¡°El presentismo del hombre ha empeorado la brecha salarial con la mujer¡±
Los varones deben reclamar a la empresa que quieren pasar m¨¢s tiempo con sus hijos, subraya la pionera de los estudios sobre diferencias de sueldo por g¨¦nero
No siempre los hombres han ganado m¨¢s que las mujeres en la proporci¨®n que sucede ahora. En un sistema en el que objetivamente se pagaba por unidad producida no hab¨ªa tanta diferencia. Y as¨ª suced¨ªa en las f¨¢bricas de principios del siglo XX. Sin embargo, la brecha de g¨¦nero se agudiza cuando cambia la organizaci¨®n en el trabajo y hace falta estar disponible m¨¢s horas para atender al cliente, para cumplir un plazo o para un viaje de empresa. ¡°El presentismo ha empeorado el problema¡±, sostiene la profesora de Harvard Claudia Goldin (Nueva York, 73 a?os), pionera en el an¨¢lisis econ¨®mico de la brecha de g¨¦nero y un nombre habitual en las quinielas para hacerse con el Nobel. El mi¨¦rcoles pasado, la Fundaci¨®n BBVA le entreg¨® en Bilbao el premio Fronteras del Conocimiento por sus contribuciones al estudio de la brecha de g¨¦nero. All¨ª recibe a EL PA?S. Aunque menuda en tama?o, Goldin exhibe de primeras un estoicismo anglosaj¨®n que domina la escena. ¡°Quiero el t¨¦ como los brit¨¢nicos¡±, dice nada m¨¢s empezar con rostro adusto.
Pese a su contenci¨®n inicial, se relaja y sonr¨ªe conforme bucea en su mente para articular respuestas con una precisi¨®n de cirujana. Tantas veces ser la primera mujer en algo imprime car¨¢cter. Primera mujer en acceder como fija al departamento de Econom¨ªa de la Universidad de Harvard. Primera mujer en desvelar las claves de la brecha salarial de g¨¦nero... ¡°Eso no lo descubr¨ª yo, ya estaba en la Biblia¡±, afirma siempre.
Sobre Espa?a le llama la atenci¨®n una particularidad que comparte con otros pa¨ªses europeos como Francia o Alemania: en Estados Unidos la brecha de g¨¦nero es un problema entre universitarios. Las diferencias salariales aparecen con fuerza entre los trabajadores m¨¢s formados. En parte porque no existe la constricci¨®n de un salario m¨ªnimo y quiz¨¢s porque en los trabajos peor pagados se retribuye por hora. En cambio, en Espa?a la brecha se presenta en los extremos, dibuja Goldin en un papel. Aparece en los que tienen sueldos altos pero tambi¨¦n en los bajos, y se suaviza entre los que cobran salarios intermedios. Sin embargo, los datos no son suyos. Y solo se atreve a conjeturar el porqu¨¦ tras instarle en varias ocasiones y con muchas cautelas.
¡°En un mercado con sindicatos y alto desempleo, parece que en la parte baja de los salarios los hombres est¨¢n consiguiendo los mejores trabajos y las mujeres, los peores¡±, se?ala. Y pone el ejemplo de un var¨®n que trabaja en la construcci¨®n mientras que la mujer se emplea en la limpieza. ¡°Puede tener que ver con que haya m¨¢s presencia de los sindicatos en los sectores que haya predominancia de hombres¡±, desliza. ¡°En Estados Unidos, en ese segmento de salarios bajos solo hay malos trabajos y malos sindicatos¡±, lamenta jocosa.
?A qu¨¦ obedece la brecha de g¨¦nero? ¡°No es discriminaci¨®n¡±, se queja en tono profesoral. ¡°Hay algo m¨¢s¡±, subraya. De acuerdo con sus investigaciones, la brecha salarial no tiene entre sus principales causas que las mujeres compitan menos, que negocien poco o que haya jefes machistas. Todas esas razones solo tienen un impacto residual. En realidad, la brecha salarial se ampli¨® cuando se desarroll¨® el trabajo de corte m¨¢s administrativo, cuya organizaci¨®n hace que se valore m¨¢s al trabajador que puede echar m¨¢s horas.
En el fondo, el desarrollo de las pol¨ªticas de personal y de los departamentos sent¨® las bases al premiar a los hombres con los mejores puestos porque est¨¢n m¨¢s tiempo en el trabajo. Es el coste de que las mujeres tiendan a elegir empleos con una mayor flexibilidad para poder conciliar, indica.
¡°Desde los ochenta, durante m¨¢s de 30 a?os, las mujeres no lo han hecho mal gracias a la mejora de su educaci¨®n, en la que incluso superan al sexo masculino. Sin embargo, ha aumentado el n¨²mero de hombres que echan m¨¢s horas, que est¨¢n todo el tiempo disponibles para la empresa. Y eso ha provocado que se haya quedado estancada la brecha y no se aprecie una mejora¡±, destaca.
¡°Los hombres est¨¢n desproporcionadamente disponibles para hacer largas jornadas en el trabajo, mientras que las mujeres est¨¢n desproporcionadamente disponibles para dedicarse a tareas del hogar¡±, afirma. Y a?ade que ¡°es la otra cara de la moneda de la desigualdad en la pareja¡±. Es m¨¢s, defiende que ¡°no se detectan diferencias apreciables de salario cuando las mujeres no tienen ni?os o no asumen responsabilidades en el hogar¡±.
Seg¨²n datos de Goldin que citaba incluso el presidente Obama, las mujeres en Estados Unidos ganaban despu¨¦s de la Universidad 92 c¨¦ntimos por cada d¨®lar que se retribu¨ªa a un hombre. Pero es a partir de la llegada de los hijos cuando la diferencia se agranda de verdad. A los 40 a?os, cobran 73 c¨¦ntimos por cada d¨®lar.
Goldin comenta que ha visto estudios en los que en Espa?a las mujeres duplican las horas de los hombres en las tareas del hogar.
?Y las soluciones? En cuanto a la igualaci¨®n de los permisos de paternidad, cree que esta medida ¡°no es decisiva porque supone poco tiempo en una carrera laboral entera, ni siquiera lo ha sido en Suecia, que es un pa¨ªs l¨ªder a la hora de atajar la brecha de g¨¦nero¡±, recalca. Goldin no cree que la discriminaci¨®n positiva o las cuotas sean la panacea. En su opini¨®n, hay que ¡°ir a la ra¨ªz del problema¡±. Y eso significa que los hombres ¡°deben implicarse m¨¢s en las tareas del hogar¡±. Deben reclamar a las empresas que quieren pasar m¨¢s tiempo con sus hijos, que no quieren perderse el partido del peque?o.
Goldin apuesta por guarder¨ªas con horarios amplios. ¡°Si son pocas horas no vale¡±, matiza. Pero ni siquiera eso lo solventa porque al final alguien tiene que estar siempre disponible en casa. Y acaba siendo la mujer.?
Goldin detecta que los sectores donde se acusa m¨¢s la brecha son las finanzas, la abogac¨ªa o las corporaciones. Por el contrario, la diferencia salarial se reduce sustancialmente en las tecnol¨®gicas o las farmac¨¦uticas. ?Y qu¨¦ tienen estas para que as¨ª suceda? Seg¨²n relata Goldin, estas empresas se organizan en grupos y pueden sustituirse unos a otros de forma que nadie es indispensable y, en consecuencia, se puede conciliar mejor la vida familiar con la laboral.
?Podr¨ªa ocurrir que si el hombre se involucra y destina m¨¢s horas al hogar la brecha salarial de g¨¦nero se convierta en una brecha entre los que tienen familia y los que no? ¡°Ya existe esa diferencia. Aquellos que no tienen hijos presentan los mayores ingresos. Ahora bien, el traspaso de la actividad en el hogar desde la madre al padre, ?aumentar¨¢ la brecha salarial por tener hijos o la reducir¨¢? La respuesta no es clara¡±, admite.
El auge de la tecnolog¨ªa, un arma de doble filo
Goldin tambi¨¦n es una experta en la interacci¨®n entre el empleo y la tecnolog¨ªa. Y descarta tajante que la revoluci¨®n tecnol¨®gica pueda perjudicar m¨¢s a las mujeres porque estudien menos carreras universitarias de ciencias. ¡°Depende del uso que hagas de la tecnolog¨ªa¡±, dice con el ordenador agarrado en el regazo y del que extrae datos a gran velocidad. En cualquier caso, su investigaci¨®n apunta que las diferencias no se deben tanto a que las mujeres hagan m¨¢s unos trabajos que otros. Se trata de una brecha que existe mayoritariamente dentro de las mismas ocupaciones, resalta Goldin.
Incluso si las tecnolog¨ªas pueden brindar cierta flexibilidad, tambi¨¦n pueden convertirse en ¡°un arma de doble filo¡±, recuerda. Al ser mucho m¨¢s intrusivas, pueden provocar que el trabajador est¨¦ siempre disponible. Goldin explica adem¨¢s que la automatizaci¨®n y robotizaci¨®n de los empleos puede perjudicar m¨¢s a los hombres, que trabajan m¨¢s en la industria.
Para sus estudios, Goldin ha recopilado datos desde 1820. Su obra, Comprendiendo la brecha de g¨¦nero: una historia econ¨®mica de la mujer estadounidense, se considera la base de todos los an¨¢lisis econ¨®micos de esta materia.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.