Tres t¨¢cticas para desplumar al vecino
La estrategia de Trump es la versi¨®n actual de las pol¨ªticas de emprobrecimiento del otro que arruinaron al mundo en los a?os treinta.
Donald Trump desarrolla tres t¨¢cticas distintas de guerra comercial, a veces superpuestas, a veces inconexas entre s¨ª.
Turqu¨ªa, con Ir¨¢n, encarna hoy la tercera: las sanciones econ¨®micas directamente dictadas como represalias pol¨ªticas.
Argentina, la segunda: sufri¨® en mayo el coste autom¨¢tico del recalentamiento econ¨®mico de EE UU (un factor de la dura pol¨ªtica monetaria, y del alza de su divisa) sobre los emergentes endeudados en d¨®lares.
M¨¦xico, China y Europa, la primera: la guerra arancelaria para reducir el creciente d¨¦ficit comercial de Washington, aunque con la delirante coartada de que las exportaciones de aquellos pondr¨ªan en peligro su seguridad nacional.
Quiz¨¢ las tres t¨¢cticas respondan a una estrategia com¨²n. A una l¨®gica interna para nada reflexiva, sino impulsiva, esculpida con intuiciones e improvisaciones.
Si eso es as¨ª, probablemente la estrategia trumpista obedecer¨ªa a la intenci¨®n de revertir una de las grandes tendencias desatadas con la Gran Recesi¨®n.
La de la p¨¦rdida de posici¨®n (y riqueza relativa) de amplias zonas de clases medias occidentales. Y el concomitante ascenso de los sectores m¨¢s vulnerables e intermedios de los pa¨ªses emergentes: no solo de China, tambi¨¦n de India, Brasil, Turqu¨ªa...
La particularidad de la guerra de Trump ¡ªque solo ¨¦l considera buena y susceptible de ser ganada en solitario¡ª, estriba en su finalidad. No consiste en retrotraer el reparto de y a las clases medias en favor del conjunto de las occidentales, sino exclusivamente de las norteamericanas.
Por eso renuncia al liderazgo (occidental y) global y se presenta solo como patr¨®n del America First, como l¨ªder americano: el del pa¨ªs m¨¢s potente en el mundo, pero no como aspirante a l¨ªder del mundo.
Y adem¨¢s, el m¨¦todo que usa no es el liberal-multilateral empleado por tantos de sus predecesores para afianzar su hegemon¨ªa. Sino el autoritario-aislacionista de desafiar a esas organizaciones multilaterales: la OMC, violando sus l¨ªmites a la imposici¨®n de aranceles; pero tambi¨¦n la UNRWA, que protege a los desterrados palestinos, boicote¨¢ndole el presupuesto.
Es la versi¨®n actual, con riesgo de met¨¢stasis, de las pol¨ªticas de emprobrecimiento del vecino (v¨ªa devaluaciones monetarias y/o alzas de tarifas exteriores) que arruinaron al mundo en los a?os treinta.
Claro que algunos emergentes le prestaron terreno abonado. Crecieron exponencialmente, sin suficiente ahorro p¨²blico, ni empresarial ni de los hogares, alimentando (comprensibles) burbujas.
Llenaron ese vac¨ªo con la inversi¨®n, que remuneraban generosamente frente a los tipos cero de Occidente, buena parte de cuyos capitales fluyeron hacia all¨ª.
Ahora, cuando los tipos recuperan el tipo en el mundo desarrollado, vuelve a casa. Y en modo estampida, si el inquilino del gran poder prodiga amenazas y sanciones.
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