Basta de medias tintas con la fiscalidad empresarial
Hay un aspecto particularmente t¨®xico de la globalizaci¨®n que no recibi¨® la atenci¨®n que se merece: la elusi¨®n fiscal de las empresas
La globalizaci¨®n se labr¨® una mala reputaci¨®n estos ¨²ltimos a?os, y a menudo por buenas razones. Pero algunos cr¨ªticos, en particular el presidente estadounidense Donald Trump, atribuyen mal las culpas, y urden una imagen falsa en la que Europa, China y los pa¨ªses en desarrollo embaucaron a los negociadores comerciales de Estados Unidos para que aceptaran malos acuerdos que causaron los problemas actuales de los estadounidenses. Es una afirmaci¨®n absurda: al fin y al cabo, fue Estados Unidos (o mejor dicho, su sector corporativo) el que escribi¨® las reglas de la globalizaci¨®n.
Dicho eso, hay un aspecto particularmente t¨®xico de la globalizaci¨®n que no recibi¨® la atenci¨®n que se merece: la elusi¨®n fiscal de las empresas. A las multinacionales les resulta muy f¨¢cil trasladar oficinas centrales y producci¨®n a cualquier jurisdicci¨®n que cobre los impuestos m¨¢s bajos. Y en algunos casos, ni siquiera necesitan reubicar sus actividades comerciales, ya que les basta cambiar el modo de llevar el registro contable de sus ingresos.
Starbucks, por ejemplo, puede seguir expandi¨¦ndose en el Reino Unido y no pagar casi ning¨²n impuesto brit¨¢nico porque, seg¨²n dice, sus ganancias en ese pa¨ªs son m¨ªnimas. Pero si fuera cierto, entonces esa expansi¨®n no tendr¨ªa sentido. ?Por qu¨¦ aumentar la presencia en un lugar donde no hay ganancias? Obviamente, beneficios hay, lo que pasa es que se transfieren desde el Reino Unido a jurisdicciones de baja tributaci¨®n en la forma de derechos, comisiones de franquicia y otros gastos.
Esta forma de elusi¨®n fiscal se ha convertido en un arte que las empresas m¨¢s h¨¢biles (por ejemplo, Apple) dominan. Los costes de esas pr¨¢cticas son enormes. Seg¨²n el FMI, los Gobiernos pierden al menos 500.000 millones de d¨®lares al a?o como resultado del traslado de base imponible corporativa al extranjero. Gabriel Zucman (Universidad de California-Berkeley) junto con otros coautores calculan que un 40% de las ganancias en el extranjero de las multinacionales estadounidenses se transfiere a para¨ªsos fiscales. En 2018, 70 de las 500 empresas m¨¢s grandes (incluidas Amazon, Netflix y General Motors) no pagaron impuestos en Estados Unidos, pese a que en conjunto declararon ganancias (en todo el mundo) por unos 80.000 millones. Estas tendencias tienen un efecto devastador sobre la recaudaci¨®n tributaria y provocan en la opini¨®n p¨²blica una sensaci¨®n de injusticia. Desde la crisis de 2008, que dej¨® a muchos pa¨ªses en condiciones financieras terribles, hay una creciente demanda de que se reconsidere el r¨¦gimen para la tributaci¨®n de las multinacionales. Hay una iniciativa importante de la OCDE sobre erosi¨®n de la base imponible y traslado de ganancias (BEPS, por la sigla en ingl¨¦s) que ya produjo beneficios significativos al frenar algunas de las peores pr¨¢cticas, por ejemplo, las relacionadas con los pr¨¦stamos de dinero entre filiales. Pero como muestran los datos, los esfuerzos actuales todav¨ªa son muy insuficientes.
Es evidente que necesitamos un impuesto m¨ªnimo global que ponga fin a la competencia impositiva entre pa¨ªses
El problema b¨¢sico es que la iniciativa BEPS solo introduce parches en un statu quo que es fundamentalmente defectuoso e incorregible. Con el ¡°sistema de precios de transferencia¡± generalmente usado, dos filiales de la misma multinacional pueden intercambiar bienes y servicios a trav¨¦s de las fronteras, y despu¨¦s, al momento de declarar ingresos y ganancias con fines impositivos, usar el principio de ¡°independencia¡± (valoraci¨®n at arm¡¯s length), por el cual esos intercambios se contabilizan con el precio que hubieran tenido de haberse efectuado en un mercado competitivo.
Por razones obvias, este sistema nunca funcion¨® bien. ?C¨®mo se le pone precio a un auto sin motor, o a un vestido sin botones? No hay precios ¡°independientes¡± ni mercados competitivos a los que una empresa pueda hacer referencia. Y las cosas se complican todav¨ªa m¨¢s en el creciente sector servicios: ?c¨®mo se le pone precio a un proceso de producci¨®n sin contar los servicios gerenciales provistos por la oficina central?
La capacidad de las multinacionales para aprovecharse de los precios de transferencia aument¨® a la par que crecieron el comercio intraempresa, el intercambio de servicios en vez de bienes, la importancia de la propiedad intelectual y la habilidad misma de las empresas para explotar el sistema. Resultado: traslado transfronterizo de ganancias a gran escala y menor recaudaci¨®n impositiva.
Es muy significativo que a las empresas estadounidenses no se les permita usar precios de transferencia para trasladar ganancias dentro de EE UU, ya que eso implicar¨ªa fijar precio a los bienes una y otra vez conforme estos cruzan las fronteras entre Estados. En vez de eso, las ganancias de las corporaciones estadounidenses se asignan a diferentes Estados seg¨²n una f¨®rmula que tiene en cuenta factores como la n¨®mina de personal, las ventas y los activos de la empresa en cada uno de los Estados. Y como muestra la Comisi¨®n Independiente para la Reforma de la Fiscalidad Corporativa Internacional (de la que soy miembro) en su ¨²ltima declaraci¨®n, esta es la ¨²nica modalidad que funcionar¨¢ a nivel mundial.
En tanto, la OCDE est¨¢ pr¨®xima a publicar una propuesta importante que puede llevar el marco actual un poco en esa direcci¨®n [el organismo present¨® su iniciativa la semana pasada, antes de la publicaci¨®n de este art¨ªculo, y su principal propuesta es que las compa?¨ªas tributen donde est¨¦n sus usuarios]. Pero si lo que se dice de su contenido es correcto, no ser¨¢ suficiente. De adoptarse, a la mayor parte de los ingresos de las corporaciones se les seguir¨¢ aplicando el sistema de precios de transferencia, con una f¨®rmula para la asignaci¨®n de un ¡°remanente¡± (residual). El argumento para esta divisi¨®n no est¨¢ claro (como mucho, es la consagraci¨®n del gradualismo por parte de la OCDE). Al fin y al cabo, las ganancias corporativas declaradas en casi todas las jurisdicciones ya incluyen deducciones por el coste del capital y los intereses. Estas deducciones son ¡°remanentes¡± (ganancias puras) que surgen en forma conjunta de las actividades mundiales de las multinacionales. Por ejemplo, seg¨²n la Ley de Rebaja de Impuestos y Empleo estadounidense de 2017, se puede deducir el coste total de los bienes de capital y una parte de los intereses, lo que permite una declaraci¨®n total de ganancias muy inferior a la ganancia econ¨®mica real.
En vista de la magnitud del problema, es evidente que necesitamos un impuesto m¨ªnimo global para poner fin a la competencia impositiva entre pa¨ªses (que solo beneficia a las corporaciones). No hay pruebas de que un nivel global de impuestos menor aumente la inversi¨®n (claro que si un pa¨ªs reduce sus impuestos en comparaci¨®n con otro, puede ¡°robarle¡± algo de inversi¨®n, pero esta estrategia de ¡°empobrecer al vecino¡± no funciona en forma global). Hay que fijar un impuesto m¨ªnimo global en un nivel comparable con el promedio actual efectivo del impuesto de sociedades, que es alrededor del 25%. De lo contrario, las cuotas al¨ªcuotas mundiales del impuesto corporativo converger¨¢n hacia el m¨ªnimo, y lo que se previ¨® como una reforma para aumentar la tributaci¨®n de las multinacionales tendr¨¢ el efecto exactamente contrario.
El mundo enfrenta diversas crisis (entre ellas el cambio clim¨¢tico, la desigualdad, la desaceleraci¨®n del crecimiento y la obsolescencia de las infraestructuras) que no podr¨¢n resolverse a menos que los Gobiernos cuenten con recursos suficientes. Por desgracia, las propuestas actuales para la reforma de la tributaci¨®n global son insuficientes. Hay que obligar a las multinacionales a hacer su parte.
Joseph E. Stiglitz es premio Nobel de Econom¨ªa, profesor distinguido de la Universidad de Columbia y economista principal en el Roosevelt Institute.
? Project Syndicate 1995¨C2019
Traduccci¨®n: Esteban Flamini
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