaci¨®n Trump tiene una participaci¨®n sustancial.
Esa inversi¨®n, por cierto, forma parte del Proyecto Cintur¨®n y Ruta de la Seda, una iniciativa de infraestructuras multinacional que China est¨¢ utilizando para reforzar su peso econ¨®mico ¡ªy su influencia geopol¨ªtica¡ª en toda Eurasia. Mientras tanto, ?qu¨¦ ha sido del plan de infraestructuras de Trump?
Volviendo a ZTE: ?ha habido un quid pro quo? Puede que nunca lo sepamos. Pero esta no era la primera vez que el Gobierno de Trump hac¨ªa una peculiar jugada en pol¨ªtica exterior que parece asociada con los intereses empresariales de la familia Trump. El a?o pasado, el Gobierno respald¨® extra?amente el bloqueo saud¨ª a Qatar, un pa¨ªs de Oriente Pr¨®ximo que casualmente alberga una importante base militar estadounidense. ?Por qu¨¦? Bien, la medida se tom¨® poco despu¨¦s de que los catar¨ªes se negasen a invertir 500 millones de d¨®lares en 666 Fifth Avenue, un inmueble lleno de problemas propiedad de la familia de Jared Kushner, el yerno del presidente.
Y ahora parece que, despu¨¦s de todo, Qatar podr¨ªa estar a punto de alcanzar un acuerdo respecto a 666 Fifth Avenue. Me pregunto por qu¨¦.
Alej¨¦monos de los detalles y contemplemos el panorama general. Los altos cargos del Gobierno tienen poder para compensar o sancionar tanto a empresas como a otros Gobiernos, de modo que la influencia indebida es siempre un problema, aunque adopte la forma de aportaciones a campa?as electorales o compensaciones econ¨®micas indirectas a trav¨¦s de la puerta giratoria.
Pero el problema se vuelve much¨ªsimo peor si las partes interesadas pueden limitarse a canalizar dinero a esos altos cargos a trav¨¦s de sus posesiones empresariales. Y Trump y su familia, al no haberse deshecho de sus intereses empresariales internacionales, b¨¢sicamente han colgado un cartel declar¨¢ndose abiertos a las mordidas (y estableciendo los par¨¢metros para el resto de la Administraci¨®n). Y el problema de la influencia indebida es especialmente grave cuando se trata de Gobiernos extranjeros autoritarios. Las democracias tienen normas ¨¦ticas propias: Justin Trudeau se ver¨ªa en grandes apuros si a Canad¨¢ la pillasen metiendo dinero en la Organizaci¨®n Trump. A las empresas se las puede avergonzar o demandar. Pero si Xi Jinping o Vladimir Putin sobornan a pol¨ªticos estadounidenses, ?qui¨¦n los va a parar?
La primera respuesta se supone que ser¨ªa la supervisi¨®n del Congreso, que antes significaba algo. Si hubiera habido el m¨¢s m¨ªnimo tufo de mordidas extranjeras a, pongamos por caso, Gerald Ford o Jimmy Carter, los dos partidos habr¨ªan exigido una investigaci¨®n, y probablemente se les habr¨ªa sometido a una moci¨®n de censura.
Pero los republicanos de hoy han dejado claro que no van a exigirle a Trump ninguna responsabilidad, ni siquiera aunque raye en la traici¨®n.
Todo lo cual quiere decir que la corrupci¨®n de Trump no es m¨¢s que un s¨ªntoma de un problema mayor: un Partido Republicano que har¨¢ cualquier cosa, incluso traicionar a la naci¨®n, con tal de obtener ventaja.
Paul Krugman es premio Nobel de Econom¨ªa. ? The New York Times Company, 2018 Traducci¨®n de News Clip
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