Sin soluciones, un a?o despu¨¦s
El Banco Popular arrastraba problemas estructurales de bastante mayor gravedad a los conocidos

Hace unos d¨ªas se cumpli¨® un a?o desde que se decidi¨® y ejecut¨® la Resoluci¨®n del Banco Popular, la entidad que tuve la responsabilidad de presidir durante los ¨²ltimos 108 d¨ªas.
Mi paso por el Popular fue duro y me produjo sinsabores y frustraci¨®n, pero tambi¨¦n me dio ocasiones para sentirme orgulloso de trabajar con un gran n¨²mero de personas que hicieron todo lo que les fue posible para evitar un desenlace a¨²n mucho m¨¢s negativo del que se produjo. Esto no quiere decir que haya sitio alguno para la complacencia, ya que no se pudieron evitar da?os importantes a distintos colectivos que han sufrido perdidas econ¨®micas cuantiosas y en otros casos p¨¦rdidas de empleos.
Al gestionar la crisis, que afront¨¦ por responsabilidad y como una misi¨®n de salvamento, se hizo todo lo que se pudo, pero no fue suficiente. El Banco Popular arrastraba problemas estructurales de bastante mayor gravedad a los conocidos, como lo demuestra el seguimiento continuo del que fue objeto desde el 2012 por parte de las autoridades supervisoras, seg¨²n ellas mismas han explicado con todo detalle, y por la afloraci¨®n de p¨¦rdidas por m¨¢s de 13.000 millones de euros, al cierre del ejercicio en el que fue resuelto y vendido a su nuevo propietario.
Ahora toca asumir la segunda parte de esta misi¨®n: ayudar en lo posible al esclarecimiento publico y judicial de lo ocurrido y a intentar tambi¨¦n en lo posible que estos hechos no se repitan en el futuro.
Vayan por delante dos precisiones. En primer lugar, que la responsabilidad ¨²ltima de cualquier crisis bancaria no puede nunca ser m¨¢s que de la propia instituci¨®n. Y, en segundo lugar: nadie m¨¢s convencido que yo de las dificultades intr¨ªnsecas de la regulaci¨®n y supervisi¨®n de las entidades financieras.
Ha pasado un a?o desde que me ofrec¨ª a colaborar con los responsables de los distintos supervisores con los que trabaj¨¦ a diario durante mi mandato para compartir la visi¨®n ¡°desde dentro¡± de lo que se debe y se puede mejorar. Lo cierto es que en el a?o transcurrido no se han hecho progresos.
Me voy a centrar en dos aspectos esenciales que se pueden mejorar: las implicaciones para los usuarios e inversores de la desaparici¨®n de la figura del lender of last resort (prestamista de ¨²ltimo recurso) y la necesidad de dotar al MUR (Mecanismo ?nico de Resoluci¨®n) de fondos para dar liquidez a entidades resueltas.
La resoluci¨®n del Banco Popular es el resultado de la aplicaci¨®n por primera vez en la historia de las estrictas reglas de resoluci¨®n derivadas del Tratado de la Uni¨®n Bancaria Europea del 2014, que fue la respuesta pol¨ªtica al clamor de los ciudadanos para no tener que costear las crisis financieras. El monumental edificio regulatorio, conocido como Uni¨®n Bancaria, es un proyecto en construcci¨®n. Est¨¢ incompleto, pero est¨¢ operativo y surtiendo efectos diariamente en la regulaci¨®n de todos los bancos de la UE.
La gobernanza de una situaci¨®n de crisis bajo la Uni¨®n Bancaria, un sistema tecnocr¨¢tico, muy detallado y lleno de complejas reglas y separaci¨®n de responsabilidades no siempre claras, es similar al trabajo de una gran orquesta, pero sin director y con m¨²sicos que operan con partituras distintas. La cacofon¨ªa y falta de rodaje es notable.
En el caso del Popular, los hechos que perjudicaron gravemente el balance y los resultados ven¨ªan de casi una d¨¦cada atr¨¢s. Y en su ¨²ltima etapa, se le aplic¨® de forma estricta la nueva normativa de supervisi¨®n y resoluci¨®n, al tiempo que no se le daba apoyo institucional. En el caso de Italia, por el contrario, el trato fue bien diferente en varias entidades, aunque el resultado final fue un mayor coste para el erario p¨²blico.
Durante mi mandato, supervisores y gestores trabajamos de forma conjunta en la b¨²squeda de soluciones. Es por ello por lo que la falta de transparencia ex post, manifestada en la censura de documentos clave o en no compartir informaci¨®n relevante con los afectados y el p¨²blico, es para mi inexplicable y poco edificante. Este apag¨®n informativo dificulta enormemente componer un relato fiel y sencillo de entender y tiene tambi¨¦n algo de corporativista. A mi juicio, es necesario afrontar los hechos y reconocer los fallos para mejorar las cosas en el futuro.
Se ha debatido sin profundidad, a ra¨ªz de la resoluci¨®n de Banco Popular, si esta fue causada por la masiva salida de liquidez o por un problema de solvencia. Este debate es algo artificioso e irrelevante en el fondo. En la pr¨¢ctica de la gesti¨®n de un banco en crisis, no existe tal divisoria. Se trabaja con urgencia para evitar una posible crisis de solvencia, en este caso regulatoria (no patrimonial ni contable), y en el camino surge una crisis de liquidez.
Por ello, de entre todas las sorpresas del nuevo r¨¦gimen regulatorio, la m¨¢s llamativa es la provocada por la desaparici¨®n de la figura del prestamista de ¨²ltima instancia (lender of last resort), piedra angular de cualquier sistema financiero moderno y que ha dejado de existir en el nuevo marco regulatorio. Su desaparici¨®n se debi¨® a la desconfianza de unos pa¨ªses con otros.
En su lugar, se impuso un mecanismo muy poco transparente de provisi¨®n de liquidez extraordinaria (ELA), limitado tanto en su cuant¨ªa como en su estructuraci¨®n y que por la experiencia parece m¨¢s dise?ada para bancos que no lo necesiten que para aquellos que est¨¦n inmersos en la situaci¨®n de debilidad que les fuerza a su utilizaci¨®n. Hay expertos que defienden que la actividad bancaria no puede conducirse sin un lender of last resort.
Tambi¨¦n es notable que la nueva normativa, de por si muy compleja y novedosa, y cuyo plato fuerte era la introducci¨®n de un mecanismo de bail in que pusiera fin para siempre a la mal llamada ¡°socializaci¨®n de perdidas¡± a trav¨¦s de ayudas (bail out), no pudiera dar respuesta a algunos efectos no deseados del propio bail in, de nuevo por las desconfianzas estructurales de unos para con otros.
Este es el segundo aspecto clave que quiero destacar: la inexistente dotaci¨®n de liquidez para el Mecanismo ?nico de Resoluci¨®n (MUR). Porque, aunque est¨¢ previsto la creaci¨®n de un fondo de liquidez en la legislaci¨®n del MUR, no existe.
Si como ha sido el caso en el Popular, el detonante de la crisis ¡ªque no la causa primigenia¡ª fue en ¨²ltima instancia la inexistencia de liquidez, es m¨¢s que evidente que quien resuelve y sustituye los ¨®rganos de decisi¨®n de un banco por un problema grave de liquidez deber¨ªa contar con un instrumento especifico tambi¨¦n de liquidez mientras procede a realizar sus funciones de resoluci¨®n.
El resultado es que se activa un mecanismo con enorme poder y por tanto enorme responsabilidad, sin contar con el instrumento b¨¢sico que le permite estabilizar la entidad antes de proceder a su venta o liquidaci¨®n. En t¨¦rminos pr¨¢cticos, esta enorme deficiencia es la causa de que el MUR tenga la imposible tarea de resolver y vender una entidad sin liquidez, en un espacio de tiempo que transcurre entre el cierre de un d¨ªa y la apertura del siguiente, o con suerte un fin de semana. De no hacerlo as¨ª, el MUR se ver¨ªa obligado a cerrar el banco creando exactamente el mismo impacto en el sistema que se trataba de evitar en primer lugar.
Esta situaci¨®n obliga a que, de existir un comprador viable y dispuesto ¡ªen nuestro caso exist¨ªa, gracias al proceso de venta privado puesto en marcha un mes antes¡ª no solo tendr¨¢ que hacerse cargo de la instituci¨®n resuelta, sino que adem¨¢s tendr¨¢ que proveerla de la liquidez necesaria.
No es por tanto sorprendente que la posici¨®n estructural del MUR sea extremadamente d¨¦bil en cualquier proceso, lo que deviene necesariamente en beneficio del comprador, sobre todo si como es el caso solo uno acude a la subasta.
La historia de la resoluci¨®n del Popular ser¨¢ escrita en alg¨²n momento y las responsabilidades si las hubiera ser¨¢n dirimidas. La Uni¨®n Bancaria est¨¢ incompleta, es inestable e insolidaria. Y de momento aporta tantas soluciones como crea nuevos problemas. Tampoco aqu¨ª hay razones para ser complacientes y hay que seguir trabajando para mejorarlo.
Emilio Saracho es expresidente del Banco Popular.
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