Adivinen qu¨¦ partido es realmente antiestadounidense
Los republicanos tachan a los?dem¨®cratas de socialistas, pero son ellos los que se han vuelto m¨¢s radicales
?Qu¨¦ piensan de la panda de socialistas que acaban de ver debatiendo en el escenario? Un momento, podr¨ªan replicar, no hemos visto a ning¨²n socialista. Y tendr¨ªan raz¨®n. El Partido Dem¨®crata ha girado claramente hacia la izquierda en los ¨²ltimos a?os, pero ninguno de los candidatos a la presidencia es, ni remotamente, socialista de verdad. No, ni siquiera Bernie Sanders, que en el fondo acepta esa etiqueta m¨¢s por una cuesti¨®n de marca (¡°?Estoy en contra del sistema!¡±) que de contenido.
En estos debates nadie quiere que los medios de producci¨®n sean de propiedad p¨²blica, que es lo que el socialismo sol¨ªa defender. La mayor¨ªa de los candidatos son m¨¢s bien lo que los europeos llamar¨ªan ¡°socialdem¨®cratas¡±: partidarios de una econom¨ªa impulsada por el sector privado, pero con una red de seguridad social m¨¢s fuerte, un mayor poder de negociaci¨®n de los trabajadores y una regulaci¨®n m¨¢s estricta de las infracciones de las empresas. Quieren que EE UU se parezca m¨¢s a Dinamarca, no m¨¢s a Venezuela.
Sin embargo, algunos republicanos destacados definen habitualmente a los dem¨®cratas, incluso a los del ala derecha del partido, como socialistas. En efecto, todo apunta a que las denuncias del programa ¡°socialista¡± de los dem¨®cratas ser¨¢n las protagonistas de la campa?a para las elecciones. Y todos los que trabajan en los medios de comunicaci¨®n lo aceptan porque lo creen normal.
Esto nos demuestra hasta qu¨¦ punto el extremismo republicano se acepta como un hecho, algo que apenas merece la pena mencionar. Para entender a qu¨¦ me refiero, imag¨ªnense el revuelo en los medios y el clamor ante la falta de urbanidad si cualquier dem¨®crata conocido describiese a los republicanos como un partido de fascistas, y no digamos ya si los dem¨®cratas convirtiesen esa afirmaci¨®n en el elemento fundamental de su campa?a nacional. Y acusarles de algo as¨ª ser¨ªa sin duda pasarse de la raya, pero se acercar¨ªa mucho m¨¢s a la verdad que llamar a los dem¨®cratas socialistas.
El otro d¨ªa, The New York Times publicaba una tribuna de opini¨®n en la que se empleaba el an¨¢lisis de plataformas de partidos para situar a los partidos pol¨ªticos estadounidenses en un espectro de izquierda-derecha junto con sus hom¨®logos en el extranjero. El estudio descubri¨® que el Partido Republicano est¨¢ muy a la derecha de los principales partidos conservadores europeos. Incluso est¨¢ a la derecha de partidos que se oponen a los inmigrantes como el UKIP brit¨¢nico y el Reagrupamiento Nacional franc¨¦s. B¨¢sicamente, si encontr¨¢semos algo parecido a los republicanos estadounidenses en otro pa¨ªs, los clasificar¨ªamos como extremistas nacionalistas blancos.
Es cierto que es ¨²nicamente un estudio, pero encaja con muchas otras pruebas. Los polit¨®logos que utilizan los votos del Congreso para hacer un seguimiento de la ideolog¨ªa han hallado que los republicanos han girado dr¨¢sticamente hacia la derecha a lo largo de las ¨²ltimas cuatro d¨¦cadas, hasta el punto de que ahora son m¨¢s conservadores que en el apogeo de su ?poca Dorada.
Tambi¨¦n pueden comparar al Partido Republicano, punto por punto, con partidos que casi todo el mundo tildar¨ªa de autoritarios de derechas, partidos como el Fidesz h¨²ngaro, que ha conservado algunas de las formas de la democracia, pero que en realidad ha creado un Estado monopartidista permanente. El Fidesz ha consolidado su poder politizando el Poder Judicial, creando normas electorales ama?adas, eliminando a los medios de comunicaci¨®n de la oposici¨®n y utilizando el poder del Estado para recompensar a los amigos del partido y castigar a las empresas que no obedecen las reglas. ?Les parece eso algo que no pueda suceder aqu¨ª? Es m¨¢s, ?no se parece eso a algo que ya est¨¢ sucediendo aqu¨ª y que los republicanos intentar¨¢n seguir haciendo si tienen la oportunidad?
Se podr¨ªa incluso afirmar que el Partido Republicano destaca entre los partidos nacionalistas blancos occidentales por su excepcional voluntad de acabar con las vallas de contenci¨®n de la democracia. La manipulaci¨®n extrema, la brutal supresi¨®n del voto y la eliminaci¨®n de competencias de los cargos que el otro partido consigue obtener a pesar de todo son pr¨¢cticas que parecen m¨¢s extendidas aqu¨ª que en las democracias fallidas de Europa del Este.
Ah, ?y no resulta curioso lo indiferentes que nos hemos vuelto ante las amenazas de persecuci¨®n legal y/o de violencia f¨ªsica contra todo aquel que critique a un presidente republicano?
Por eso tiene gracia que los republicanos intenten tachar a los dem¨®cratas de socialistas antiestadounidenses. Si quieren ver a un partido que verdaderamente ha roto con los valores estadounidenses fundamentales, deber¨ªan mirarse en el espejo.
Pero, naturalmente, eso no pasar¨¢. Sea quien sea el candidato dem¨®crata ¡ªincluso si es Joe Biden¡ª, los republicanos lo describir¨¢n como la reencarnaci¨®n de Hugo Ch¨¢vez. La ¨²nica duda es si funcionar¨¢. Podr¨ªa no funcionar, o al menos no tan bien como en el pasado. Como se han pasado d¨¦cadas llamando ¡°socialista¡± a todo aquello que pod¨ªa mejorar las vidas de los estadounidenses, los republicanos han despilfarrado gran parte de la fuerza de la acusaci¨®n. Y Donald Trump, que alcanz¨® la presidencia con la ayuda rusa y prefiere claramente a los dictadores extranjeros en vez de a los aliados democr¨¢ticos, probablemente es menos capaz de jugar la carta de ¡°los dem¨®cratas son antipatri¨®ticos¡± que los presidentes republicanos anteriores.
As¨ª y todo, mucho depender¨¢ de la manera en que los medios de comunicaci¨®n aborden los ataques deshonestos. ?Seguiremos viendo titulares que repiten afirmaciones falsas (¡°Trump dice que los dem¨®cratas prohibir¨¢n las hamburguesas¡±), con la informaci¨®n que aclara que la afirmaci¨®n es falsa escondida dentro del art¨ªculo? ?Habr¨¢ una cobertura de las propuestas pol¨ªticas reales, en lugar de los an¨¢lisis de carreras de caballos que solo preguntan c¨®mo parece que est¨¢n funcionando esas propuestas?
Supongo que lo descubriremos pronto.
Paul Krugman es premio Nobel de Econom¨ªa. ? The New York Times, 2019. Traducci¨®n de News Clips.
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