Los bancos regulados

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El Banco de Espa?a advierte de que las tecnol¨®gicas ya son una amenaza real para las entidades

As¨ª ven la digitalizaci¨®n los responsables de la transformaci¨®n de la banca

As¨ª aprende la banca a ser digital: tras a?os de historia, le toca reinventarse

Tres modelos digitales que desaf¨ªan a la banca tradicional

Nadie niega que el sector bancario necesita acometer cambios. Sobre todo, avances relacionados con un mundo m¨¢s digital. La propia banca asume el desaf¨ªo. Pero desde el sustrato de un banco tradicional hasta el intangible de una plataforma digital hay muchos pasos. Varios modelos, incluso. Para una clientela que, asimismo, se distribuye a lo largo de una escala de grises respecto a la preferencia tecnol¨®gica y su uso. Sin embargo, algunas iniciativas regulatorias, aunque sea de modo indirecto, est¨¢n empujando a que ese cambio no sea conforme, ¨²nicamente, a la l¨®gica de oferta-demanda y la competencia sino tambi¨¦n a presiones y requerimientos adicionales. La ¨²ltima, la de la Autoridad Bancaria Europea la semana pasada, estimando que a los bancos europeos les falta a¨²n capital para reforzar su solvencia por importe de 135.000 millones.

Ser¨ªa absurdo abogar por menos competencia o eficiencia bancaria. No es esa la cuesti¨®n. Gr¨¢ficamente, la banca convencional est¨¢ ahora m¨¢s dise?ada por el regulador que nunca y se configura como un tren con vagones muy pesados. Gran parte de ellos van cargados de oro (capital regulatorio) para cubrir desperfectos en caso de descarrile. Pero cada vez quedan menos vagones libres para hacer atractivo el viaje. Las exigencias de capital tienen sentido en tanto en cuanto deriven en una solvencia ¡°eficiente¡±. En este sentido, se ha avanzado en exigir recursos que sean convertibles en acciones y que permitan que paguen antes los inversores en el banco que los contribuyentes. No obstante, por encima de estos inteligentes dise?os parece primar tambi¨¦n una exigencia creciente y lineal. M¨¢s capital, m¨¢s capital. Adem¨¢s, ¨²ltimamente aparecen otras limitaciones como las de restringir dividendos. Si se unen los tipos de inter¨¦s artificialmente negativos inducidos por los bancos centrales que controlan buena parte de la supervisi¨®n, es dif¨ªcil generar rentabilidad para el inversor de banca. Tampoco pueden olvidarse las invitaciones del BCE a m¨¢s fusiones, a que haya menos operadores y de mayor tama?o.

El corolario de estas proposiciones y pruebas a la banca es que parece que existe una invitaci¨®n abierta ¡ªo t¨¢cita¡ª del regulador para que los bancos se conviertan paulatinamente en plataformas, cierren miles de oficinas y despidan a cientos de miles de empleados en toda Europa, con el impacto laboral, social y fiscal que supondr¨ªa. Si esa es la apuesta regulatoria, convendr¨ªa aclararla. Adem¨¢s, podr¨ªa estar surgiendo una aparente incoherencia narrativa. Precisamente las plataformas quieren entrar en banca por la puerta de atr¨¢s (caso del libra de Facebook, por ejemplo) para evitar la regulaci¨®n. Los supervisores ven con recelo que aquellos que tienen monopolio sobre la informaci¨®n personal y problemas para el control de la privacidad entren en banca. ?Dejamos algo m¨¢s de libertad para que el mercado se vaya adaptando conforme a la demanda y con reglas comunes de juego o seguimos poniendo toda la carne (regulatoria) en el asador de un solo lado de la oferta? Las entidades tradicionales pueden dejar de serlo en muchas medidas pero todo el que quiera ser banco tendr¨¢ que ser convencional en una: presi¨®n regulatoria.