?Tiene Europa bazas tecnol¨®gicas?
En el caso chino, se juntan el hambre (tecnol¨®gica) con las ganas de comer (seguridad)
Donald Trump relativiza coyunturalmente el ¡°peligro¡± de Huawei para la seguridad nacional de EE UU. Ser¨¢ que la presunta amenaza de espionaje del Gobierno y el PC chinos a trav¨¦s de la tecnol¨®gica quiz¨¢ deba relativizarse.
Lo que no es un argumento relativo, sino una certeza absoluta es la cuesti¨®n de la asimetr¨ªa econ¨®mica que debe preocupar a las democracias occcidentales.
El modelo del capitalismo asi¨¢tico se beneficia en su exportaci¨®n de las reglas liberales del comercio mundial. Pero las desaf¨ªa con ingentes ayudas de Estado y la preponderancia de las empresas p¨²blicas.
La pol¨¦mica tecnol¨®gica china es privada, pero su presidente fundador es un general y sus v¨ªnculos con el aparato del Estado, m¨²ltiples.
En realidad, la sociedad tecnol¨®gica y de la inteligencia artificial ¡ªy su gran s¨ªmbolo, Internet¡ª surgi¨® gracias a un mercado interior potente, en el que descollaba un cliente potent¨ªsimo, el Pent¨¢gono.
Parad¨®jicamente, el doble d¨¦ficit norteamericano (presupuestario y comercial) recibi¨® en los a?os 80 un gran impulso del gasto militar de Ronald Reagan (que predicaba contra el gasto p¨²blico), aquella guerra de las galaxias.
Eso catapult¨® el milagro japon¨¦s, sobre todo exportador. Tambi¨¦n basado en un dirigismo estatal: gracias al famoso Ministerio de Comercio e Industria Internacional, MITI) y a al protecci¨®n a los grandes holdings, (los keiretsu) amigos del poder.
Aquel primer peligro amarillo asust¨® al acrecerse con inversiones rutilantes en Hollywood y en Nueva York. Pero capot¨® porque su tecnolog¨ªa era menos innovadora, la poblaci¨®n envejec¨ªa y los dragones compet¨ªan. La crisis bancaria/inmobiliaria de los 90 arroj¨® al pa¨ªs al estancamiento.
El ascenso de China aparece m¨¢s s¨®lido. Y se apoya en su propio pent¨¢gono como cliente. Europa carece de momento de esa baza, aunque dispone de otras en ciertos sectores (biotecnolog¨ªa, programa Galileo).
Pero el viejo continente ha desperdiciado dos buenas ocasiones. Una, el Libro Blanco de Jacques Delors, que en 1993 propuso grandes inversiones. En redes f¨ªsicas transeuropeas (funcionan al tr¨¢n-tr¨¢n) y en la sociedad de la informaci¨®n. Los miopes ministros de Hacienda lo boicotearon, asustados ante propuestas como la de emitir eurobonos para financiarlas. La otra, el florecimiento de nuevas tecnol¨®gicas, como Nokia, en Escandinavia. Dur¨® regular. ?Faltaron grandes clientes institucionales? As¨ª que hoy la pol¨ªtica industrial se dirime en subsectores m¨¢s cl¨¢sicos, como la construcci¨®n ferroviaria (la nonnata fusi¨®n Alstom/Siemens).
Una baza potencial es el Fondo Europeo de Defensa (13.000 millones de euros previstos para el per¨ªodo 20121-2027), que debe reordenar el gasto en material militar, hoy disperso y s¨²perduplicado.?
Por eso Trump lo ha puesto en su diana, bajo un triple diktat: europeos, no os proteger¨¦; multiplicad el gasto militar; y no lo dediqu¨¦is a vuestra industria. Como en el caso chino, se juntan el hambre (tecnol¨®gica) con las ganas de comer (seguridad).
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