Mark Blyth: ¡°Europa est¨¢ atrapada en unas ideas econ¨®micas que ya no sirven¡±
El autor de ¡®Austeridad: historia de una idea peligrosa¡¯ responsabiliza a la nueva oleada conservadora de haber puesto contra las cuerdas a la clase media
Una de las cosas con las que m¨¢s disfruta Mark Blyth es desmontar lo que ¨¦l llama ¡°ideas econ¨®micas est¨²pidas¡±. Es lo que hizo en Austeridad: historia de una idea peligrosa, un libro que le proporcion¨® fama y premios a raudales. Pero la gran preocupaci¨®n de este profesor de Econom¨ªa Internacional en la Universidad de Brown no es ahora la austeridad: ¡°La Comisi¨®n Europea ya no defiende las reformas basadas en recortes de salarios. Pero volver¨¢, no te preocupes. Son ideas-zombie: por mucho que las mates, siempre acaban renaciendo¡±, dice con una risotada.
¡°No es solo la UE. Todos los pa¨ªses avanzados caminan hacia la ¡®japonizaci¨®n¡±
Blyth, nacido en Escocia hace 51 a?os, dice que la percepci¨®n instalada a fuego en la mente de los economistas que m¨¢s le preocupa es la obsesi¨®n contra las subidas de precios. ¡°Todos nuestros modelos tienen a la inflaci¨®n como gran problema. Aunque hace tiempo que no veamos inflaci¨®n en nuestras econom¨ªas, siempre creemos que va a volver y que nos va a matar a todos. Lo m¨¢s est¨²pido es preocuparse por la inflaci¨®n en un mundo en el que el problema real es la deflaci¨®n estructural¡±, aseguraba el jueves en la fundaci¨®n Ram¨®n Areces de Madrid.
El problema de fondo ¡ªasegura este economista que, con su look a medio camino entre cowboy y rockero y su discurso provocador, esquiva los t¨®picos de sus colegas de profesi¨®n¡ª es que el mundo ha cambiado y los discursos econ¨®micos no se han adaptado. Esta nueva realidad que describe Blyth choca con las normas que Europa se autoimpuso al crear una moneda com¨²n. ¡°Los pa¨ªses del euro compraron la idea de que la credibilidad en las finanzas, la lucha contra la inflaci¨®n y la independencia de los bancos centrales son la llave para el crecimiento. Pero estas ideas tienen 40 a?os. Y el mundo actual, con China jugando con reglas totalmente distintas y EE UU rompiendo las normas que antes respetaba, es totalmente distinto. Europa est¨¢ atrapada en unas ideas que ya no funcionan¡±, asegura haciendo gala de su fama de agitador del establishment.
Al hablar de los errores de Europa, Blyth dirige gran parte de su munici¨®n contra Alemania y su obsesi¨®n con el ahorro. Bromea cuando se le recuerda el premio que recibi¨® all¨ª en 2015 por su libro contra la austeridad. ¡°Fue una gran sorpresa¡±, responde en alem¨¢n. ¡°No creo que lo leyeran realmente¡±. Otra risotada.
Pese a que el premio se lo concedi¨® la Fundaci¨®n Friedrich Ebert, del Partido Socialdem¨®crata de Alemania, el actual ministro de Finanzas, tambi¨¦n socialdem¨®crata, no se diferencia demasiado en su gesti¨®n de su antecesor democristiano. La insistencia en mantener super¨¢vits en las arcas p¨²blicas no sorprende a Blyth, ya que, asegura, el mito del ahorro y de la prudencia est¨¢ ineludiblemente ligado a este pa¨ªs. Un mito que result¨® letal en la gesti¨®n de la crisis del euro.
¡°La reforma del euro es irrelevante. Ahora importa la pol¨ªtica nacional¡±
¡°Merkel meti¨® la pata hasta el fondo al decir que los del sur eran pecadores y los del norte eran santos. Cuando dices algo as¨ª es muy dif¨ªcil retirarlo. Y eso envenen¨® el ambiente. Que cualquier Gobierno alem¨¢n est¨¦ obligado a ajustarse el cintur¨®n crea una incre¨ªble din¨¢mica para los pa¨ªses europeos no tan resistentes. Es muy doloroso para todos los que no pueden jugar ese juego basado en las exportaciones¡±.
El coautor de El futuro del euro, libro publicado en 2015, ha cambiado su diagn¨®stico sobre la uni¨®n monetaria. Ahora cree que ning¨²n pa¨ªs la abandonar¨¢, no por los beneficios de estar dentro, sino porque irse tendr¨ªa consecuencias catastr¨®ficas para los ahorradores. ¡°Es como en la canci¨®n Hotel California: puedes entrar, pero no salir¡±.
¡°La austeridad alemana crea una din¨¢mica dolorosa para el resto¡±
Blyth defiende la vuelta de la pol¨ªtica como un lugar de confrontaci¨®n de ideas, en el que la lucha de programas d¨¦ lugar a ganadores y perdedores, frente al discurso tecnocr¨¢tico imperante en los a?os noventa. ¡°Todos crec¨ªan, aunque fuera gracias al endeudamiento. Parec¨ªa que todo era posible. La crisis acab¨® con esa ilusi¨®n. Estamos redescubriendo la pol¨ªtica. Hay que crear comunidades fuertes¡±.
Blyth reconoce el riesgo de japonizaci¨®n o estancamiento de la econom¨ªa, con bajas tasas de crecimiento, inflaci¨®n y tipos de inter¨¦s. ¡°No es solo Europa. Todo el mundo desarrollado parece estar yendo hacia el modelo de Jap¨®n. Esto no tiene por qu¨¦ ser una tragedia. Jap¨®n es un lugar muy agradable, con la esperanza de vida m¨¢s alta del mundo. Del resultado depender¨¢n las pol¨ªticas que adopte cada pa¨ªs. En EE?UU, con sus instituciones actuales, el resultado ser¨ªa horroroso¡±. Una soluci¨®n, asegura, ser¨ªa impulsar la inmigraci¨®n. Pero eso le parece poco probable. Blyth acusa a la izquierda de su dificultad en aceptar algo que ¨¦l considera evidente: la gente no quiere m¨¢s inmigrantes.
Viaj¨® a Madrid para dar una conferencia sobre la gobernanza del euro. Pero las reformas de la uni¨®n monetaria que Blyth resume en el concepto ¡°agenda Macron¡± no le interesan realmente. ¡°Se deber¨ªan haber impulsado antes. Pero para hacerlo har¨ªan falta unos Estados Unidos de Europa, con una voluntad pol¨ªtica clara y unos partidos capaces de articular esas reformas. Es injusto esperar que esto ocurra, porque no hay una legitimaci¨®n pol¨ªtica¡±, dice.
Por todo ello, el escoc¨¦s prefiere centrarse en lo que est¨¢ ocurriendo en la pol¨ªtica de cada pa¨ªs. Como Espa?a, a punto de tener un partido de ultraderecha en el Parlamento. ¡°Es algo nuevo. Es importante. Hablar de las instituciones europeas es irrelevante. Lo importante est¨¢ pasando en las pol¨ªticas nacionales¡±, se?ala.
?l es un buen ejemplo de c¨®mo la pol¨ªtica con may¨²sculas puede cambiar vidas. Hu¨¦rfano de madre y criado en un hogar humilde de Dundee, ha llegado a profesor en una de las Universidades de ¨¦lite de EE?UU gracias a las ayudas que ten¨ªan las familias pobres en el Reino Unido en los setenta. ¡°Gracias a la pensi¨®n de mi abuela, nunca pas¨¦ hambre¡±, dice, al tiempo que se muestra convencido de que si hubiera nacido tras la revoluci¨®n conservadora de Thatcher, hoy no estar¨ªa donde est¨¢.
Blyth responsabiliza a esta nueva oleada conservadora de haber puesto contra las cuerdas a la clase media. Y apunta a la contenci¨®n salarial que han padecido los trabajadores. ¡°Al no crecer los salarios pese a los aumentos de productividad, ha habido una explosi¨®n del cr¨¦dito para consumir o para comprar una vivienda. Est¨¢ bien, no tengo ning¨²n problema con que la gente se endeude, pero solo mientras sus salarios aumenten para que puedan ir devolviendo la deuda¡±, concluye.
El Brexit: l¨ªderes idiotas tratando de mejorar un acuerdo ya muy beneficioso
El escoc¨¦s Blyth muestra un indisimulado desapego por los l¨ªderes del Reino Unido que han metido a su pa¨ªs en un callej¨®n sin salida. Considera el Brexit como un problema creado por las ¨¦lites gobernantes fruto tan solo de una lucha entre los pol¨ªticos de centro y de derecha.
¡°Para la mayor parte de los ciudadanos, el refer¨¦ndum nunca tuvo que ver con la UE. Imagina que en Espa?a se unieran los l¨ªderes del PSOE y del PP y fueran a una f¨¢brica de coches y dijeran que la UE es algo grandioso. ?Qu¨¦ har¨ªan los que les escuchan, que ven c¨®mo sus salarios se han estancado y que llevan a?os sufriendo las medidas de austeridad? Pues hacer exactamente lo contrario de lo que dijeran esos l¨ªderes¡±, explica.
Pero, en el fondo, Blyth considera que la gran iron¨ªa del Brexit es que los brit¨¢nicos nunca terminaron de estar en la UE. No al menos si se entiende la pertenencia a este club como un deseo de mayor integraci¨®n que desembocara en la uni¨®n monetaria. ¡°Nunca iban a entrar en el euro. Ten¨ªan su propia divisa y un sector financiero gigantesco. Ten¨ªan el mejor acuerdo posible. Y unos l¨ªderes idiotas conservadores trataron de conseguir uno a¨²n mejor¡±.
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