?Nos hace felices el dinero?
La riqueza aumenta nuestra satisfacci¨®n, pero apenas influye sobre el estado de ¨¢nimo. ¡°No podemos descartar que su efecto sea nulo¡±, dice un estudioso del tema
Hay inc¨®gnitas que poco a poco dejan de serlo. Un ejemplo es la relaci¨®n entre la felicidad y el dinero, que durante a?os pareci¨® una cuesti¨®n indescifrable y sinsentido, pero que los cient¨ªficos han ido esclareciendo acumulando estudios y nuevas evidencias. Ahora, tres economistas han dado otro paso adelante con un experimento natural: se han fijado en la felicidad de miles de suecos despu¨¦s de ganar la loter¨ªa. ?Nos hacen felices 100.000 euros ca¨ªdos del cielo? La respuesta es que s¨ª, al menos en cierto sentido: los ganadores de la loter¨ªa estaban m¨¢s satisfechos con su vida que el resto de la gente. ¡°La riqueza aumenta la satisfacci¨®n con la vida a largo plazo¡±, nos confirma al correo David Cesarini, profesor de la Universidad de Nueva York y uno de los autores del estudio.
Hace a?os que sabemos que existe una conexi¨®n entre riqueza y bienestar subjetivo. En los pa¨ªses m¨¢s ricos las personas declaran una mayor satisfacci¨®n, y dentro de cada pa¨ªs observamos lo mismo: que la gente con dinero est¨¢ m¨¢s satisfecha con su vida. Tambi¨¦n sabemos que estas dos variables suelen evolucionar al mismo tiempo, de manera que el bienestar sube y baja al ritmo de la econom¨ªa. Espa?a ha sido una caso de manual durante la crisis. El porcentaje de espa?oles que estaban ¡°bastante satisfechos¡± con su vida se desplom¨® durante la recesi¨®n, pasando del 89% en 2006 al 69% en 2013, seg¨²n Eurobar¨®metro.
Se trata de una relaci¨®n de causa-efecto. Es decir, la vida de alguien mejorar¨¢ si le damos dinero, especialmente si es pobre. Para demostrar eso los investigadores han ido buscando trucos, como el estudio de la loter¨ªa o este otro que se fij¨® en los inmigrantes que llegaban a Canad¨¢. En ese trabajo los autores encontraron que el nivel de felicidad de los inmigrantes era m¨¢s parecido al de sus vecinos canadienses que al t¨ªpico en sus pa¨ªses de origen (lugares, por lo general, m¨¢s pobres y menos felices). Aquel resultado ven¨ªa a confirmar una estupenda noticia: que las personas que cambian de pa¨ªs buscando una vida mejor a menudo la encuentran.
El estudio de la loter¨ªa tambi¨¦n es relevante porque ha encontrado efectos a largo plazo. Las personas que ganaron la loter¨ªa siguen declar¨¢ndose m¨¢s satisfechos con sus vidas cuando se les pregunta pasados 10 o 15 a?os. La felicidad del premio no es un fen¨®meno pasajero, sino que afecta al juicio que hacen de su propia vida una d¨¦cada despu¨¦s, cuando quiz¨¢s ni recuerdan aquella inyecci¨®n de dinero. Este descubrimiento debilita una teor¨ªa popular ¨²ltimamente, la ¡°adaptaci¨®n hed¨®nica¡±, cuyo argumento es que las personas adaptan sus aspiraciones despu¨¦s de una desgracia (como enviudar) o un golpe de suerte (como ganar loter¨ªa) para regresar r¨¢pidamente a su nivel de felicidad ¡°normal¡±. Llevada al extremo esta teor¨ªa es una condena, porque cada uno de nosotros tendr¨ªa un nivel de felicidad predeterminado por naturaleza. Sin embargo, este estudio de la loter¨ªa, como el de los inmigrantes canadienses, demuestra que esa visi¨®n extrema es una exageraci¨®n. Como parece l¨®gico, nuestras circunstancias s¨ª influyen en nuestra satisfacci¨®n a largo plazo.
La realidad es compleja
Estamos respondiendo una pregunta complicada con aparente sencillez: ?el dinero s¨ª nos hace felices?. Pero la realidad es, como ocurre siempre, un poco m¨¢s compleja. Los ganadores de la loter¨ªa estaban m¨¢s satisfechos con su vida, pero hay otras formas de sentirse feliz y en ellas los premiados no se distingu¨ªan tanto del resto de la gente.
Los expertos que estudian el bienestar subjetivo suelen medirlo con dos dimensiones diferentes: distinguen entre bienestar valorativo y bienestar emocional o experimentado. Una cosa es sentirte feliz y satisfecho cuando juzgas tu vida, y otra, experimentar a lo largo del d¨ªa m¨¢s momentos felices. Lo primero es un juicio racional fruto de pensar sobre tu vida, mientras que lo segundo es una sucesi¨®n de emociones y estados de ¨¢nimo positivos (alegr¨ªa, calma, risa) o negativos (tristeza, ansiedad, estr¨¦s o depresi¨®n). Esta distinci¨®n la populariz¨® el premio Nobel Daniel Kahneman, en su libro Pensar r¨¢pido, pensar despacio (Debate).
Pues bien, la loter¨ªa aument¨® la felicidad valorativa de los premiados suecos, pero no est¨¢ claro que hiciese lo mismo con su felicidad emocional. Los ganadores solo se declaran un poco m¨¢s contentos, y cuando se les pregunta por sus experiencias recientes, recuerdan casi tantos momentos de ansiedad, depresi¨®n o tristeza como los no ganadores. Cesarini no descarta que la loter¨ªa tenga un efecto ah¨ª tambi¨¦n, pero su estudio no es concluyente: ¡°El efecto estimado sobre la felicidad [emocional] es positivo pero m¨¢s peque?o ¡ªnos explica¡ª. No podemos descartar que sea nulo¡±.
El consenso cient¨ªfico apunta algo parecido. El dinero est¨¢ asociado m¨¢s fuertemente con el bienestar valorativo que con las emociones positivas o negativas, como explica un art¨ªculo de revisi¨®n publicado recientemente en Nature Human Behaviour. Adem¨¢s, el poder del dinero tiende a extinguirse pasados ciertos umbrales. La riqueza se asocia con las dos formas de felicidad ¡ªla evaluada y la emocional¡ª, pero la intensidad de esa asociaci¨®n es decreciente: el dinero nos hace felices cuando tenemos poco, pero cada euro adicional nos aporta menos que el anterior. La satisfacci¨®n con la vida alcanza un m¨¢ximo alrededor de los 80.000 euros de renta anual, mientras que el bienestar emocional deja de crecer entre los 50.000 y los 65.000 euros.
Este resultado lo observaron primero Kahneman y Angus Deaton en 2010 ¡ªcuando todav¨ªa sumaban solo un premio Nobel¡ª en un trabajo que public¨® PNAS. Resumieron su hallazgo con el estilo claro y directo del psic¨®logo israel¨ª: ¡°Concluimos que una renta alta compra satisfacci¨®n con la vida pero no felicidad, y que una renta baja est¨¢ asociada tanto con una baja evaluaci¨®n vital como con un bajo bienestar emocional¡±.
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