El c¨®ctel ¡®Jackson-Biarritz¡¯ deja resaca
Las citas del G7 y la de los principales banqueros centrales mundiales en Wyoming llegaban como una oportunidad para cerrar heridas comerciales y conjurar acciones coordinadas para evitar o mitigar una recesi¨®n global
Las citas del G7 en Biarritz y de los principales banqueros centrales mundiales en Jackson Hole (Wyoming) llegaban el pasado fin de semana como una oportunidad para cerrar heridas comerciales y conjurar acciones coordinadas para evitar o mitigar una recesi¨®n global. La mezcla, sin embargo, no ha tenido un sabor agradable. Un c¨®ctel agriado por injerencias de los poderes pol¨ªticos, en la necesaria independencia de las autoridades monetarias.
EE UU marc¨® el paso al comienzo de los dos eventos, generando un enfrentamiento transatl¨¢ntico entre su administraci¨®n pol¨ªtica y su banco central. Cansado de ser calificado por la actual administraci¨®n estadounidense como ¡°enemigo de su propio pa¨ªs¡±, el presidente de la Reserva Federal, Jerome Powell aprovech¨® su discurso para se?alar que resolver las consecuencias de las disputas comerciales no es labor de la pol¨ªtica monetaria, sino de los representantes pol¨ªticos. La respuesta del presidente estadounidense, sin embargo, fue reavivar la guerra arancelaria con China antes de subir al avi¨®n para Francia. Y, al llegar, recordar a la UE que no aceptar¨¢n impuestos a sus tecnol¨®gicas. Y que, si se establecen, productos como el vino franc¨¦s ser¨ªan tambi¨¦n v¨ªctimas del furor arancelario. Desgraciadamente, esta disputa (con idas y venidas todo el fin de semana) ensombreci¨® mensajes importantes que Powell trat¨® de transmitir. Por ejemplo, que es posible que desde 2010 se haya entrado en una nueva era monetaria (crecer sin inflaci¨®n) que a¨²n no sabemos calibrar.
Ante el paisaje de Wyoming, los banqueros hablaron mucho de ¡°divergencia¡± y ¡°capacidad de interpretaci¨®n¡±. La discrepancia reside en que ya no hay consenso en c¨®mo afrontar los retos econ¨®micos. Ante la Gran Recesi¨®n, se actu¨® con pol¨ªtica monetaria expansiva. Hoy tambi¨¦n, aunque con muchas m¨¢s voces cr¨ªticas que antes. La capacidad de interpretaci¨®n se refiere a la necesidad de hacer pol¨ªtica (monetaria y fiscal) manejando m¨¢s datos que nunca cuando la realidad es que no se est¨¢ acertando en las previsiones de inflaci¨®n. Una discusi¨®n muy lejos de la que, entre tanto, se manten¨ªa en los Pirineos Atl¨¢nticos, donde la emergencia del fuego en el Amazonas incendi¨® tambi¨¦n la reuni¨®n, dado que tampoco es el clima un tema de consenso pol¨ªtico. Es dif¨ªcil saber a qu¨¦ juega EE UU. Mantiene la hip¨®tesis de que en una pelea contra todos ser¨¢n los dem¨¢s los que ceder¨¢n porque tienen m¨¢s que perder. Mirando al oto?o, sin embargo, solo se atisban perdedores. La situaci¨®n apunta a agravamiento y la Fed ya est¨¢ preparada para bajar tipos.
Gran parte de la econom¨ªa mundial se dirime al margen del G7. Fuera est¨¢, por ejemplo, China. En los ¨²ltimos a?os nos hab¨ªamos acostumbrado a un G7 complaciente. Tal vez sea preferible a uno fogoso y conflictivo, sobre todo cuando m¨¢s falta hac¨ªa reducir la tensi¨®n. El problema es que desde Jackson Hole tampoco llega una respuesta. Los l¨ªmites de la pol¨ªtica monetaria est¨¢n ah¨ª. Puede que ya los hayamos alcanzado. La brillantez del diagn¨®stico no concluye con una soluci¨®n al problema. Este c¨®ctel de pol¨ªticos y autoridades monetarias combina mal y da resaca.
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